En estos días miramos al cielo cuando las luces apagan la ciudad. Tumbados en la playa, en los montes cercanos, en medio de la mar remados por una barca mecidos por un mar en calma.
Pedimos deseos, las contamos y las dejamos de contar cuando ya no nos importa la cantidad sino la brevedad de su presencia, la fugacidad en un firmamento a millones de kilómetros.
Las percibimos como estrellas fugaces, son partículas de polvo del tamaño aproximado de un grano de arena que deja el cometa Swift-Tuttle en su órbita alrededor del sol.El efecto luminoso se produce cuando estos granitos atraviesan la atmósfera terrestre, atraídas por nuestro planeta, y se volatilizan. Lo hacen a unos 210.000 kilómetros por hora convierte en la tercera lluvia más intensa del año después de las cuadrántidas aunque las perséidas son las más populares por ser visibles desde el hemisferio norte durante el verano.
Hoy en mi pueblo, a las 23:15 se lanzarán fuegos artificiales desde todas las terrazas: el ruido y la pólvora cubrirán de luz los miles de ojos espectantes. Es la noche ilicitana de San Lorenzo.
Polvo de estrellas, perdidos en el universo conocido o ignorado.
¿Estaremos compuestos de esa química que viaja a velocidad supersónica? ¿Somos conscientes de la materia que construye nuestra conciencia? ¿Sabemos dónde estamos, a dónde vamos o el destino que nos espera?
No sabemos y por eso inventamos, imaginamos, ordenamos... pero las perseidas, y nosotros lo somos, son estelas captadas por otras estrellas fugaces.
El dolor, la pasión, la alegría, el amor, el olvido, los miedos; todo está hecho de ese polvo flotante que observamos como si durara la eternidad.
Los 13 de Agosto en el olor a pólvora, su humo blanco, el estruendo de los cohetes, me hacen deslizar algunas lágrimas por la gente que he querido y se convirtieron en luminarias. Su destello me indica que están, que viven en otras formas, en otras dimensiones.
El cañonazo lanza para Ceuta lágrimas de San Lorenzo. Lo mismo nuestra Septem Nostra es el destino de todas las estrellas fugaces, aunque nadie lo sepa.