Podría argumentar la afirmación que da título a este artículo desde diversas variables. Por ejemplo, por la falta de capacidad que siempre ha demostrado y que ya es clamorosa evidencia tras sus actuaciones en la crisis del COVID-19. O por rodearse y apoyarse en personas más interesadas en crear crispación y ver sus, ya de por sí desmedidos, egos agrandarse día a día. O por sus pésimas elecciones a la hora de apoyar a barones o baronesas, de cuestionadas capacidades y que muy posiblemente terminen con calvarios judiciales a sus espaldas, Ayuso es el mejor ejemplo, dejando de lado a otros con solvencia más que demostrada, que saben articular discursos desde la serenidad y con capacidad argumentativa y reflexiva, Alonso es el mejor ejemplo. Si bien, con este perfil prácticamente no hay ninguno en el PP. O porque toda España es consciente de la responsabilidad de su partido en el deterioro de nuestra Sanidad, tan necesaria siempre, pero más hoy día. O porque su gurú ideológico sea el mismo que nos metió en la Guerra de Irak, definió a Rato como “el mejor ministro de Economía de la democracia”, y tenía claro que el 11M fue ETA (todo lo que vino después definen perfectamente a este señor y al gobierno que dirigió).
Antes de continuar, un pequeño inciso:
A finales de enero en una charla entre Casado y Aznar, en el Aula de liderazgo del Instituto Atlántico y la Universidad Francisco de Vitoria, este último dejó claro que el primero es su “jefe político” y “mucho más listo” que él. En principio dudaba de ambas cosas.
Pero tras la intervención, hace unos días, de Aznar, en el mismo escenario, deshaciéndose en elogios hacia la Presidenta de la Comunidad de Madrid y contando la siguiente anécdota: «durante una visita a Bill Clinton, éste le hizo una confesión: “José María, eres la persona que más envidio del mundo”. “¿Por qué?”, pregunta Aznar. “Es muy fácil, no sabes lo que yo daría por que Hugo Chávez me insultara a mí todos los días”». Ahora sí empiezo a creer que Casado sea mucho más listo que Aznar. Con todo lo que esto significa. Lo de la parte del jefe no me la creo, pues la ausencia total de liderazgo de Casado y de la musa de Aznar, Ayuso, están más que contrastadas.
Debo hacer dos aclaraciones, la primera es que “mandar” no implica liderazgo y la segunda, que para Aznar “liderazgo” es obedecerle y adorarle ciegamente.
Por si alguien tuviese alguna duda, el presidente de la FAES es el mismo que fundó el Instituto Atlántico de Gobierno. El mismo que elogiaba a Abascal cuando presidía Denaes (Defensa de la Nación Española). El mismo que como presidente de la FAES y junto a Denaes criticaba directa o indirectamente, una vez y otra y otra, a Rajoy.
Creo que nos hemos hecho una visión somera pero precisa de Aznar, Casado, Ayuso y Abascal. Ahora entrará en juego la siempre dicharachera Celia Villalobos quien, hace unos años, ante la pregunta de si en su opinión Casado es de extrema derecha, contestó: “No lo sé, yo creía que no, pero muchos de los que están a su alrededor y le han dado su apoyo, sí”. La sombra de la ideología ultraderechista es bastante alargada en el caso de Casado.
Regresando a la conversación que tuvo con Aznar en el Aula de liderazgo del Instituto Atlántico, Casado indica: “Son otros los que se disfrazan del PP” y el primero es él. Pues su discurso es el de Abascal y Vox es una escisión del PP, y ambos han estado, están y estarán apoyados, de diversas maneras, por Aznar. De hecho, Aznar aseguró que: “La fragmentación conduce inexorablemente a la derrota, y la unión puede conducir razonablemente a la victoria”.
Aquí, precisamente aquí, reside la clave del por qué Casado nunca será presidente. No tiene identidad propia. Casado con barba o sin barba, atacando brutalmente o intentando ser más moderado, sigue siendo Casado, remedo de Aznar al son que le marca Abascal y sin posibilidad de que el pueblo español le habilite como presidente, pues somos más exigentes que alguno de los evaluadores de sus másteres. Y los números no le acompañan ni lo harán. Partiendo de que los resultados de las urnas no son lineales desde un punto de vista matemático, pero sí muy aproximados, resulta que en las elecciones generales del 28 de abril, la suma total de votos del PSOE y Unidas Podemos es casi idéntica a la de PP, Ciudadanos y Vox. Porcentualmente vuelven a ser idénticas y en cuanto a escaños, similares con ventaja para los progresistas. En las del 10 de noviembre vuelve a ocurrir lo mismo, las fuerzas progresistas y reaccionarias quedan prácticamente empatadas en todo. Aunque los progresistas pierden algunos votos por la abstención. Los reaccionarios lo que hacen es intercambiar escaños, pero la suma total es muy similar. Muy especialmente en lo que su extrapolación implica en el Congreso.
Estas cifras nos proporcionan una fotografía muy exacta de las opciones políticas que votamos, y existe igualdad entre las fuerzas progresistas y reaccionarias, por lo que el Gobierno de la nación lo garantizan los votos de catalanes y vascos. Entendiendo todas las fuerzas políticas vascas y catalanas, en donde el espectro político también se mueve, grosso modo, entre progresistas y derechas. Los progresistas catalanes y vascos no van a apoyar a un Casado que es pura ultraderecha e iría acompañado sí o sí de Vox, ultra ultraderecha, ya veremos que ocurre con Cs; y los neoliberales vascos y catalanes no PUEDEN, ni quieren, apoyar a un Casado unido a Abascal.
Aznar no tenía ese problema. Las ultraderechas españolas (PP y Vox) con el apoyo de la derecha (Cs), a lo sumo consiguen moverse entre los 155/160 escaños, a años luz de los 176, para poder gobernar. De ahí los intentos, nada democráticos, de intentar derrocar a este gobierno progresista.
Está claro que para que las urnas vuelvan a dar una oportunidad de gobernar a este PP, transcurrirá más de una década. Y sólo hay un escenario posible para que eso ocurra: una distopía. Que el PP devore a Vox y Cs, vuelva a vender una falsa imagen de moderación, usen a los poderes fácticos, manipulen y recen, recen muchísimo para llegar a unos 170 escaños. Finalmente deberían engañar al PNV para que le apoye, pues de Catalunya, el PP, no volverá a conseguir jamás nada de nada.
Como verán, la conclusión es evidente: Casado nunca será Presidente del Gobierno.
En un futuro, los próximos gobiernos de España pasarán por donde han pasado siempre cuando no ha habido mayorías absolutas: por vascos y catalanes. Los padres fundadores de la democracia española, que aún se está construyendo, así lo quisieron y así la diseñaron. En ausencia de mayorías absolutas, vascos y catalanes tienen la batuta. España camina inexorablemente a permanecer varias legislaturas, al menos, en este escenario y las ultraderechas, encabezadas por PP, han roto la posibilidad de apoyo por parte de catalanes y vascos.
“La noche cae, brumosa ya y morada. Vagas claridades malvas y verdes perduran tras la torre de la iglesia. El camino sube, lleno de sombras, de campanillas, de fragancia de hierba, de canciones, de cansancio y de anhelo”. Platero y yo. Juan Ramón Jiménez.
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