Opinión

El portal de Belén

Ante las cercanías de las fiestas “Navideñas”, quiero expresar y recordar, algunos de los aspectos tradicionales que celebramos: El “Belén”, los “Villancicos” y los “Reyes Magos”. Tradiciones que llenan de alegría, cordialidad, encuentros familiares y que hacen felices a niños y mayores. Por lo cual, con la ayuda de algunos historiadores vamos a desarrollar estas tradiciones desde sus orígenes. El “Belén” es, desde hace siglos, una de las tradiciones navideñas más importantes en muchos lugares del mundo. También en España, el belén es un elemento característico de nuestras ciudades en estas fechas y, a día de hoy, sigue siendo imprescindible en muchos hogares. Por ello trataremos conocer los orígenes sobre esta antigua y entrañable costumbre. El Portal de Belén, nacimiento, pesebre o sencillamente, “EL BELÉN” deriva del nombre de la localidad palestina en dónde se asegura nació Jesús de Nazaret. Evidencia de ello, lo encontramos en los Evangelios de Lucas y Mateo donde se narra el nacimiento de Jesús, que tuvo lugar en tiempos del rey Herodes en Belén. Allí, María y José, llegaron para el censo anunciado por Roma y, al no encontrar alojamiento en ninguna posada, se refugiaron en un establo. A día de hoy, “BELÉN” es un concepto, el belenismo es incluso un arte que ha evolucionado con el tiempo, cambiando de formas, pero siempre manteniendo esa escena central que es el nacimiento del cristianismo.

¿Pero cuál es el origen del Belén de Navidad?

Entre los años 432 y 440, el papa Sixto III trasladó a Roma, desde Tierra Santa, algunos de los fragmentos de la <<santa cuna>>, y los dispuso en una pequeña capilla habilitada al efecto en la iglesia de Santa María ad Preasepe (Santa María en el Pesebre), también conocida como “la Redonda”. Allí, el papa empezó a celebrar representaciones que recreaban el nacimiento de Cristo. Dicha iglesia pasaría a ser conocida con el tiempo como la Basílica de Santa María la Mayor y se convertiría en una de las más importantes de la Ciudad Eterna. Pero sería “a partir del siglo VIII cuando el nacimiento y la resurrección de Jesús empezaron a ser representados en escenas costumbristas que tenían lugar en las plazas públicas de la ciudad”. Dichas representaciones teatrales populares (muy criticadas por el papa Inocencio III, que las consideraba sumamente vulgares) poco a poco fueron incorporando más y más personajes, algunos de los cuales a veces estaban incluso fuera de lugar. Las primeras representaciones belenísticas hay que buscarlas en las “catacumbas” (Las catacumbas de Roma son galerías subterráneas utilizadas durante varios siglos como cementerios. Las catacumbas empezaron a realizarse en el siglo II y no fueron terminadas sino hasta el siglo V. Aquí se enterraban los ciudadanos paganos, judíos y los primeros cristianos de Roma) de época romana, en donde se reunían los cristianos por la impunidad de que allí gozaban, al ser los cementerios profundamente respetados por el pueblo romano, que no concebía la idea de asaltar y profanar uno de ellos, ni siquiera con el fin de asaltar y capturar cristianos, sumándose a esto el que la mayoría de las “catacumbas” utilizadas eran propiedad de importantes personajes de la vida romana, con unos privilegios contra los cuales no se podía atentar, si no se tenían motivos y pruebas muy concretas. Y más concretamente en un fresco de principios del siglo II hallado en la conocida como “Capella Greca” (capilla griega), en las catacumbas de Priscila en la Vía Salaria de Roma. La escena muestra la figura de la Virgen María estrechando en su pecho al niño Jesús envuelto en pañales. Frente a ellos aparecen los tres “Magos de Oriente”, que visten una túnica corta, sin manto, gorro ni corona. Sería dos siglos más tarde, en el año 320, cuando se adoptó oficialmente “el 25 de diciembre como la fecha oficial del nacimiento de Cristo”, justo el mismo día en que los romanos celebraban la festividad del “Sol invictus” para conmemorar el solticio de invierno. Cuando el cristianismo salió de su escondite, las imágenes del nacimiento empezaron a enriquecer los muros de las primeras Iglesias, mientras que en 1.200 se empezaron a ver las primeras estatuas.

