Plazas tristes para niños felices

Sustancialmente pocas cosas hay que diferenciar en los comienzos de temporada. Porque el mes de Septiembre es el mes por excelencia para emprender de nuevo la rutina. Aunque las vacaciones hayan quedado muy lejos, incluso es posible que más de uno se quedara sin ellas, todo parece comenzar en el mes de Septiembre. Los propósitos, las aspiraciones olvidadas que se recargan de energía, los gastos, las aspiraciones olvidadas que se esperan consagrar, intentar conseguir un poco de ocio en alguna parte y las aspiraciones, que seguirán siendo eso, anhelos para ser un poco más feliz. En definitiva Septiembre.
Si la incorporación a los colegios es una realidad y para muchos padres esta sí es una consagración en toda regla, las aulas sin acondicionar es un titular que nadie anhela pero que se repite cada año, por las mismas fechas, con los mismos centros o distintos, pero con las mismas víctimas, los niños. Y no es un coto exclusivamente local, el territorio nacional viene bien despachado de instalaciones obsoletas y acondicionamientos precarios. Debe ser esto porque para algunos, los responsables de la educación, al menos eso me parece a mí, el mes de Septiembre no es tal. Quizás porque vivan en permanente estado estival y en las mesas de sus despachos en lugar de informes de estado se deshiela una caipiriña o un mojito, ese bebida tan de moda ahora a golpe de cadera. Si ayer arrancó las aulas en periodo de adaptación, muchos alumnos seguirán  pegados al televisor siguiendo las aventuras de Bob esponja, en el caso de los más pequeños, o Dora la exploradora. Ambos muy educativos. Yes, of course.
Y así está el panorama año tras años, curso tras curso, este en concreto aderezado por una posible nueva reforma del calendario estudiantil.  Seguramente esta reforma no incidirá de forma significativa para que todos nuestros hijos acudan a sus centros educativos en el primer día estipulado. Lamentablemente a no ser que el gobierno te rasque el bolsillo, nadie acude a la Plaza de los Reyes a reivindicar nada. Tal vez sea porque la plaza, la misma que alguien, por fin, se ha dado cuenta, que es triste, aburrida e incolora, falsamente moderna, está tomada por subsaharianos y tanta petición junta puede confundir a las altas esferas. A ellos los acabarían acomodando en aulas decentes y a los pequeños le darían  libertad de elegir compañía marítima. En pleno siglo XXI, así, en carácter romano que impone más, sigue habiendo enunciados sociales capaces de dejarte con la boca abierta. Por cierto, una reforma más en el calendario cómo dejaría el nuestro, el de aquí, el de ahora pongo esta fiesta para quitar esta otra, ahora no hay clase y a lo mejor pasado sí.
El mes de Septiembre, además de volver con la Pantoja a todas horas en todas las cadenas, la actividad política reemprende su camino hacia la Moncloa. Es como un peregrinaje eterno, más eterno aun que el de este año  Xacobeo. Los instalados ven peligrar su permanencia y eso que el pequeño habitáculo no es de propiedad.  Y los aspirantes por ahí andan, de inmobiliaria en inmobiliaria a ver quien oferta mejor. Por aquí las cosas están claras en cuanto al bloque político. Los rumores apuntan nombres y apellidos. Algunos desaparecidos han emprendido su actividad social a golpe de bañador y toalla, porque una persona en bañador se te hace más cercana, más vulnerable y las miserias menos miserias son. Por lo tanto todo indica que las nuevas incorporaciones darán mucha tinta que gastar o teclado que pulsar o micrófono que empuñar. Será este nuevo frente igual, más o menos “popular”
Entre populares anda el juego. Por ejemplo y saltando unos kilómetros hacia arriba, el anécdota político del mes será sin lugar a dudas el temor a llamar a ese tal Neira por su nombre. Naturalmente cómo se digiere que “el observador del mal trato” sea borrado de un plumazo. Ya no existe el cargo. Ya no hay malos tratos que observar. Ya puede usted compaginar libremente su labor tertuliana en los platós de televisión. Usted y su mujer. Es un sin sentido, pero en política es tanta la delicadeza que se gastan en según qué cosas… Sobre todo tratándose de aceptar una errata con buena fe y admitir que este señor no debía haber ostentado en ningún caso un puesto igual o similar. Estamos ante la mejor campaña publicitaria para dignificar la mujer maltratada. Por ello quién se puede extrañar porque existan aulas inhabitables, o grupos políticos carente de sentido  o plazas tristes para niños felices.
Dejando la sorna a un lado, el que subscribe, usted que lee, mandaremos un abrazo en medida de lo posible a todas esas víctimas que jamás pensaron la fatal finalidad que puede haber en un viaje por alta mar. Felicitar a todos los profesionales locales que estuvieron cerca para informarnos de tan trágicas y lamentables noticias.