Ha sido un rescate rápido que ha evitado lo que pudo haber sido una tragedia. Ha ocurrido esta noche en el
puerto de Ceuta y ha tenido como protagonista a un inmigrante marroquí que se encontraba en uno de los techos de las instalaciones portuarias. Sus gritos de socorro alertaron al
policía portuario que se encontraba en el tacón de embarque, quien acudió rápido hasta el lugar comprobando a qué se debían esos lamentos. El joven estaba a varios metros de altura y se veía incapaz de salir del lugar. En plena lluvia temía resbalarse. Una caída le podía costar la vida. De inmediato, según han narrado testigos presenciales a El Faro de Ceuta, se habilitó un rescate in extremis, contando con los
Bomberos que desviaron un camión escala para poder sacar al joven de esa altura. Así se hizo, garantizando la seguridad de este inmigrante, que fue entregado a la
Guardia Civil, cuyos agentes se hicieron cargo del mismo para su identificación.
Escenas como estas son comunes en un puerto que se ha convertido en una segunda frontera y en donde los inmigrantes arriesgan sus vidas constantemente y de miles de formas. La semana pasada también los Bomberos y la Policía Portuaria participaban en la detección y rescate de unos jóvenes que estaban ocultos en una batea en la que se habían escondido para cruzar a la Península. Es una forma de ocultación, como también lo es subirse a los techos para desde allí intentar colarse en algunos de los barcos arriesgando su integridad física. En una jornada de lluvia, con los techos mojados, podía haber ocurrido cualquier caída al vacío. Ya han fallecido inmigrantes de esta manera, otros han resultado heridos de gravedad. Los intentos a la desesperada por intentar el pase llevan a comportamientos extremos que se han convertido en santo y seña de nuestro puerto, enfrascado ahora en una política de blindaje mediante la construcción de muros.