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Playas de Ceuta

Desde que tengo uso de razón, he disfrutado de las playas ceutíes. A mi padre siempre le gustaron los baños y desde muy pequeño recuerdo mi afluencia a la que solían denominar “la playa Nueva”, pero que yo conocí siempre como “El Chorrillo”. Probablemente debía su nombre a un manantial existente donde estaba la vía del tren y que resumía a la playa, hasta la construcción de la nueva carretera, hoy llamada Avenida de Martínez Catena.
En mi niñez, era una playa de reciente aparición. Hasta el inicio de los años treinta del siglo XX, no se inicia la arribada de bañista a este lugar. A mediado de esta primera década, finaliza la construcción del Puente de Nuestra Señora de África y la carretera nueva Ceuta-Tetuán. Tuvieron que pasar algunos años, para que los arribazones de arena que unas veces trae y otras lleva, los temporales de levante, sedimentaran en este lugar y formaran la playa.
Por entonces la zona de baños más importante que poseíamos,  se extendía desde el inicio del Muelle España, hasta el lugar que hoy se ubica la Casa del Mar, donde existían unos arrecifes muy ricos en mariscos  conocido como la Puntilla. De aquí años más tarde, arranca la construcción del muelle de Poniente que al principio se conoció como de “La Puntilla”.
La playa era denominada “de los Mártires” o “de la Sangre”, en memoria a que en este lugar en 1227, se produjo el sacrificio de San Daniel y sus compañeros mártires.
La playa de los Mártires o de la Sangre poseía una arena de color rubio y granulado muy fino, como también era de este mismo tipo, los bajos del Paseo de las Palmeras -cuando era un balcón abierto al mar-, o la playita del Cristo, que más tarde fue conocida como la “playita del tintero” dado que allí se instaló un barracón donde se daba tinte a las redes de las artes de “cerco”. Su propietario fue don Sebastián López Sánchez. Años más tarde este lugar también fue conocido como “playita del CAS”.
Me contaba mi padre, que los jóvenes de Plaza de África y sus aledaños, solían acudir a la bella playa de “Los Martires” para coger coquinas y navajas. Más tarde la construcción de los muelle Alfonso XIII -hoy muelle España- y Cañonero Dato, hicieron desaparecer este entrañable lugar.
Si nos situamos en aquellos años, donde se acomete casi al mismo tiempo las construcciones del Puente de Nuestra Señora de África, carretera nueva, muelle Alfonso XIII y Cañonero Dato, la gente de Ceuta no tenía donde bañarse. Por entonces se solía ir a todos los lugares andando, no existía como hoy la facilidad de desplazarse de un lugar a otro en pocos minutos. Por lo tanto la playa de Torrecilla -mal llamada por muchos ceutíes del Desnarigado o de la potabilizadora-, quedaba lejos. San Amaro algo más cerca pero una playa muy incómoda por falta de arena y exceso de canto rodado de gran tamaño, que dificulta caminar por ella, además del inconveniente de la frialdad de sus aguas, algo que no gusta a todos -esta playa solo posee arena en la zona más cercana al Muelle Alfau-.
La barriada del Sarchal, estaba totalmente deshabitada y nadie con dos dedos de frente, se bañaría en un lugar de tan difícil acceso. Refrescarse en sus cristalinas agua para luego subir la rocha, no compensaba en demasía. Lograda la cima con el calor del verano, le era preciso otro baño más intenso aun.
Tras esta analítica, solo nos queda “La Peña”. Este lugar rocoso no puede denominarse playa. Que en su momento, ante los hechos que expongo con anterioridad, la afluencia de bañistas fuera importante, la puede definir como zona de baños, pero nunca como playa.
Por las décadas de los cuarenta y cincuenta, tuvo su esplendor, especialmente para la gente joven, que se adapta a cualquier lugar, y muy en particular para los vecinos de la Glorieta del Teniente Reinoso y sus alrededores dada su cercanía. Mi padre de soltero también fue “adicto” a la Peña y yo también me di mis chapuzones alguna vez que otra, invitado por mis amigos Enrique Blanco y su sobrino Paco de León.
Francisco Luque -amigo al que tengo en gran estima-, en su libro “Historia de una vida” realza esta zona de baños de Ceuta y hace un cariñoso recordatorio de Juanichi y su familia, que poseían un barracón y allí acudían los bañistas para que les extrajeran las púas de erizos, o le aplicaran un remedio para las picaduras de anémonas u ortigas de mar. También elabora una relación extensa de bañistas que me consta, formaron un esplendido grupo, pero todo de gente joven. A los mayores les gusta más tumbarse a tomar el sol en lugares más cómodos, que rasgarse un pie con una roca. Aquel grupo entre otros, lo componían: Rafael Orozco, Paiño, Enrique y su hermana Tere Blanco, Alejo, Luis y Pepe Ragel, Los hermanos Velázquez, Antonio y Vicente Soler, África Cubell, Juan Furrasola, Miguel Gil, y un largo etcétera. Pero todos por entonces eran jóvenes. Ya nos gustaría volver a aquella edad, aunque tuviéramos de nuevo que bañarnos en aquel lugar, al que se accedía por Fuente Caballos.
