La clase política puede buscar y ofrecernos las explicaciones que le vengan en gana a la hora de justificar los resultados. Son libres, tienen el poder. Los ciudadanos también podemos interpretar y sacar nuestras propias conclusiones, porque aunque quienes nos mandan sospechan que somos tontos, en realidad somos conformistas. La protesta social forma parte de una generación que no es la actual. A nosotros se nos va la fuerza tomando un café o actualizando nuestro estado en el facebook, poco más. Pero sabemos reconocer cuando tenemos delante de nuestras narices un buen político y cuando tenemos meros aprendices que han convertido eso de la representación del ciudadano en un negocio. Los que viven de la política intentan hacernos creer que luchan por nuestro bienestar, cuando lo único que han hecho es cargárselo. Si se lo recordamos se enojan cual niño chico cuando le quitan las chuches. Pero ¿estamos en lo cierto?
Vivimos sometidos a políticos con complejo de veleta. Los tenemos a nivel nacional, encabezados por un presidente, Rajoy, convertido en un artista de las falsas promesas, por mucho que aquí en Ceuta se esté sopesando ya hacerle una estatua en plan Hércules de Serrán Pagán. Capaces son. Nos meten a don Mariano hasta en la sopa con eso de tanto acordarse de Ceuta y Melilla. Ya ven, otra forma de insultar a la inteligencia del ciudadano, cuya preocupación es saber cómo va a llegar a final de mes y le importa un carajo si Rajoy cita 20 veces Ceuta o 200. Los orgasmos, para los despachos. En la calle la gente sólo tiene caliente la cartera, de tanto rascarla buscando algún euro. En Ceuta tampoco se salvan. El último pleno fue un ejemplo de lo que dan de sí. Alaska pedía hombres de verdad, nosotros nos conformamos sólo con políticos, que ya es bastante.