Piden once años de prisión para el legionario que disparó a Hicham

"Vente que te vas a enterar de lo que te voy a hacer. Venimos a reventar Ceuta" dijo uno de los acusados aquella noche

El Ministerio Fiscal pide que se le imponga una pena de once años de prisión al sargento primero de La Legión que en octubre de 2016 hirió de gravedad al joven Hicham Mohamed, después de una noche de “mal beber”, como la llegó a tildar el jefe superior de Policía de Ceuta, Alfonso Sánchez, después de que los agentes de la UDYCO le informaran de su detención.

A Julio A.A. la Fiscalía le considera culpable de un delito de homicidio en grado de tentativa con agravante de abuso de superioridad, por lo que le pide la pena máxima: 9 años de cárcel. Petición a la que suma dos más por cada delito de amenazas en el que incurrió aquella madrugada, según se desprende de la calificación inicial a cuyo contenido ha tenido acceso El Faro.

Su compañero de juerga y final no deseado, el también sargento primero Óscar R.P., se enfrenta a una petición de 3 años de cárcel: uno por un delito de amenazas y dos por otro de encubrimiento, a lo que se añade el pago de 1.200 euros por un maltrato de obra.

Los dos, además, deberán cumplir medidas de alejamiento respecto de la víctima y de Ceuta por un periodo de entre diez y cinco años, respectivamente.

A ojos del Ministerio Fiscal no cabe duda alguna de lo ocurrido aquella madrugada en la que Hicham Mohamed volvió a nacer, en uno de los sucesos que mayor impacto ciudadano causó tanto por las características del mismo como por los implicados.

Los dos militares, naturales de San Sebastián pero destinados en Ceuta, habían salido juntos a comer, en un día libre que parecía no tener punto y final ya que siguió con una cena y el posterior callejeo que desembocaría en los disparos, a pocos metros de la Jefatura Superior de Policía. Julio A.A. decidió que ese día además de la compañía de Óscar R.P. debía portar su pistola particular: un arma corta marca Glok, dotada con su cargador, sus cartuchos y perfectamente preparada para disparar. Así, de esta forma, emprendieron salida por una Ceuta a la que, dijeron, habían venido “a reventar”.

El forcejeo entre el legionario e Hicham terminó con ambos en el suelo y con la realización de dos disparos: uno no alcanzó a la víctima, pero el otro le impactó en el estómago

La pareja “con acento que no es de aquí”, como advirtieron a la Policía los testigos del suceso, se topó con unos jóvenes a la altura de una tienda de golosinas situada justo en la esquina de la carretera, frente a la Curva del Plátano. Allí empezaría la noche “del mal beber”. Siempre según el relato de hechos del Ministerio Fiscal, el sargento primero Óscar R.P. se aproximó al grupo de chavales, llegando a agarrar a uno de ellos por el cuello, aunque sin lesionarle. “Tú no te vas, te quedas aquí conmigo, vente que te vas a enterar de lo que te voy a hacer, hemos venido a reventar Ceuta”, se recoge en el Sumario que le advirtió.

La decisiva intervención de una pareja de novios posibilitó que los chicos escaparan, momento en el que intervino el otro sargento primero, Julio A.A., quien sacó su pistola llegando a apuntar a los dos. Esa visión: la de uno de los acusados pistola en mano y la de los novios amedrentados, llevó a que Hicham Mohamed, de 27 años, que justo había parado a comprar en la tienda llegara a intervenir.

El forcejeo entre el legionario e Hicham terminó con ambos en el suelo y con la realización de dos disparos: uno no alcanzó a la víctima, pero el otro le impactó en el estómago. “Que te crees, ¿que esto iba a quedar así?”, se recoge que le dijo el acusado a Hicham, propinándole una patada ya en el suelo, ensangrentado.

La Fiscalía considera que la víctima no pudo siquiera defenderse, existiendo la posibilidad de terminar con su vida en esta acción, por lo que ha calificado los hechos como un delito de homicidio en grado de tentativa. Las lesiones sufridas por este joven vecino del Recinto fueron gravísimas, por eso además de la petición de cárcel se contempla en la calificación inicial de hechos el pago de una indemnización de 67.883 euros.

Desde que se produjera la detención, el autor de los disparos permanece en prisión preventiva. El próximo octubre se cumplirán dos años y antes tendrá que fijarse el acto de juicio oral al que deberá comparecer tanto él como su compañero, en libertad con cargos desde el mismo periodo.

Al margen de la petición puramente civil a la que se enfrentan está la sanción que se aplica desde el ámbito castrense. La Comandancia General colaboró con la Policía después de conocer que todas las hipótesis apuntaban a dos de sus hombres, dotados con un perfil muy concreto, al que se llegó gracias a la colaboración de los múltiples testigos de aquel sorprendente suceso.

Las maniobras y el encubrimiento

Mientras en Ceuta todos estaban pendientes del estado de salud de Hicham Mohamed, cuya vida corrió peligro durante al menos quince días, los dos implicados ponían rumbo a Almería, en concreto al municipio de Viator.

Iban a participar en unas maniobras de La Legión. Mientras la UDYCO intentaba aclarar la maraña de datos que tenía encima de la mesa, sabiendo ya que buscaban a alguien enmarcado en un perfil profesional (se dudó entre miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas). El Ministerio Fiscal concreta que buscaron eludir la responsabilidad por los hechos cometidos, existiendo un encubrimiento de uno sobre otro.

Los dos suboficiales habían ocultado el arma y habían emprendido rumbo con los demás compañeros a Almería

Lo que en el ámbito legionario se entiende como cumplimiento de un código de honor para no delatar, no impidió que la Policía terminara por disponer del croquis adecuado, dibujar el perfil de los autores y emprender carrera hacia Almería para, con colaboración de la Policía Militar, proceder a las detenciones. En ese momento en la sede de la Delegación del Gobierno se celebraba una Junta de Seguridad, con un ambiente enrarecido por lo acontecido.

Allí se le comunicaba al delegado del Gobierno la noticia del arresto, ofreciéndose a las horas una rueda de prensa con la que se persiguió respirar algo de aire puro tras unos días de presión, de críticas y de exigencias de responsabilidades. Era difícil (y lo sigue siendo) entender que dispararan a un joven a pocos metros de la Jefatura y los autores escaparan sin ser detenidos. Después se sabría que ni tan siquiera la cámara que pudo grabar todo funcionaba.

Las consecuencias del disparo en forma de graves secuelas

Hicham Mohamed volvió a nacer aquella madrugada. Tenía entonces 27 años y su ‘delito’ fue pararse a comprar golosinas y actuar cuando vio al sargento primero, que luego le dispararía gravemente, encañonar a una pareja.

El impacto del disparo lo recibió en el estómago y de las lesiones ha tardado en curar 278 días. Las secuelas quedan permanentes: en el sistema digestivo, en el nervioso, en el músculo y esqueleto, además de en órganos de los sentidos, con lesiones en cara, cuello o dientes.

Durante casi quince días se temió por la vida de Hicham, sometido a cuantiosas intervenciones hasta que pudo recibir el alta. La colaboración de todos los que desde un principio ayudaron a identificar a los implicados fue clave.