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El nuevo libro de Pleguezuelos analiza Ceuta de la Dictadura a las puertas de la República

El Instituto de Estudios Ceutíes (IEC) comunica que el próximo jueves 16 a las 19.30 horas se presenta en la Biblioteca Pública del Estado Adolfo Suárez de Ceuta un nuevo libro del profesor José Antonio Pleguezuelos Sánchez. En esta ocasión, el biógrafo de artistas tan contrastados como Mariano Bertuchi, José Cruz Herrera o Rafael Argelés, toca un tema denso, sustancioso y delicado; nos referimos al periodo comprendido en Ceuta entre 1923 y 1931: la Dictadura de Primo de Rivera y el Gobierno de Berenguer.

A primera vista, nada más tener el libro entre las manos, se percibe que es un compendio potente que rezuma cariño y generosidad. También se percibe que está pensado tanto para leer, con letra generosa y párrafos nadando libremente en un ambiente holgado, y para visualizar, como lo indica la gran cantidad de imágenes, cuadros sinópticos, resaltes, cuidada maquetación, etcétera. El propio autor se delata en la Introducción: “He sentido la necesidad vital de volver a mis orígenes en Ceuta, la ciudad donde vi la luz, la ciudad donde nació mi padre, la ciudad que acogió a mis abuelos en aquellos años de plena expansión urbanística y demográfica, de claro corte andaluz, a la que acertadamente Manuel Gordillo denominó ‘marcha sobre Ceuta’, en su ya clásico Geografía urbana de Ceuta”. Con tan nobles principios, indudablemente no cabe una publicación constreñida, agolpada y atropellada; y aquí se nota el equilibrio entre el continente y el contenido, las ganas de transmitir de una manera, al menos, agradable; sin olvidar, claro está, lo evidente y sustancial.


Así pues, “con este simple programa de intenciones, plagado de nostalgia e infinitos recuerdos”, Pleguezuelos reconoce que empezó a afrontar las primeras líneas de este trabajo. Pero pronto tuvo que, como indica el autor, desprenderse de la carga emocional para enfrentarse “con la realidad de los archivos, bibliotecas, hemerotecas y fototecas”.

Para poder enfilar tan formidable empresa, el autor ha contado, no sólo con variados fondos archivísticos de todo tipo, sino con una significativa bibliografía de carácter local, donde autores tan consagrados como José Antonio Alarcón, Alberto Baeza Herrazti, José Mª Campos, José García Cosío, José Luis Gómez, Manuel Gordillo, Carlos Rontomé, David Schiriqui o Francisco Sánchez, ya habían tratado diversos aspectos de esta época. Y esta riqueza bibliográfica ha sido posible al esfuerzo de contadas y arriesgadas iniciativas particulares y, sobre todo, a los servicios de publicaciones del Archivo General de Ceuta y del Instituto de Estudios Ceutíes; dos entidades de fuste de la ciudad norteafricana.


Ante tan variada bibliografía de diverso signo, este trabajo adquiere por derecho propio la cualidad del sincretismo; un sincretismo sin espinas, centrado y enfocado con honrosa sencillez, realzado con nuevas aportaciones, dando una visión global de la Ceuta de hace casi un siglo. Intentar aunar tantos matices, caras y niveles de un periodo tan convulso no es tarea frívola; pero aquí se ha sorteado el reto, al menos, con una finta digna. No obstante, se echa de menos algunos aspectos resbaladizos de la vida de la ciudad. Suponemos que cuando se abran al público nuevos archivos de la época se podrán tratar con más profundidad esos terrenos tan inestables.

En el aspecto formal, este esfuerzo comunicativo se visualiza en un volumen de buen formato a lo largo de más de trescientas cincuenta páginas plagadas de un centenar y medio de imágenes (todo un gozo para la Historia gráfica). Un trabajo bien estructurado que sigue la cronología de la ciudad paso a paso a lo largo de ocho años, salpicado de epígrafes monográficos que, aunque a veces rompen el hilo del relato, también ayudan al lector a comprender mejor la narración, a la vez que abundan en la intrahistoria del periodo. Encajar este singular puzle de tan copiosa y variopinta información y aclaraciones con cierta solvencia –contiene más de mil doscientas notas-, suponemos que ha requerido generosas dosis de paciencia y tesón encomiables.

En cuanto al contenido, el volumen se centra principalmente en la Dictadura de Primo de Rivera; no obstante, un primer capítulo nos recuerda en qué condiciones partió Ceuta a principios del siglo XX, y el último lo cierra el Gobierno de Dámaso Berenguer. Entre medio unos años muy intensos cargados de acontecimientos de todo tipo, que se han dividido en dos partes. La primera abarca desde los meses previos a la Dictadura hasta el fin del Ayuntamiento, en el otoño de 1926; la segunda comienza con la Junta municipal y acaba en los primeros meses de 1931.