A mediado de los cuarenta, ya va tomando forma la playa del Chorrillo, que muchos la llaman “la playa nueva”. Los temporales de levante y la dinámica marina, han originado que arribazones de arena se adosen junto a la muralla de la carretera Nueva, formándose así la que sería la primera playa urbana de la ciudad. Medio siglo después, al final de la década de los ochenta, el aporte natural de arena no era el suficiente y la afluencia de bañistas se había multiplicado, de esta manera, las autoridades consideraron conveniente regenerar la playa, y hoy es un bonito balneario donde los ceutíes pueden disfrutar bañándose en sus cálidas aguas, o tostándose al sol.
En mi niñez y juventud, era costumbre ir a la playa por la mañana. Hoy esa tendencia ha dado un gran giro y las playas suelen ser más visitadas por la tarde. Yo las sigo disfrutando matinalmente.
Desde muchos años antes que la playa de la Ribera se oficializara como zona de baños, Mi padre y mi tío Jesús, acudían allí muchos domingos. Los dos de niño solían bañarse en este lugar, vivían junto al Asilo Viejo y dada su cercanía y que el puente de Nuestra Señora de África no existía, era la playa que tenían más a mano. Se situaban en el lugar más cercano al antiguo Torreón de San Luis -apartado de las viviendas-, donde años más tarde, una vez oficializada, se instaló una escalera de acceso. En la década de los sesenta, se derribaron las viviendas allí existentes y el lugar se adecuó como zona de baños, arrebatándole al Chorrillo el honor de ser la playa más urbana.
Uno de mis postreros trabajos al servicio de la Asamblea, fue la adecuación  como zona de baños de la playa de Miramar. Las playas siempre han sido mi pasión y cuando el año 1992, fui requerido por don Andrés del Rio -por entonces concejal de Medio Ambiente-, para prestar mis servicios como funcionario en ese área y a la vez, hacerme cargo del tratamiento de las playas de la ciudad, mi alegría fue inmensa. Si en mis ratos de ocio, gustaba de escaparme y disfrutar de ellas, ahora tendría que visitarlas todos los días por obligación. La orden más gratamente recibida por mí en toda mi existencia. Algún día tendré que escribir un artículo sobre el Señor del Rio, el único político con el que he trabajado y me demostró que llegó al Ayuntamiento con la idea de hacer gestión y no a lo que se dedican la mayoría. Así nos luce el pelo.
Durante el Protectorado Español en Marruecos, tuvo su momento de esplendor la playa del Tarajal. En este lugar se instalaba todos los años, un chiringuito muy popular en Ceuta, que conocíamos como “Bar Chiclana”. Tras “El Tarajal”, hallábamos la playa de “”Los Alemanes”, lugar que solía visitar todos los domingos y días festivos con mi familia. Esta entrañable playa, poseía un arroyo tras el puente, con una hermosa poza, donde nos enjuagábamos y quitábamos el salitre de nuestros cuerpos.
Entre esta última playa y Castillejos, durante algunos años se popularizó la playa de “Puente Negrito”, donde un señor de negocios ceutí conocido como Cataneo, instaló un chiringuito llamado “Molino Rojo”, con gran éxito.
La Bahía Norte, también era frecuentada por bañistas, La playa Benítez tuvo también su momento de esplendor, con algunos restaurantes que adquirieron justa fama, como lo fueron “Casa Berlanga”, “Casa Fernando” y “El Bahía”.
Últimamente en el lugar del Bahía, se instalaron “Los Pulpos”. Al final de esta playa otro chiringuito adquirió popularidad como el “Bar Asturias”.
Tras la playa Benítez y consideradas como playas “domingueras” -las playas se dividen en; urbanas, semiurbanas y salvajes- tenemos “Calamocarro” y “Cala Blanca”, finalizando la costa norte con la playa de Benzú, lugar poco frecuentado por los ceutíes como zona de baños y sí para degustar el exquisito té verde que en la barriada sirven.    
El litoral ceutí dispone aproximadamente de 3200 metros de playa apta para el baño, sin contar la de San Amaro, suficiente para albergar la afluencia de bañistas que en los meses de estío, acuden principalmente los días festivos, ansiosos de disfrutar de las aguas ceutíes. También dispone en la reserva para el futuro, de una bonita ribera conocida como playa de los Corrales. Esta playa se ubica a todo lo largo, de la carretera del Cementerio. Recomendaría encarecidamente que no se hiciera uso de ella, hasta pasado como mínimo, veinticinco años del sellado del vertedero.
Todos sabemos que el vertedero de Santa Catalina, durante muchas décadas, ha sido el receptor de millones de toneladas de basura, que capa sobre capas, se ha ido depositando en este lugar, tan cercano a la playa que nos referimos.
La materia orgánica presente en los residuos sólidos urbanos (RSU), se degrada formando un líquido de color negro y olor penetrante e intenso que se conoce como lixiviado.
Cuando llueve las aguas pluviales se filtran a través de estos residuos  y arrastran con ellas gran cantidad de los compuestos contaminantes presentes en las capas que atraviesan. El vertedero no fue previamente equipado con una balsa impermeable, por lo tanto los lixiviados de este lugar son evacuados al medio marino. Este es un proceso contaminante que se produce de forma lenta, de tal manera que la zona suele estar más contaminada en época estival que en las de precipitaciones pluviométricas. Tanto las aguas como la arena, pueden contener cantidades importantes de elementos patógenos para la salud, además de gran concentración de agentes cancerígenos. Yo no permitiría que un nieto mío se bañara en ese lugar.

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