¿Quién inventó el belén?

Según la tradición, el primer belén lo realizó “San Francisco de Asís”, en 1.223, en Greccio, en la provincia de Rieti (Umbría). La idea se le ocurrió durante un viaje a Palestina en 1.222; cuando en el otoño de 1.223 fue a Roma a visitar al Papa Honorio III, para la aprobación de la Regla definitiva, pidió permiso al Santo Padre para poder representar la “Navidad”. Francisco obtuvo el permiso y volvió a Greccio que “le recordaba a Belén”. Giovanni Velita, señor de Greccio y amigo del Santo; escogió una cueva para hacer la representación y envió allí un buey y una mula basándose muy posiblemente en la interpretación que Francisco de Asís tenía de la lectura de Isaías: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne” (Is. 1,3). La tradición dice qué durante la misa en la cueva, en la Nochebuena de 1.223, apareció en el pesebre un niño de carne y hueso, al que Francisco tomó en sus brazos. La Leyenda Mayor (Cap 7) de San Francisco de Asís lo cuenta así: “Llegado el beato Francisco, en memoria de la natividad de Cristo, ordenó que se preparase el pesebre, que se trajese el heno, que se condujera al buey y al asno; y predicó sobre la natividad del Rey pobre; y, mientras el santo hombre mantenía su oración, un caballero vio al verdadero “Niño Jesús” en lugar de aquel que el santo había portado”. Por otro lado, disponemos de la versión dada por el historiador J. M. Sadurní, respecto a San Francisco de Asís que en 1.233, Francisco llegó, junto con su hermano León, a la población de Greccio, en la región italiana de Lazio. Para intentar evangelizar a la población de la región, mayoritariamente analfabeta, Francisco pidió una dispensa al papa Honorio III para crear el primer belén en una cueva muy cerca de la ermita de la localidad. Con la ayuda de Giovanni Velita, un señor feudal, que le proporcionó el pesebre, la paja y los animales. Es decir, todos coinciden en reconocer el auténtico origen del “belén” en la creación de la escena de la “Natividad”, que en la Navidad de 1.223 realizara Francisco de Asís en Greccio (Italia). El futuro santo (aunque algunos historiadores afirman, sin embargo, que quién realmente ofició la misa aquella noche fue San Antonio de Padua) convocó a los habitantes del pueblo al toque de la campana de la Iglesia. Debido al frío invernal de la región, la figura del niño Jesús fue sustituida por un muñeco, pero no así la de los animales que sí eran reales. La leyenda cuenta que a la hora en que la tradición fijaba el nacimiento de Jesús, el muñeco cobró vida y empezó a llorar. Otras leyendas, sin embargo, afirman que en lugar de llorar el muñeco sonrió y extendió sus brazos hacia el santo. Otras de las tradiciones navideñas son los “Belenes Vivientes”. El origen de estos belenes se lo debemos a Santa Clara, que en el siglo XIII empezó a colocar personas de carne y hueso junto a las figuras policromadas del Belén para hacer más cercana la escena a los fieles. El casco histórico de muchos pueblos y ciudades de la Península se convierte, cada Navidad, en el escenario perfecto para representar el Nacimiento de Jesús.
Pues como ya hemos indicado, anteriormente, en la población de Greccio, se representó por primera vez la escena del Nacimiento de Jesús en el pesebre (25 – 12 – 1.223). De la representación teatral y con personas reales se pasó muy pronto la realización de las figuras con diferentes materiales. En poco tiempo la tradición empezó a popularizarse, y en las ciudades italianas, durante los siglos XIV y XV, las Iglesias se decoraban con belenes durante las celebraciones navideñas. Al parecer, la primera forma moderna de “belén” se debe a “San Cayetano de Thiene, que en 1.534 ideó un pesere con figuras de madera pintadas que iban cubiertas con ropajes de la época y cuya cabeza estaba hecha de terracota, (arcilla modelada y endurecida al horno) cartón piedra o madera. Así mismo era habitual que en el interior de las figuras se introdujera en alambre con el objetivo de articular los miembros y facilitar de este modo el movimiento. Si al parecer hay que tener en cuenta de que algunos personajes del belén, como los pastores, los magos y Herodes provienen de las representaciones teatrales navideñas. “Al poco tiempo empezó a extenderse por toda Europa y en 1.465 se funda en París la primera empresa de figuras, en España en 1.471 se inaugura el primer taller belenista en Alcorcón.”

