Opinión

¡Pobre España!

Siempre he sido de los que creen que cada nación es responsable de lo que le suceda, al menos en la llamada sociedad occidental o democrática a la que pertenecemos (por ahora).

Esta es la razón por que no entiendo que nos llevemos las manos a la cabeza, o el alarmismo generalizado, por el “montaje” del referéndum del día 1 de octubre (1-O) para “independizarse” de España. Y digo montaje porque ellos ya tienen decidido todo incluso la participación y el resultado, en consecuencia: “la independencia” de la patria común. Y entrecomillo independencia porque también es una mentira. Ellos quieren la misma separación de muchos de nuestros jóvenes: que España les pague el alquiler del apartamento, les dé de comer sábados y festivos y les lave la ropa sucia, o sea: lo mío es exclusivamente mío y lo vuestro es de todos.( Incluida la Liga y el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA).

Alguien a estas alturas puede pensar que van a dar marcha atrás, o que es posible que acepten la ilegalidad del esperpento de referéndum de pacotilla que han montado, con urnas (perdón cubos de basura o tuperwares opacos), papeletas impresas en la fotocopiadora de un tal Rufián- nunca un apellido hizo tal honor al personaje-, o censo de la guía telefónica. Son conscientes que el Estado ha sido y es permisivo con sus deslealtades.

Este 1-O (escribo este artículo antes de esa fecha) no es sino el resultado de una dejadez de más de treinta años por parte de los dos partidos que han gobernado España, el Partido Socialista (PSOE) y el Partido Popular (PP), por ese orden, que han ido cediendo y cediendo a los chantajes nacionalistas anteponiendo los intereses generales a gobernar.

Se ha consentido que el castellano o español pase a ser residual -cuando no perseguido en toda Cataluña-, a enseñar en los centros educativos universitarios y no universitarios una historia inventada y de odio al resto de los españoles, a querer y lograr mayor cotas de financiación e inversión a costa del resto de regiones españolas, y lo que es peor, aceptar el desprecio e insulto de forma continuada a los símbolos de España: El Rey, la bandera y el himno nacional.

El problema no es el 1-O, sino que van a hacer las instituciones y partidos constitucionalistas el día 2 y siguientes de octubre cuando los “tontos útiles”, entre los que por desgracia se incluyen un sector de los medios de comunicación y un sector de la Iglesia Católica y esos dirigente políticos defensores de “la nación de naciones” o “el Estado plurinacional”, que le hacen el juego a podemitas, batasunos y separatistas que quieren acabar con España, digan que hay que volver a la senda del diálogo y la negociación. ¿Qué diálogo? ¿Qué negociación?. No se enteran que los separatistas no aceptan la ley y sólo tienen una idea. Ya algunos ministros se equivocan si esperan que se van a conformar con más dinero. Cogerán el dinero y seguirán delinquiendo.

Si tanto les preocupa a nuestros políticos el sentir de la calle, es decir, los votos, pregunten al resto de los españoles, que somos el 90% de los cuarenta y cinco millones de españoles y no somos separatistas y le diremos alto y claro: Que se aplique estrictamente la ley. Que los sediciosos, pero todos: mosos de escuadra, profesores, funcionarios..., sean llevados ante la justicia y paguen por el golpe de estado que han intentado llevar a cabo, porque es eso de lo que se trata este pulso soberanista, un golpe de estado.

Por eso, deben de ser juzgados por los delitos de rebelión y sedición de los artículos 472 y 544 del Código Penal, con los agravantes de reiteración y alevosía. Además de aplicar la Ley de Seguridad Nacional y el artículo 155 de la Constitución ( que para estos casos se puso).

Pobre España donde se llama ultra y fascista al que ondea la bandera nacional. Pobre España que consiente que en Cataluña no se pueda hablar en castellano, se adoctrine y utilice a menores en actos ilegales. Pobre España si nuestros políticos no son capaces de cortar de raíz el separatismo tan arraigado y consentido durante tantos años.

En la facultad de Historia nos enseñaron que esta se repite cíclicamente, y por ello, es bueno aprender del pasado para no equivocarse en el presente. Ruego a nuestra clase política que relea las Guerra Púnicas entre Roma y Cartago, y aprendan como Escipión Emiliano puso fin a la tercera y última confrontación, haciendo buenas las palabras de Catón el Viejo: “Delenda est Cartago!, ¡Cartago debe ser destruida!”.

Nada más: !Viva España¡ (a riesgo de que algún idiota me llame facha).

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