La semana pasaba salí a pasear por Hadú con la intención de buscar promarroquíes y ver con detalle la Plaza Nicaragua. Pensaba que los promarroquíes llevaban algún distintivo para poder identificarlos, pero no tuve suerte. No me desmoralicé por mi incapacidad en localizarlos, porque vi una Plaza llena de niños jugando y sus respectivas madres, padres o abuelos haciendo el retén pertinente para que sus pequeños no sufran ningún inconveniente. Allí estaba Fernando Sotomayor, presidente de la Asociación de Vecinos, que ha hecho una labor excelente en favor no solo de los vecinos de la Plaza, también de todos los vecinos de Hadú que pueden disfrutar de ella.
Pero hoy no iba a escribir de esto, ni de lo injusto que es que Haddu Amar, agredido brutalmente, tenga que trasladarse a Cádiz por sus propios medios mientras se subvenciona a un equipo de fútbol con más de 4 millones de euros. Pero esto son cosas menores, aquí “en Ceuta” nos centramos en cosas importantes como tener un buen equipo de futbol, buscar promarroquíes o fantasmas.
Iba a escribir sobre el artículo de ayer de Carmen Echarri, titulado "delitos ecológicos y actuación", que iba acompañado de una fotografía que ilustraba semejante marranada. Iba a escribir sobre eso -perdón por la redundancia- cuando se me vinieron a la cabeza antiguas marranadas. Marranadas como la antigua Plaza Nicaragua para contraponerla con lo bonita que ha quedado ahora. Muy bonita, aunque tenemos que reprochar a nuestros representantes los años en acometer la remodelación para que los niños de Hadú puedan disfrutar de tan maravilloso entorno.
Siguiendo con el tema que nos ocupa, no tengo la menor duda de que para que una ciudad esté limpia hay que educar a los pequeños y menos pequeños en la necesidad de no arrojar nada a la calle y también hay que recordarles a los políticos responsables de ese menester “tener la ciudad limpia” que hay que valorar el número de contenedores a distribuir para que nadie se vea en la obligación de dejar bolsas en el suelo que afean el entorno de esta plaza por falta de tal utensilio.
Pero si los ciudadanos le dan una pasadita al artículo de Carmen Echarri, coincidirán conmigo en que la mierda y vertido del lugar “no es flor de un solo día”, que tanta mierda es el resultado de la dejadez y la falta de voluntad de impedir que unos incívicos creen un vertedero donde les plazca.
Hablando de educar no debemos de olvidar que también se educa con el bolígrafo cuando se utiliza contra los que arrojan basuras sin pensar en los vecinos, ni en el daño que hacen a la imagen de la ciudad y que dedicar tiempo a localizar a estos incívicos no es tiempo perdido.
Ya termino y si me permiten, deseo informar a un lector que intenta insultarme -que no lo hace- cuando escribo de subvenciones de fútbol que el que toca la guitarra es Fran Amado, el que se iba supuestamente de fiesta y de copas antes y después del partido sería Fran Amado, al que no tengo el gusto de conocer.
Yo sólo soy un ciudadano que prefiere que el dinero público se gaste en tener una mejor sanidad, en trasladar a los enfermos a la península, en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, en educar en tolerancia y en la necesidad de respetar a los demás por muy distintos que sean.
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