Los hechos que ocurrieron el 10 de diciembre en la confluencia entre el paseo del Revellín y la plaza de la Constitución están, a grandes rasgos, claros. Los agentes que intervinieron de la UIR y las dos mujeres adultas que fueron golpeadas con sus defensas básicamente han coincidido este martes en el Juzgado de Instrucción número 5 de Ceuta, en el que dos de los primeros y las dos segundas han declarado como denunciantes y denunciados, en que alrededor de las 19.00 horas un grupo de alrededor de 50 personas estaba festejando la victoria de Marruecos y se arremolinó alrededor de un grupo musical con un bombo.
Según el policía que ha declarado como testigo, una mujer de edad avanzada les avisó de que no podía circular y le habían puesto la bandera del país vecino en la cara, por lo que los agentes instaron al del instrumento más sonoro a dejárselo en custodia, algo que llevó a parte de la concurrencia a acusar de “racistas” a los funcionarios, que se vieron atosigados y tiraron de porra haciendo un “barrido”.
Una de las acusadas de un delito leve de maltrato de obra que imputa, a su vez, otro leve de lesiones a un subinspector de la UIR, interpeló a los policías sobre por qué la habían golpeado y en la refriega acabó usando el insulto “subnormal”. La tensión ambiental siguió creciendo y al final los agentes terminaron golpeando de nuevo con sus defensas tanto a esa mujer, Fatiha, como a Batoul (la otra denunciante-denunciada) y a su hija menor.
Hasta ahí el relato más o menos paralelo de los hechos, pero lo importante a la hora de dictar sentencia van a ser los detalles, los matices, en los que discrepan las partes. Los policías aseguran que las mujeres les “metieron mano”, “zarandearon” y “acometieron” hasta el punto de hacerles temer por su integridad habida cuenta de la “masa” de hasta medio centenar de personas que tenían alrededor. Las féminas, que han renunciado expresamente a recibir ni un euro, lo niegan de forma rotunda.
“Yo no sé en qué momento he pegado a los policías.... Le pregunté al oficial por qué me había pegado y no me respondió ni él ni el subinspector... Ni me acerqué ni le toqué la cara ni el chaleco, aunque gesticulo al hablar, como ahora, y yo lo que quiero es que se haga justicia porque no tienen derecho a pegar”, ha resumido Fatiha.
“No se puede tocar a la gente con uniforme, aquí y en Marruecos”, ha dado por obvio Batoul durante la vista, en la que además de los vídeos del suceso difundidos por redes sociales se han proyectado también los captados por las cámaras personales de dos agentes.
Según el agente P-128, que ha declarado como testigo, “si no usamos las defensas nos hubieran comido... Eran tres las que se interpusieron con malas maneras, agresividad e insultos para que no pudiéramos identificar a quien nos grababa las caras con su móvil, pero no estaban solas”, ha advertido: “Venía toda la muchedumbre”.
Sus compañeros, el oficial para el que la Fiscalía no pide condena y el subinspector para el que sí se reclama una multa de 3 meses a 8 euros diarios, han coincidido en que llegaron a la plaza de la Constitución para “ordenar el tráfico” y se toparon con “dos masas” que se agolparon alrededor de un bombo que retiraron con “plena colaboración” de su dueño, aunque el detalle encendió a los que celebraban la victoria de Marruecos.
“La muchedumbre empezó a increpar, insultar, amenazar, chillar y venir detrás nuestra… Pedí a un hombre que dejara de grabar, se negó a identificarse y al ir a llevarlo al furgón las tres mujeres lo impidieron”, han relatado los dos funcionarios acusados. En ese momento sacaron la porra “por primera vez” para hacer “un barrido en zigzag” que les permitió ganar 20 metros de distancia con la gente.
La Fiscalía ha preguntado repetidas veces por qué la defensa se blandió en ofensivo y no simplemente para contener o apartar a los presentes. “Ya estaban agresivos”, ha argumentado el oficial. “No es para causar daño, porque se da en las piernas, no en la cabeza o la nunca, y su uso no fue la primera opción, pero cuando hubo acometimiento hubiera peligrado nuestra integridad… Por desgracia fue necesario porque si no habría aquí algún policía con lesiones”, ha advertido.
“Usamos el protocolo: barremos, en nalgas, muslos o musculatura, pero éramos dos frente a 30 personas… Utilizamos las defensas cuando nos quedamos dentro de la melé con la fuerza mínima indispensable y para evitar que todo hubiera ido a más”, le ha corroborado su compañero, un subinspector con “30 años de experiencia”.
Su abogado ha basado su estrategia de defensa en que su actuación fue “necesaria y proporcionada” para “cumplir su deber” y sin “extralimitarse” “Si no protegemos a los agentes de la autoridad en el ejercicio de sus funciones mal le va a ir a esta ciudad”, ha advertido al cerrar el juicio, que ha abierto intentando sin éxito recusar al magistrado del Juzgado de Instrucción número 5.
Fatiha, la mujer que recibió tres porrazos, alguno en el antebrazo “para protegerme la cara, prueba de que no eran en zigzag sino que venían de arriba”, ha defendido que fue “educada” al preguntar a los agentes el por qué del primer golpe que recibió en la espalda. Después se enervó, ha reconocido, y se excedió.
“Me puse súper nerviosa y le dije ‘me hiciste daño, subnormal’. Voy a contar toda la verdad y solo quiero dignidad y justicia, ni un euro. No he pegado a ningún policía en ningún momento. Ni levanté la mano ni le toqué ni nada”, ha resumido antes de negar que el grupo estuviese bloqueando el Revellín. “Si hubiera hecho algo lo reconocería y no le habría denunciado”, ha insistido.
Batoul también salió con su hija, menor de edad, a “celebrar” la victoria de Marruecos sobre Portugal y se encontró con los músicos en el Revellín hasta que “de repente” intervino la Policía, se llevó al chico que tocaba el tambor y vio a los agentes “discutir” con Fatiha, a la que entonces no conocía. Tras pedir explicaciones “me cogieron del cuello y se metió mi hija a defenderme, por lo que se llevó otro porrazo”.
“NI insulté ni falté al respeto salvo cuando me golpearon y a mi hija, cuando le pregunté al agente si a él le gustaría que le hiciesen lo mismo a la suya, pero ni yo le falté al respeto ni ellos a mí”, ha añadido la mujer. “Una cosa es hablar y otra pegar”, ha referido. Igualmente ha negado haber “tocado” a los efectivos de la UIR. Tampoco “insultado”.
Tras escuchar a todos la Fiscalía ha considerado probado que al menos un agente se “extralimitó” en el uso de su porra. “Es fácil hacer una crítica, pero es difícil estar en ese momento y querían evitar un mal mayor”, ha alegado el abogado de los policías, que reclama su absolución. “Los funcionarios deben saber responder a un insulto de una mujer de otra forma que no sea golpeando con sus defensas”, ha condensado el letrado de las féminas.
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