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Dos pioneras con bata blanca

Dos jóvenes mujeres están abriendo camino a la formación en Medicina Interna y Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Ceuta. María Amores y Anbar Cherti son las primeras médicos residentes en estas dos especialidades y conocen bien el significado de la vocación.

Cherti, nacida en Tetuán hace 30 años, estudió en un colegio marroquí con el sistema educativo español y pasó la selectividad al mismo tiempo que los alumnos españoles. La internista afirma que desde pequeña supo que quería ser médico. En su familia había sanitarios, aunque sus padres no se dedicaban a ello. “De pequeña me interesaban los documentales experimentales en ciencias de la salud. Cuando empecé a escribir hacía unas tarjetas de visita donde ponía ‘Anbar Cherti”, confiesa.

Después de graduarse en Medicina por la Universidad de Granada, siguió un camino poco convencional: solicitó unas prácticas en París y luego trabajó en un hospital privado de Granada antes de aprobar el examen de Médico Interno Residente (MIR) para el que solo podía optar al 2% de las plazas.

Las dos trabajaron desde el confinamiento sin saber qué iba a ocurrir con sus plazas

María Amores, ceutí de 26 años, es exalumna del colegio La Inmaculada: “Tenía claro desde chiquitita que quería ser médico, ya cuando estaba en la ESO me lo planteaba y he estudiado muchísimo para conseguirlo”. La caballa obtuvo su título en la Universidad de Valladolid y enseguida pasó los exámenes para MIR. Se decantó por la Medicina Preventiva, que desde un principio le llamó la atención. Durante sus estudios “en todas las asignaturas siempre ha tenido bastante lugar”, detalla Amores, y ha sido un área en la que ha contado con “muy buenos profesores”.

Una ‘doctor House’ marroquí

Explicar a qué se dedican, convienen las dos médicas, es complicado. Su formación es bastante larga y completa; abarca muchas ramas de la medicina. Tanto, que rotan por varias especialidades y, por lo tanto, tendrán incluso que desplazarse a la Península para aprender sobre aquellas que no hay en la ciudad autónoma.

Cherti tiene cinco años de residencia por delante. Ya ha pasado por Medicina Interna y Neumología y ahora está en Cardiología. “La Medicina Interna es la especialidad que se encarga del estudio global del paciente”, refiere la marroquí. Cuando quiere dar una idea general de en qué consiste su trabajo, ríe, dice a sus interlocutores que es lo que hace el ‘doctor House’, el facultativo huraño de la serie de televisión. Cuando alguien padece enfermedades que atacan a diferentes órganos y “hace falta poner un tratamiento que pueda abarcar todos esos problemas”, aclara Anbar Cherti, acuden a médicos como ella. Estos sanitarios también llevan a cabo todo tipo de pruebas para “definir qué síndrome o enfermedad tiene” el paciente.

La residencia en Ceuta, asegura Cherti, permite tener un trato más cercano con el paciente

La médico marroquí escogió la plaza en Ceuta por varios motivos. El principal, y el que se hizo más evidente con la pandemia, fue que quería estar cerca de su familia. Pero las características de la ciudad autónoma también fueron un reclamo: “Aquí hay diversidad de culturas; es una población peculiar. Quizá es un reto para mí intentar tratar con gente de distinta mentalidad que convive en un mismo espacio”. Un hospital, agrega, es un reflejo de la calle.

Durante el primer estado de alarma, Cherti estuvo en Urgencias en un hospital de Granada y María Amores prestó servicio, sobre todo, en el área ceutí de Atención Primaria. Fue una época dura, asevera: “Si no estás dentro no sabes realmente lo que es”. Su primer acercamiento al mercado laboral estuvo marcado por la incertidumbre y el miedo. “Al principio no sabíamos ni qué materiales teníamos que ponernos, pero en todo momento han estado desde Medicina Preventiva formándonos para la colocación de EPIs y estas cosas”, recuerda la caballa. “Sales de la carrera con unas ideas y entras [al hospital] y son totalmente otras”, añade. Amores señala que “se alteró el sistema” de los centros sanitarios; no se podía derivar a especialistas y “las pruebas estaban muy limitadas”. Sus labores también conllevaron visitar a pacientes en casa.

Residencia en una pandemia

Las dudas no sobrevolaban solo respecto a unos primeros días sin equipos adecuados ni lo poco que se conocía la covid; también su futuro laboral estaba en el aire. Tanto María Amores como Anbar Cherti tenían que haber comenzado su residencia en mayo de 2020, pero lo hicieron cuatro meses más tarde. La pandemia cambió lo que pensaban que harían en un hospital cuando consiguieran la plaza.

“Para empezar ha alterado muchas cosas como que yo pudiera estar en Madrid para hacer la formación normal”, ejemplifica Amores. En Medicina Preventiva, el primer año de residencia deben completar un máster en el Instituto Carlos III de Madrid. Ella lo cursa a distancia y lo compagina con su trabajo vespertino en el Hospital Universitario, sobre todo en el Servicio de Vigilancia Epidemiológica —tiene como jefe al doctor Julián Domínguez— y sus guardias.

Pero ha entrado a trabajar en un momento en el que la población ha recordado la importancia de los sanitarios. “Yo me siento realizada, la verdad”, admite Amores. La ceutí cree que esta situación excepcional también les está haciendo aprender “muchísimo” y por lo tanto, “hay que aprovecharla al máximo”.

Además, por las características del centro hospitalario, las dos jóvenes señalan que disfrutan de oportunidades que no se dan en otras ciudades. Pueden instruirse mucho más con los médicos adjuntos, puesto que son pocos residentes por cada uno.

“Mi experiencia está siendo muy buena”, afirma Anbar Cherti. La marroquí cuenta que tiene “bastante trato con el paciente” y, aunque esté siempre “tutorizada”, tiene la posibilidad de practicar, “hablar con el paciente” y consultar más a fondo lo que le interesa. “Es verdad que al ser la primera residente, me imagino que en todos los hospitales será así, cuando eres el primero es a veces un poco difícil abrirte el camino. El hospital también se va adaptando a ello. Pero hay médicos increíblemente buenos aquí, se han formado en hospitales muy buenos y son médicos de mucha calidad”, garantiza.

Aunque ninguna de las dos se plantea el futuro más allá de su etapa de aprendizaje, estas médicos pueden formar parte de la plantilla fija del Hospital Universitario de Ceuta en unos años. “Ahora no tengo planes de futuro, pero no descarto ninguna posibilidad y veo mucho potencial aquí”, concluye Anbar Cherti.

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