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Pisos dedicados a la prostitución, un foco de infección sin control en Ceuta

Todo ha cambiado debido a la pandemia por el Covid-19. La prostitución también. No es más que otra de esas cosas que se han visto obligadas a adaptarse a los nuevos tiempos por el coronavirus. Muchas prostitutas durante el encierro decidieron volver a sus países de origen. Otras, en cambio, han visto en esta nueva normalidad una posibilidad y han querido seguir con su trabajo como si nada. En Ceuta, las que tradicionalmente ocupaban la zona de la parada de autobús y aledaños del antiguo hospital de la Cruz Roja desaparecieron, al menos a la vista. Algunas se quedaron en Marruecos y otras se han recluido en pisos.

Pese a la cuarentena, el sexo de pago ha seguido en funcionamiento. ¿Cómo lo han conseguido? Si antes era ya una actividad oculta, ahora se ha convertido en aún más discreta si cabe. El dinero negro se sigue moviendo en tiempos de incertidumbre como los de ahora. Y el relacionado con la venta del sexo lleva además el riesgo de posibles contagios.

Hay viviendas en barriadas como el Morro y Benítez que se han convertido en un quebradero de cabeza para los vecinos porque allí se está ejerciendo la prostitución. Y lejos de ocultarlo, hasta lo anuncian. Colombianas, dominicanas y venezolanas desde los 19 años aseguran darse cita con hombres que requieren de sus servicios. La Policía lo sabe, y ha querido intervenir en varias ocasiones pero choca con la protección que tiene una actividad desarrollada en viviendas a las que habría que entrar con orden judicial. La actividad no sería un delito porque no se consideraría prostitución.

Las quejas de los vecinos sobre los ruidos y la entrada y salida de hombres no dejan de llegar. Son viviendas explotadas por particulares y dedicadas a la prostitución que funcionan sin trabas como actividad que no paga impuestos y tampoco se ve sometida a ningún tipo de control para parar el Covid-19.

Las quejas de los vecinos sobre los ruidos y la entrada de hombres no dejan de llegar

Este tipo de prostitución, la que se ejerce en pisos privados, es mucho más complicada de controlar. Es un problema que ya venía siendo habitual antes de la pandemia, pero que, con todo lo demás cerrado, estos lugares ocultos han sabido aprovecharse de la situación. Y las prostitutas se han seguido anunciando en portales de internet para que los clientes supieran que siguen trabajando durante el coronavirus. La pregunta es: ¿quién controla el virus en estos lugares que podrían ser un foco de infección?

En una búsqueda rápida por varias páginas en internet se puede comprobar cómo decenas de ellas cuelgan anuncios para ofrecer sus servicios sexuales. Una profesión en la que tanto las prostitutas como los clientes están exponiéndose al virus y arriesgando la salud de otras personas por el efecto de la cadena.

La reinvención del mundo de la prostitución pasa también por diseñar nuevas ofertas dedicadas a los clientes. Muchas son las mujeres que han decidido continuar e incluso subir las tarifas debido a la excepcional situación vivida durante los últimos meses, e incluso a la inversión que ahora deben hacer en mascarillas y gel hidroalcohólico para dar seguridad a sus clientes. Otras, incluso han decidido comenzar en la profesión debido a la falta de empleo durante la pandemia tal y como se comprueba en los portales de anuncios. Sin embargo, otras profesionales, quizás asustadas por el riesgo de transmisión de virus, como es lógico, han decidido ofrecer sus servicios online. Usan la webcam, vídeos a través de Whatsapp, el teléfono… Y otros medios con los que no tienen que estar en contacto con el cliente.

La Policía tiene bajo la lupa pisos particulares dedicados a la prostitución en Ceuta

Así, de los entre 100 y 120 euros que ganaría la prostituta por una hora completa (así al menos lo informan a los clientes que consultan tarifas), el dueño de estos pisos se quedan con un porcentaje importante que la trabajadora paga por utilizar ese lugar para llevar a sus clientes. Todo un entramado perfectamente orquestado y diseñado, marcado por el riesgo pero sin una intervención contundente en el ámbito sanitario y policial.

Las trabajadoras sexuales, en el punto de mira ante los rebrotes

Las recientes declaraciones tanto de los ministros de Igualdad y de Consumo, Irene Montero y Alberto Garzón respectivamente, como del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmando querer abolir la prostitución, han reavivado el debate en la sociedad entre abolicionistas y regulacionistas. El detonante ha sido el Covid-19, bajo el argumento de la prostitución como foco de contagio del virus. Las trabajadoras sexuales se han visto señaladas tras el alto número de rebrotes que equipara las cifras de contagios en España a las de los meses de confinamiento, a pesar de realizar una actividad que reúne únicamente a dos personas en una habitación. Son las grandes desaparecidas y están desprotegidas. Además, podrían ser un foco infeccioso y muchas de ellas no lo saben.

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