Son muchos los informes que recibo todos los días, este aunque sea, calificado, como uno más, lo he puesto el primero, por unas razones muy evidentes.
Me dio lástima que un hombre como un castillo de anchura y altura, me viniera, casi llorando, explicándome un día a día que tienen que soportar, en un lugar muy estratégico y delicado de nuestra geografía caballa.
Teniendo que asumir órdenes de diferentes flancos, como Hacienda, Sanidad Exterior, más las propias de sus mandos de Unidad.
Una presión que están soportando, que significa una desventura, cuando las personas que son tocadas por la desafortunada pérdida de sus codiciados productos, que fueron adquiridos o regalados por familiares en el Reino de Marruecos y que, al entrar en España, pasan a los arcones de congelados, si son productos derivados de animales como: huevos, mantecas, productos lácteos, pescados, carnes.
O a los bidones especiales para reciclar el aceite de oliva sin etiquetas, precintos, con la calidad resguardada con Sanidad marroquí.
O directamente a la basura, los productos manipulados, pasteles, que no tengan una precinta de Sanidad.
Todo está bien recogido en las páginas del Consulado de Marruecos.
Pues a la altura que estamos siguen sin enterarse, siento un verdadero quebradero de cabeza, para los agentes destacados en la frontera con Marruecos, más concretamente en el Tarajal.
Un “Padre Nuestro”, que es una irritación tras otra, donde más de una vez han salido insultados, y con intentos de agresión por parte de estos ciudadanos tanto con residencia en España, como de la Comunidad Económica Europea, alegando: “Que no sabían lo que podían portar, y que siempre han llevado estos productos y que nunca le han dicho nada”.
“No vale la mano izquierda, ya que siempre querrán tener la verdad en su ser”.
Abogan al retorno, cosa que desde primero de mes no se puede hacer.
Muchos bidones están llenos de estos productos y son una verdadera lástima, pero las imposiciones de Hacienda y Sanidad prevalecen.
Y la interrogante de que se le podría dar una salida buena a estos productos como organizaciones benéficas, como Cruz Blanca, pero tropezamos con el inconveniente de carecer de un veterinario para dar un visto bueno, incluso la infraestructura que había ha sido desmantelada.
Y mientras los pobres guardias civiles van dejándose la piel, son criticados por todos los medios y son acusados de quedarse con los productos que son confiscados.
Muy lejos de la realidad. Donde ellos decomisan, pero son meros represores de unas normas dictadas por el Gobierno.
Esperemos que todo vuelva a la normalidad, como desea una gran mayoría de estos hombres y mujeres que están pasando, continuamente, por la frontera entre Marruecos y España y que desean, por vecindad poder traer lo que quieran sin ningún tipo de restricción.
Y los bochornos, malos modos, insultos y desacuerdos sobre los pobres agentes destacados en esta frontera desaparezcan y puedan hacer su labor con una tranquilidad que actualmente no tienen nuestros agentes destacados en esta frontera hispano- marroquí.
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