A la Policía Nacional y, en concreto a la Brigada de Extranjería, le tocará el trabajo extraordinario de atender la tramitación de cada expediente de asilo en frontera solicitado por los inmigrantes subsaharianos que consiguieron cruzar a Ceuta este pasado viernes. Un trabajo ingente que se llevará a cabo sin medios extraordinarios, en plenas vacaciones y atendiendo, con los funcionarios existentes y las infraestructuras que hay, cada una de las peticiones cursadas.
Tal y como informó este sábado El Faro, los inmigrantes subsaharianos que llegaron al CETI pidieron allí mismo el asilo durante el proceso de identificación iniciado. Ahora se tiene que dar trámite a cada una de esas peticiones que supone un expediente de acuerdo a esta fórmula de protección internacional. Precisamente cuando se produjo la devolución exprés ordenada en agosto de 2018 por el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, las oenegés cargaron sus críticas al no haberse tenido en cuenta si se estaba ante peticionarios de asilo o menores. Un año después Interior da los pasos de otra manera. El ministro de un Gobierno en funciones no tiene tanta prisa ni ha ordenado por videoconferencia a la Policía y a la Delegación del Gobierno que quiera ver a los inmigrantes fuera en 24 horas, como sí lo ansió un año atrás.
La Policía Nacional tendrá que llevar a cabo con sus propios medios, disponiendo de la sede de la oficina de asilo en la frontera del Tarajal que nunca se ha empleado, todo un trabajo lento, que requiere de presencia de intérpretes, policías, abogados y que cuenta con la supervisión de oenegés, al objeto de garantizarse el cumplimiento de los derechos que asisten a los inmigrantes.
Respecto a entradas numerosas que hayan ocurrido antes, esta es la primera en la que todos los inmigrantes piden asilo. Precisamente los subsaharianos no suelen hacerlo porque su meta es cruzar a la Península lo antes posible e iniciar este procedimiento retarda esa salida que normalmente se produce en cuestión de meses. Este tipo de asilo se tiene que resolver no obstante en cuestión de días.
De momento no se puede llevar a cabo devolución alguna al vecino país que sí estaría dispuesto a admitir a los subsaharianos que cruzaron desde Beliones hasta nuestra ciudad.
Investigan posibles delitos tras la entrada: desórdenes, atentado y daños, entre otros
Tras la entrada a la carrera de 155 subsaharianos cruzando por el puesto de control de Benzú, se abrirá el procedimiento judicial una vez se reciba el atestado que presente la Guardia Civil sobre los hechos en el Juzgado de instrucción número 2 en funciones de guardia. Hay que revisar las cámaras en el marco de la investigación de la presunta comisión de delitos como desórdenes, atentado y daños, que habrían sido ocasionados solo por aquellas personas implicadas en los mismos. De los once guardias civiles lesionados, cuatro están de baja. Ninguno de ellos tuvo que ser evacuado al Hospital siendo tratados en la Clínica Septem. De los 16 subsaharianos heridos, solo uno tuvo que ser atendido de una fractura de un dedo del pie. Visualmente la zona dañada ha sido el puesto de control de Benzú en el que únicamente había dos guardias civiles.
Marruecos detiene y traslada a los subsaharianos que no consiguieron entrar; se habían organizado en cuestión de días
Los subsaharianos que fueron interceptados por los agentes marroquíes como participantes del cruce a Ceuta han sido apartados del norte y trasladados al sur, sin discriminar si entre ellos había menores de edad. Los integrantes de este acercamiento atravesaron el pueblo de Beliones a la carrera, sorprendiendo no solo a la Guardia Civil sino también a los agentes marroquíes confiados en que una entrada por Benzú era imposible. La última, de hecho, se registró en abril de 2016. Todas las demás fueron fallidas y la obsesión era blindar Berrocal y Sidi Ibrahim. Un día después de la entrada se han producido varios desplazamientos de vehículos cargados de inmigrantes y se rastrea las montañas en busca de los que huyeron. La población subsahariana espera en las próximas jornadas batidas y desmantelamientos en Tánger.
“Cuando hay movimientos por la valla siempre se llevan a cabo”, explican oenegés que trabajan con ellos y que muestran su preocupación por las detenciones masivas llevadas a cabo, estimándose en 400 las personas que se unieron, de madrugada, para entrar en la ciudad. La entrada se estudió en días: aprovechando no solo el cambio de turno sino la auténtica falta de vigilancia en el lugar. En Ceuta se habían ido los GRS, en Marruecos ni siquiera sopesaban lo que iba a suceder. Se bloquearon las garitas de vigilancia para poder entrar a la carrera. Los que optaron por sortear el espigón quedaron atrapados.
50 supuestos casos y una labor compleja y coordinada
Ciudad, Delegación del Gobierno, Sanidad, Justicia (Fiscalía), Ingesa, médicos forenses, Policía... distintos organismos y cuerpos de seguridad trabajan para la identificación de los 50 supuestos menores que formarían parte del grueso de 155 personas que cruzaron a Ceuta. De entrada las fuerzas de seguridad creen que no serán tantos, aunque hay que ir caso por caso. El viernes los trabajos duraron hasta bien entrada la noche iniciándose el procedimiento con una decena de ellos. Hay que hacerles pruebas médicas, trasladarlos a Policía, a Fiscalía... Son tareas que desde fuera se ven sencillas pero que tienen sus pasos y no precisamente rápidos. Hasta la semana próxima no se sabrá quiénes son realmente menores.
“¿Hasta cuándo tenemos que aguantar agresiones físicas y verbales?”
La Asociación Española de la Guardia Civil (AEGC) denuncia que los agentes ya están hartos de que se les considere “monigotes de feria a los que se puede agredir a sabiendas que no van a tener consecuencias penales”. “¿Hasta cuándo tenemos que aguantar agresiones físicas y verbales?”, se pregunta la asociación, que cifra en 21 los agentes que han recibido algún tipo de agresión de estas características en esta semana. Incluyen a los 11 de Ceuta, cuatro de ellos de baja, pero también a los de Ibiza, “donde 11 agentes resultaron heridos en la intervención que puso fin a una fiesta ilegal en las Playas de Comte” o el de Almería, que recibió “una brutal paliza por parte de un conductor al que había parado en la localidad de Cuevas de Almanzora”.
Respecto a Ceuta, la AEGC indica que los agentes no pueden defenderse porque nada tienen para ello. “¿Hasta cuándo tenemos que seguir soportando los guardias civiles ser el muñeco de feria al que todos pueden golpear sin tener ninguna consecuencia penal? Una vez más desde nuestra asociación exige tener la misma consideración jurídica que sí tienen los jueces que, desde sus juzgados, una y otra vez con sus actuaciones permiten que estas agresiones queden impunes, algo que no ocurre si los agredidos son ellos”.
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