Pienso que cae la nieve o es que el confinamiento me vuelve un tarado. Bueno sí, algo tengo pero desde hace tiempo, contra esos que son de Bildu, zánganos filo-etarras que durante muchos años fueron nuestros asesinos y que hoy, con sus extremidades bajas, se permiten formar un grupo político que, desgraciadamente, solo sirven para fomentar el odio y la desesperación de muchos españoles, entre ellos yo y que, una psicóloga me aconsejó que no volviera a verlos. Son esos malnacidos que se permiten la osadía de ser bisagra de otros irresponsables para solo buscar poder y dinamitar, como hacían antes, la extructuras del Estado. Hoy puedo decir que no es odio lo que corre por mis venas, ¡no!. Es asco, es excremento, producto de un mal olor físico que todavía no he conseguido eliminar de mi olfato. Esos asesinos que fueron la basura de una España que quería resurgir y que, con el tiro en la nuca o el coche bomba, castigaron con su malvada condición animal a muchas personas honorables que, sin lugar a dudas, eran nuestros amigos, nuestros seres queridos, aquellos hombres que utilizaban un uniforme español para salvaguardar la seguridad de todos los ciudadanos de nuestra Patria. Pero no solo eso, mataron niños, mujeres, periodistas, carpinteros, y un innumerable número de inocentes que hoy son heridos porque ellos eran mercenarios del demonio, de la ignominia, del gusto de matar.
Hoy tengo la necesidad de contar algo que nunca hice y tiene que ver con el paquete-bomba que un día de abril de 1992, recibí y que tuve en mis manos. Llevaba varios años amenazado y en ocasiones recibí recomendaciones de que debía cubrir bien mis espaldas. Recuerdo ahora a una vasco-francesa que preguntó por las matrículas de mis dos coches. O los seis meses que aguanté esperando la llamada telefónica que, cada miércoles, me hacían estos inútiles asquerosos citándome en un hospital para recoger unos análisis, cuando yo no me había hecho ninguna prueba similar. Un día fui y allí no había nadie… el cobarde se había marchado.
(…) No se puede explicar con certeza que sentimientos florecen cuando ves que, estos vasco-etarras, quieren verte muerto. Cuando recogí aquel pérfido paquete, me fui caminando no sé hacia dónde. Estuve cuatro o cinco horas deambulando sin destino, con el regalo en mi poder. Cansado y aturdido, me senté en un aparcamiento donde había vehículos en batería y no podía ser visto. Y entonces me dio por intentar abrir ese odio acumulado de ratas de alcantarilla. Pude ver el libro que, con especial cuidado, había elucubrado aquella putrefacta mano negra. Por un lateral del mismo, rompí el papel de Correos, viendo el pegamento que unía las hojas. Intenté despegar con una navaja un trozo de las hojas llegando a tocar el explosivo, no sé si era amosal, goma-dos u otro material dañino. Fue entonces cuando decidí ponerlo en conocimiento de los Grupos Tedax, que desde una distancia prudencial lo hicieron explosionar. Los quinientos gramos que contenía el paquete alcanzaron los cincuenta metros de altura, con un estruendo que llegó a inestabilizar los cimientos de las cercanías. Es curioso y es posible que por haber tocado aquella dinamita, me comenzaron a salir unas manchas en las manos que, después de pasados veintiocho años, no he conseguido eliminar (…).
Es un hecho que, en realidad, tiene la importancia que uno le quiera dar. Es poco importante que con treinta y siete años de edad, mis manos empezaran a cubrirse de manchas semi-oscuras. Bueno, a mí si me importa y a los que me quieren y que, ya se habrán dado cuenta, se preguntarán por qué mis manos tienen la semilla del quebranto, que ya hoy es primavera y que sin quererlo, muero cuando la luna luce arriba.
Como dejó dicho Gustave Flaubert “El deber no es otro que sentir lo grande, adorar lo bello y no aceptar, con las ignominias que nos imponen, todos los convencionalismos sociales”.
No creo que desactivara el artefacto pero si llegue a tocarlo. En esta situación, supongo que en estado de shock, el tiempo te da la oportunidad de ir recordando cosas, En ese momento, no podía decir que había tocado la goma-dos porque me hubiesen puesto de estúpido. Gracias a Dios, solo mis manos y mi stress post-traumático son las secuelas que hoy llevo a cuestas. Me gusta su escrito y se lo agradezco sinceramente. Me gusta, sobre todo, su sensibilidad y comprensión. Será un placer saludarle.
Muy amable... un saludo y Muchas Gracias.
Vd. sabe que en esta ciudad se comenta casi todo y al final no se sabe exactamente todo. Yo oí que había sido amenazado por ETA, pero desconocía completamente todo lo que nos dice en su artículo. Lamento lo que le aconteció y pienso que Vd. desafió el artefacto que llevaba en sus manos y a la postre lo desactivó porque la fuerza de su razón y su bonhomía tenían que prevalecer sobre la sinrazón de los asesinos que pretendían quitarle la vida.
España estuvo en una situación muy comprometida por causa del terrorismo de ETA, y algún día hablaremos de la ausencia de colaboración de otros países en la represión del terrorismo de ETA , y ,de la defensa de la democracia que efectuaron tanto las vícitimas directas como las indirectas, como sus familiares, sus amigos y en definitiva la inmensa mayoría de la sociedad española.
Le saludaré personalmente cuando terminemos esta situación de alarma.
Un fuerte abrazo.