Opinión

¿Por qué sentimos miedo?

Nos asusta lo que no conocemos, y peor aún si sabemos que no lo conoceremos nunca por estar más allá de los límites de nuestro entendimiento.

El ser humano llegó a eso, a ser humano, al darse cuenta de sus límites. Los animales al no tener autoconciencia, no perciben sus límites.

Nosotros sí tenemos asumido el concepto de límite mental, y lo tenemos ayudado de otro concepto, el de borde o frontera ….. donde acaba la realidad; pero también podemos pensar en el límite de lo que no es real, límite de lo que puede existir más allá de lo que conocemos y que pertenece a la vida espiritual interior, el concepto de la nada y de la muerte (de lo anterior al origen y lo posterior al final). Nos dan miedo esos conceptos que no podemos tener porque están fuera de la experiencia posible y por tanto ajenos al conocimiento. Así tenemos que echar mano de la imaginación e inventar el concepto de LO INFINITO, es decir, aquello que está más allá de lo extenso conocido (grande o pequeño) o de lo ponderable, en definitiva lo que no puede estar sujeto a medida….. es una tendencia constante hacia una mayor existencia, lo que tiende a ser pero que todavía no ha terminado de serlo.

La imaginación (facultad sólo propia del ser humano) crea otro concepto del que tampoco podemos tener conocimiento, puesto que no existe en la realidad, que es LO ETERNO, aquello que pueda existir para siempre…..

Toda la realidad que nos rodea, lo que es cognoscible, lo incorporamos al conocimiento, a la conciencia, por la convergencia de la percepción y el concepto, y que en la naturaleza es extenso y perecedero. No es infinito ni eterno.

Todos tenemos conocimiento de lo que es un gato, una mesa o un árbol, y sacamos conclusiones a cerca de ellos y consensuamos los significados y coincidimos en ellos. Pero de lo que está fuera de la experiencia de los sentidos, aunque no tengamos la percepción de ello, también ayudados de la imaginación, podemos elaborar conceptos, pero serán tan variados y diferentes (subjetivos) como es cada persona; por eso a cerca de ellos no sacamos todos las mismas conclusiones; por ejemplo , del amor; de la justicia o de la amistad…..

A nadie se le ocurre decir: “tú no sabes lo que es un gato”; pero sí oímos decir: “tú no sabes lo que es el amor”; y esto ocurre porque tanto el amor, como la justicia, como la amistad, al no ser objetos no pueden tener una percepción compartida y por tanto, de ellos, no se puede crear un único concepto que unido a una experiencia común dé lugar a un mismo conocimiento universal.

Ya decía al principio que lo que no entendemos nos asusta y es porque de lo que no entendemos, de eso, no tendremos nunca conocimiento. Esta circunstancia ha sido la estrategia de los creadores y de los impulsores de todas las religiones. Crear situaciones imaginarias fuera del alcance del entendimiento, y de lo que así no se pueda tener conocimiento, es decir, de lo que está más allá de los límites que la naturaleza, “de momento”, ha puesto al alcance del ser humano, que son los criterios de la lógica, que es la base de la razón.

Así el Cristianismo (crea o cambia) el significado de los conceptos (sólo conceptos ….no hay percepción) de aquello sobrenatural que está más allá de los límites del conocimiento: LO DIVINO, LO INFINITO y LO ETERNO; y con esos tres atributos crea un “SER SUPREMO”, un Dios al que por nuestras limitaciones no podemos conocer, y al que se le otorgan unos poderes, que como todo lo que de él emana es divino, infinito y eterno por los siglos de los siglos…..Además es omnisciente, omnipresente y omnipotente y por tanto justiciero (el anunciado Juicio final).

"Toda la realidad que nos rodea, lo que es cognoscible, lo incorporamos al conocimiento, a la conciencia, por la convergencia de la percepción y el concepto, y que en la naturaleza es extenso y perecedero. No es infinito ni eterno"

Todo ese poder, tan desmesurado (no se había conocido nada parecido hasta entonces), se enfrentó, en el momento de la creación de su doctrina, a una naturaleza mental humana, tan incipiente, tan frágil en esos claroscuros de sus primeros pasos, tan indecisa y por tanto tan precaria y tan desconfiada ante lo desconocido, que sentiría temor y temblor ante todo….ante cualquier nuevo horizonte.

Esta circunstancia del pasado, y aún para algunos del presente, crea miedo ante lo que es confuso, ante lo que no se comprende, ante lo desconocido …..Así el hombre se sintió temeroso de ese “superpoder”que lo empequeñece, que lo humilla y lo amenaza y su sentido de la supervivencia le aconsejó aliarse con él sin condiciones. Esos hombres se sintieron y se sienten hoy cómodos como las ovejas en un rebaño.

Así los beneficiados de esta estrategia crearon Iglesia y Doctrina que fueron modificando adaptándola a los tiempos. (como el inteligentísimo camaleón se camuflaron y vistieron desde el humilde hábito del monje mendicante hasta la suntuosa púrpura cardenalicia, según convino). Pero la intencionalidad va con el personaje aunque el estatus sea diferente: la misma pasión, el mismo fervor y el mismo dogma ….la misma ceguera en la fe.

Hoy, siglo XXI, hay a quien le sigue preocupando el concepto de lo divino, el de la nada, el de lo infinito y de lo eterno, y eso, si no es un paripé, si es una inquietud sincera, les debe crear, todavía, miedo, desesperación y angustia.

Hoy la ciencia, impaciente, gasta miles de millones en proyectos y viajes interestelares intentando desvelar el origen del Universo, el enigma de lo infinito y por tanto de lo eterno, descuidando lo inmediato, lo cercano, el día a día de millones de seres humanos, tan humildes y tan desesperados que solamente desean, cada día, llegar a mañana. Eso sí que debiera causarnos miedo…..a todos….

Me pregunto si no sería más sensato mirar alrededor, en todas direcciones, hoy que lo vemos todo, y reconocer que hay que dar prioridad a otras inquietudes que provocan sentimientos más humanos; buscar la felicidad, también merecida, de la gran mayoría, en otros recursos más asequibles, más cotidianos, más necesarios y menos costosos, que garanticen a las generaciones actuales y a las próximas venideras otras expectativas que no sean de inquietud constante y confusa contradicción.

Así, con todo lo que hemos aprendido y todo lo que aseguramos que sabemos, pienso, que poco honor y poca gloria estamos ofreciendo a los que nos precedieron.

Creo que deberíamos ser más agradecidos y tener claro el concepto de humildad, no en el sentido de debilidad, sino en el de reconocer nuestros límites y en desarraigar de nosotros mismos la soberbia y la arrogancia; de lo contrario seremos en la memoria de las futuras generaciones, en cuanto haya perspectiva histórica, no unos ignorantes, sino unos seres despreciables y egoístas que se estancaron en otra “Edad Media”, como la anterior, no deseada…..

En cualquier caso la humanidad seguirá su curso, pase lo que pase y a pesar de todo.

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