La adaptación al cine del universo del doctor/detective salido de los libros de James Patterson no ha tenido fortuna ya desde su concepción, pero al menos en una película como La hora de la araña nos encontrábamos el aliciente de Morgan Freeman encarnando al protagonista del caso. En esta ocasión el nuevo intento nos lleva a una especie de precuela con un doctor Cross más joven y “en plena forma con kilos de más” dispuesto a peleas inverosímiles con enemigos que podrían vencerle a tortas mientras resuelven un sudoku. Es el actor de comedia Tyler Perry el que supuestamente se atreve a cambiar de registro por primera vez para evitar aquello del encasillamiento; y digo supuestamente porque el resultado tiene de chiste bastante más de lo que promete el trailer o el cartel anunciante.
A una labor actoral de Perry bastante floja hay que añadirle el cambio físico camaleónico y meritorio en el rol de malo del actor Matthew Fox, conocido por la serie Perdidos, radicalmente transformado por la estricta dieta a la que se ha sometido, pero salpicado lamentablemente por una actuación pretenciosa basada en espasmos de cabeza y ojos muy abiertos que enfaticen un “mecachis, qué loco estoy y yo que lo disfruto” que no se cree absolutamente nadie por lo desmesurado y teatral. Tampoco ayuda que sea una bestia parda porque lo ponga el guión, sin ningún tipo de motivación o interés personal, acaso rasgo o pincelada que aporte tres dimensiones al personaje. Finalmente completa el reparto un Edward Burns más rígido que nunca en el papel de compañero fiel, tonto del culo que es consciente de que el protagonista lo descubre todo por ínfulas del guión (tampoco explican eso, y no cuela un tipo tan intuitivo con ese aspecto de simple), y le sigue a donde haga falta preguntando obviedades porque él solito no es capaz de más que de ligarse a la chica. Jean Reno o Giancarlo “Breaking Bad” Esposito han elegido mal la ocasión para unirse a un proyecto que posee vías enormes de agua desde que se escribió.
Leyendo lo encantado que estoy de haber visto esta película cualquiera podría suponer que Rob Cohen (lógicamente nada que ver con Ethan y Joel), su firmante, me debe cuatro meses de alquiler, pero más al libreto pueril que al director achaco el desastre final. El caso es que uno anda un poco harto de que la vendan “malo malísimo perseguido por bueno buenísimo con sorpresivo giro de acontecimientos enlatados y discursito final del responsable de la trama para contar el plan” como thriller policiaco. Curioso que en su edición española hayan puesto de título a la obra En la mente del asesino, porque precisamente ahí no parece haber mucha chicha, pero menos afortunado es Alex Cross, el ególatra nombre de la criatura en su versión original, haciendo referencia clara y concisa a un protagonista con el carisma de un champiñón. No aceptamos pulpo como animal de compañía, que dirían aquellos…
Puntuación: 2