Los belenes barrocos

Durante el Barroco, la tradición del belén alcanzó también a las casas señoriales, aunque muy pronto los hogares más humildes quisieron imitar también a los señores. Muy reconocidos a nivel mundial son los belenes napolitanos del siglo XVIII, que reflejaban el entorno del Nápoles de la época, mezclando lo sagrado y lo profano, e incluían a personajes populares de la ciudad. De hecho, su introducción en España se debe a Carlos III, que había sido rey de Nápoles y era un gran entusiasta de aquella tradición. El Rey y su esposa, María Amalia de Sajonia, importaron aquella costumbre a nuestro país y la introdujeron en sus palacios. De hecho construyeron una sala especial para la realización del conocido como “Belén del Príncipe” (primero en el palacio del Buen Retiro y después en el palacio Real), un típico belén napolitano en el que se representaba las costumbres y vestimentas locales, y fue encargado a los reconocidos imagineros valencianos José Esteve Bonet y José Ginés Marín y al murciano Francisco Salzillo. A mediados del siglo XIX poco a poco esta costumbre se fue extendiendo a todos los hogares españoles. Fue entonces cuando empezaron a fabricarse las figuras de belenes en serie.

Los belenes en España

No hay hogar en España que se precie, sí no monta un belén en su casa en Navidad. Es una tradición preciosa que ilusiona a miles de niños y mayores. Montarlo es todo un reto. Hay algunos que son realmente muy trabajados con su agua, sus luces, sus caminos de arena y bosques de musgo. Y como todo, los hay que lo interpretan a su manera. Según algunas versiones el origen de la costumbre de montar belenes en España, parece ser una consecuencia de la fundación de conventos franciscanos, tanto en la rama masculina como en la femenina, especialmente en Castilla, a partir del Siglo XIV; probablemente la procedencia de los frailes y monjas fuesen francesas. En cuanto a la pregunta ¿Porqué ponemos en los nacimientos la estrella de Belén? El origen de la Estrella lo encontramos en la Biblia, tal como dice el Evangelio, una estrella guió a los magos de Oriente hasta Belén. Se da como posible, la existencia de un belén en Cataluña alrededor del 1.300, y existe un documento que afirma que en el año 1.475, había un vendedor francés de figuras de nacimiento, en el pórtico de la Iglesia de Santa Catalina en Barcelona. Por el inventario de los bienes de un canónigo, redactado en el año 1.585, se habla de una colección de figuras de barro que poseía, lo que podría indicar qué en esa centuria, ya se había implantado la costumbre de colocar belenes en las casas particulares. En los siglos XVII y XVIII, el arte del Belenismo crece de una manera exponencial, gracias a las órdenes religiosas, a Carlos III, (como hemos indicado anteriormente) y a la nobleza que hace lo propio, imitando los gustos del monarca. Los grandes imagineros que realizaban sus obras para Iglesias, conventos y cofradías, llevaban a las escenas que se recreaban en sus retablos, los pasajes relativos a la Navidad, creando también imágenes exentas para el montaje de belenes. Dentro de este grupo de imagineros podemos citar a Luís Roldán, “La Roldana”; José Risueño, discípulo de Alonso Cano: el fraile mercedario Eugenio Gutiérrez de Torices, cuya producción está realizada en cera y Pedro Duque Cornejo, nieto de Pedro Roldán, y sobrino de la Roldana. Como hemos visto al principio, los belenes se componen de muchas y variopintas figuras. Aparte de las principales, como pueden ser la Virgen María, el niño Jesús, San José, y, por supuesto, el burro y el buey, en un belén