Opinión

Cuando la poesía nos enseña el camino

Sánchez y el PSOE saben que de haber elecciones en noviembre los números no les dan. Seguirían sin mayoría absoluta y necesitarían de apoyo y abstenciones. Pero este partido, remedo del que nació hace 140 años en la madrileña calle de Tetuán, en una fonda a espaldas de la Puerta del Sol, hace tiempo que, parece, dejó a un lado la idea de formar un gobierno progresista para defender a la gente "normal".

Rescatamos de la memoria del tiempo las siguientes palabras, “Considerando que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una, la burguesía, que poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clases dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada. Que la sujeción económica del proletariado es la causa primaria de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento intelectual y la dependencia política. Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el Poder político, del cual se vale para dominar al proletariado. Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que las produce [...], el Partido Socialista declara que tiene por aspiración:

Primero: La posesión del poder político por la clase trabajadora.

Segundo: La transformación de la propiedad intelectual o corporativa de los instrumentos de trabajo (la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, etc...) en propiedad común de la sociedad entera [...].

En suma, el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora. Es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales”. Manifiesto fundacional del Partido Socialista Obrero Español (20 de Julio de 1879).

Sin irnos tan lejos ahora rescatamos del recuerdo lo que exponía Julio Anguita, coordinador general de IU, en Zaragoza en mayo del 95: “Las fuerzas económicas y los medios de presión ya han abandonado a Felipe González y adoptado a José María Aznar. Pero ambos son la misma cosa: Aznar, la derecha visible; González, la derecha enmascarada”.

Y, efectivamente, Felipe González prefirió pactar con la derecha nacionalista de CIU y PNV antes que pactar con Julio Anguita un programa de gobierno de izquierdas, dando la razón al político de izquierdas.

Antes de ayer, Anguita 2017: “El PSOE no tienen nada que ver ya con la izquierda. Hace ya décadas que no es la izquierda, es simplemente una especie de marca blanca de la derecha(…) Por tanto, aunque a mí me digan aquello de que en el PSOE hay mucha gente de izquierdas, eso para mí es totalmente irrelevante. No sirve para nada mientras esos militantes sigan manteniendo a sus dirigentes. El último caso lo vemos con Pedro Sánchez. Si alguien piensa que es la izquierda pues, francamente, creo que tiene unos elementos de análisis tan rudimentarios que diría que son prehistóricos”.

Prácticamente hace un rato: “Con el PSOE no se puede contar como fuerza de izquierda, en absoluto lo es ni lo ha sido en las últimas décadas. Basta con ver la política que ha hecho”.

Vayamos ahora al concepto “normal”, para ello rescataré unos versos de un poema de un autor inmortal, Mario Benedetti:

“Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme.

La gente que tiene tacto”.

No tengo nada más que añadir sino agradecer al maestro sus versos.

Antes de Benedetti, otro inmortal, Omar ibn Ibrahimal-Khayyami escribía, refiriéndose también a la gente “normal”:

“Pretender que el humilde devuelva en oro el plomo

que a él le han arrojado, y exigirle que pague

una deuda que nunca con nadie ha contraído,

es comercio de usura al que nadie está obligado”.

Retomemos la hipótesis inicial con una pregunta ¿por qué hace esto Sánchez y el PSOE?. Pues por encima del CIS (ya hablé en cierta ocasión del peligro de la TezanoCIS, enfermedad que hace confundir los deseos con la realidad y sumamente contagiosa para cualquier dogmático de las siglas y no de las actuaciones) y de Redondo (gran estratega del marketing, del que también hablé, pues es ahora el gran alquimista venido desde las filas del PP para buscar la piedra filosofal de la mayoría absoluta para el PSOE, o en su defecto, lograr la cuadratura del círculo para conseguir una mayoría de gobierno como forma de rendir pleitesía a sus elevados conocimientos políticos y éticos) lo hace porque cree que puede hacerlo.

Su ceguera cada vez menos democrática le hace centrar todos sus esfuerzos en un tacticismo que se resume en intentar reducir a la nada a Podemos, con Pablo Iglesias como principal objetivo, para que acepte “su lugar” en el bipartidismo/turnismo; y tras las hipotéticas nuevas elecciones no le quede más remedio que apoyar un gobierno del sacrosanto Sánchez de forma activa (como coalición proporcional, ahora sí, a los votos obtenidos; en sus cálculos eso significaría algún cargo secundario y ningún ministerio).

Si no consiguiera esto porque Podemos y sus socios demostraran la misma dignidad y entereza que se lleva demostrando desde 2014, se recurriría entonces a la formación naranja, de la que piensan también bajaría en votantes y estaría de esta manera más presionada para rendirse ante este Alejandro Magno de la política en el que cree haberse convertido Sánchez.

Hasta aquí todo bien. Todo bien en las trastornadas mentes que buscan, presionados o no desde Europa, desde los mercados, desde el Ibex, desde..., el bien propio. Personal o político. Enmascarándolo de bien común, sentido de estado o defensa de su partido. Es lo que suele ocurrir cuando llega la megalomanía y el todo soy yo. Pero la realidad es que no han sabido leer, ni tan siquiera de forma somera, el mensaje salido de las urnas el 28A y peor aún, viven ajenos a la realidad social de este país.

Podemos no es un partido más. Su propio nacimiento, la respuesta de la gente y las actuaciones desde los rincones más oscuros y hediondos del Estado, de un Estado mal entendido, han conformado y confirmado a Podemos. No intenten compararnos con otras fuerzas políticas, ni descontextualicen para hacer sus análisis políticos, pues no les saldrán las cuentas. Pero el gran problema es que las consecuencias de esos errores groseros las pagaremos y sufriremos todos los que representamos a esa “O” del PSOE y a los que ellos parecen haber olvidado en pos de resultados políticos.

La consigna parece ser, única y exclusivamente, llegar al poder. Por favor, aquellos en quiénes se ha depositado la confianza de formar gobierno (y por ser el partido más votado, debe liderar esa formación de gobierno), ¡recapaciten! No nos merecemos que no exista ese gobierno de coalición que la mayor parte de los y las españolas pedimos hace unos meses.

Sánchez pide “generosidad, responsabilidad y altura de miras”.

Estando todas de acuerdo, ¿podría comenzar usted dando ejemplo? Gobierno de coalición.

Concluiré este escrito con unos poemas, pues la poesía siempre suele ser camino y destino del ser humano, y la política no es ajena a ella.

Omar Khayyam nos indicaba la suma importancia de relativizar:

“Ven conmigo hasta el límite del desierto,

que acaba lo fértil y comienza lo yermo,

el sitio donde no pueden distinguirse ni príncipes ni esclavos.

Al Sultán en su trono podrías compadecer”.

Mientras Benedetti hacía lo propio con el valor del trabajo conjunto dejando atrás desconfianzas:

“Vamos juntos

Con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

compañero te desvela

la misma suerte que a mí

prometiste y prometí

encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

la muerte mata y escucha

la vida viene después

la unidad que sirve es

la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

la historia tañe sonora

su lección como campana

para gozar el mañana

hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

ya no somos inocentes

ni en la mala ni en la buena

cada cual en su faena

porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

algunos cantan victoria

porque el pueblo paga vidas

pero esas muertes queridas

van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero”.

“Al final, cuando todo se acaba, lo único que importa es lo que has hecho”. Alejandro Magno.

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