En Ceuta se produjo, como bien señala José Antonio Alarcón en su trabajo ‘La dictadura de Primo de Rivera y la transición a la República’, “la revolución desde arriba”. Esta “revolución” va a tener, como todo régimen, sus luces y sus sombras, aunque se va a palpar a lo largo de la exposición que el poder militar se impuso de forma rotunda sobre el civil, quedando las libertades ciudadanas muy mermadas; al igual que el Ayuntamiento de Ceuta se convertiría en una Junta municipal, desgajándose de la provincia de Cádiz, con un futuro muy incierto al pasar a depender de la Alta Comisaría.

No obstante, también el lector podrá percibir que Ceuta vivió un periodo económico expansivo, abriéndose, no sin dificultad debido a las trabas burocráticas, hacia el Campo Exterior, que atraía como un imán a una población inmigrante; periodo que va a configurar una ciudad más moderna y cosmopolita, dotada de más servicios, con una personalidad que en algunos aspectos ha perdurado hasta la actualidad, pero muy distinta al penal que subsistió hasta 1912. Durante este periodo expansivo se va a configurar en la ciudad una pujante clase obrera, a la vez que se va a forjar una nueva clase media (pequeños comerciantes y empresarios, profesionales, obreros cualificados…), que a partir de 1930, tras dimisión de Primo de Rivera, van a demandar de forma urgente más participación ciudadana. Sin embargo, muchas cuestiones quedarían por resolver del todo (inmigración, empleo, vivienda, educación, sanidad, etc.). Era lógico y a la vez sangrante: se había producido un verdadero tsunami inmigratorio, pues de los algo más de veinte mil habitantes de 1910 se había pasado a los más de cincuenta mil en 1930 –en 1929 más de cincuenta y dos mil-. Estos problemas se empezarían a agravar con la finalización de la susodicha Guerra del Rif y la consiguiente reducción de tropas –muy sentida fue en Ceuta la disolución del regimiento del Serrallo basado en cuartel del Rebellín-, y se van a solapar con la depresión internacional de 1929; crisis que va a mostrar su peor cara en los años treinta. Todo ello contribuyó a que la bipolaridad social –la carcoma de la convivencia- no pudiera ser sorteada de forma satisfactoria.


Mirando al panorama nacional, el 13 de septiembre de 1923 el general Primo de Rivera impuso una Dictadura en una España inmersa en un mar de problemas y dificultades. Desde 1917, el sistema liberal, representado por la monarquía parlamentaria, estaba francamente amenazado por una revolución encubierta (atentados, desórdenes, huelgas interminables…), agravada por severos problemas sociales y una guerra interminable en el norte de África. Todo ello formaba una amalgama que estaba socavando las estructuras del régimen de la Restauración; régimen que tampoco supo resolver los retos que se le presentaban. En un principio, la Dictadura logró que la sociedad viviera unos años de cierta calma social y desarrollo económico, al igual que resolvió el enquistado problema de la Guerra del Rif. Sin embargo, como apunta Fernando Díaz Plaja en su libro Otra Historia de España:

“La prueba de que la llamada a los poderes excepcionales estaba en la imaginación de todos los españoles es la reacción de un periódico liberal como El Sol, aceptando alborozado la llegada del gobierno militar y a Bagaría, el dibujante defensor encarnizado de las libertades cívicas, aplaudiendo en una caricatura la limpieza de una charca de la que salían unas ranas y sapos con la figura de Alba, Romanones, Ossorio, Sánchez Guerra, los grandes fracasados.

… Pero en el pie de otro dibujo de Bagaría advertía Juan Español al militar, que lavaba un trapo con el letrero de ‘libertades públicas’: ‘Oye. Cuando lo tengas bien limpio y purificado, ya debes saber que tu obligación es devolvérmelo’.

Primo de Rivera no lo hizo”.

Como dice Ramón Tamames, un régimen que, pretendiendo salvarla, acabó con la monarquía de Alfonso XIII y propició la proclamación de la II República.

En definitiva, nos enfrentamos a un volumen agradable visualmente, de tamaño respetable –indudablemente no es un libro de bolsillo-, con abundancia de datos e imágenes para leer o simplemente ojear con calma, que forjará al lector una idea muy ajustada y poliédrica de la Ceuta de los años veinte, sin olvidar el panorama nacional e internacional. ¿Se convertirá Ceuta 1923-1931, de la Dictadura de Primo de Rivera al Gobierno de Berenguer en un libro de consulta? ¿O simplemente quedará para decorar vistosos anaqueles? El tiempo lo dirá…

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