Son cientos de personas. Buscan el bulto. Solo persiguen la carga para llevarse unos euros a casa. El hambre y la penuria son sus compañeras. Bajo la lluvia constante, con un frío que no sale del cuerpo, apostados a lo largo de la carretera, forman un auténtico ‘invernadero’ humano en el lado marroquí.
Personas tapadas por plásticos, hombres avejentados, mujeres que intentan evitar sin éxito este temporal de invierno. Es la imagen que llega o debe llegar a las conciencias de todos. Es el reflejo del fracaso del sistema, de un negocio que se sustenta en eslabones humanos que soportan la carga, la presión, las inclemencias, el abuso.
Preparados para el último día de porteo, el espacio fronterizo marroquí se convierte en la imagen de la inhumanidad. El activista Reduan MJ denuncia lo ocurrido. “No podemos entender este sufrimiento por dinero”, explica a este medio. “Las autoridades consienten esta lacra de gestión laboral”.
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