Opinión

La playa de los corrales

Llega el verano y la consabidas temperaturas avisan de lo que se nos viene encima si los negacionistas siguen negando el cambio climático.
Con las calores, los usuarios del parque de perros buscamos las sombras alargadas del recinto al igual que los cánidos, que sacan la lengua ahogados por la humedad tórrida e irrespirable.
Aunque siempre agradecemos a nuestro ayuntamiento la deferencia al haber habilitado este espacio de asueto animal, entendemos que deberían tener en consideración las múltiples mejoras que, desgraciadamente, no se han llevado a cabo durante los seis meses que ha permanecido cerrado dicho parque a consecuencia de un caso de rabia que tuvieron a más de 2000 perros en cuarentena. Ya no digo los dueños de las mascotas que fuimos insultados y multados por los municipales al quitarle las amarras a los canes; fuera a la hora que fuera y aunque el lugar quedara donde Cristo perdió los palos.
Un viandante, al oír el ladrido de mi Abby, me amenazó y grito pelado con llevarme a las autoridades.
Cual es nuestra sorpresa cuando, patidifusos, hemos visto el lugar de la playa de los Corrales (la verdad sea dicha; el nombre le viene que ni pintado).
El lugar es para llamar a Almodóvar y que haga la versión de “perros al borde de un ataque de nervios”
El sitio parece el escenario de una película del Oeste de presupuesto bajo: un pedazo de arenal con cuatro palos mal puesto en rectángulo.
Eso sí el cartel del ayuntamiento para los usuarios es más largo que un día sin pan. Todo prohibiciones tras prohibiciones en una retahíla de normas estrictas propias de personas que no habrán visto un perro en su vida.
Recuerdo que el Gobierno de la Nación promulgó el decreto que argumentaba a los perros como miembros de la unidad familiar. Visto así, me voy corriendo a la ONU a denunciar este desaguisado con los mejores amigos del hombre.
Recordar que estos seres salvan vidas, ayudan a la policía, detectan drogas, localizan personas en los terremotos y un sin fin de acciones que la sociedad olvida.
Al parecer tampoco los perros podrán bañarse ni juguetear por la arena como mandan los cánones.
En fin. No digo más.
Como una imagen vale más que mil palabras abran los ojos y vean..
Nuestro Pancho, una de las mascotas más simpáticas del clan, si pudiera cantar entonaría una de las canciones de los anos 90...
Vaya vaya, aquí no hay playa.

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