que se precie, no puede faltar la “estrella de Belén”, que guió a los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Estos personajes aparecen representados de diversas maneras en los pesebres: desplazándose lentamente en su viaje hasta Belén o ya ante el pesebre en postura de adoración al niño Jesús. A veces viajan solos y otras van acompañados de sus pajes y séquito. España sigue distinguiéndose por su gran tradición belenística cuya calidad es ampliamente reconocida. Así, entre los belenes más populares de nuestro país se encuentran algunos como el “Bíblico de Jerez de los Caballeros”, en Badajoz (el belén monumental más grande de Europa); “Belén viviente de Buitrago del Lozoya”, en Madrid; el “Belén mudéjar de Sevilla”, que cuenta con edificios emblemáticos de la ciudad; el “Belén de Salzillo”, que se expone en el Museo Salzillo de Murcia; el “Belén de Ocaña”, en Toledo, que se muestra en el convento de Santo Domingo de Guzmán de esta localidad y cuenta la historia de la Salvación desde la creación del hombre hasta la resurrección de Jesús; el “Belén con luz y sonido de la Concatedral de Guadalajara”, y el original “Belén de Rute”, en Córdoba, que está íntegramente hecho de chocolate. De todas formas, hay que significar que esta tradición se generaliza en los hogares a mediados del siglo XIX, (como hemos indicados algunos ejemplos) al realizarse en serie la producción de pequeñas figuras. Destacan las de pocas facturas producidas en barro, muchas veces sin cocer y pintadas con vistosos colores, en su mayoría fabricadas en Murcia, Granada, Barcelona y Olot (Gerona) y que podían ser adquiridas en tiendas de imaginería religiosa o mercadillos populares en Navidad, en los que se podía conocer las novedades que se presentaban cada año. Desde hace varias décadas se ha experimentado un gran auge en el montaje de los belenes familiares e institucionales, como el “Gran Belén Bancaja”, posiblemente el mayor de estas características de todo el mundo, que viene exponiéndose de forma itinerante por toda España, cada Navidad desde 1.996, fecha en el que se inauguró en la ciudad de Valencia. Hay que reconocer que el “Belén” tradicional se parece muy poco al actual, pues es simbólico en vez de realista, tiene las figuras a distintas escalas, según su importancia, y dos planos, el celeste y el terrestre. Se acompañaba por aparatos diversos de iluminación, velas y candiles, y podía contener elementos que hoy resultan extraños como conchas y caracoles, animales salvajes todo ello con las ideas que se querían transmitir. La tradición de belenes en España o Nacimientos teniendo en cuenta a San Francisco de Asís, que organiza el primer Belén. Igualmente, cabe destacar la gran labor que vienen realizando las Asociaciones de Belenistas y muy importante la contribución que se viene realizando por las Hermandades y Cofradías de penitencias y de gloria, que comprobamos en la península y en nuestra ciudad. Actualmente el “Belén Popular” es el más habitual con figuras de resina sintética, barro, con la utilización de corcho, papel de estaño…plagado de anacronismo, sin un estudio de la perspectiva, y de la escala de las figuras. Puede que para algunos, se haya convertido en principio y final de su experiencia, y para otros, nos ha servido como campo de experimentación, para pasados los años, ser capaces de realizar construcciones más coherentes. De todas formas, no podemos olvidar otras de las tradiciones junto al “Belén” que corresponden a los “Villancicos”, y que trataremos en una segunda colaboración

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