El Dr. Simón (hoy confinado a causa del coronavirus) nos explicaba hace unas semanas, de forma muy didáctica, los distintos tipos de curvas que pueden reflejar la evolución de una pandemia como la del COVID-19. Hablaba de dos tipos de gráficas. Una se refería a la de las medidas de control y de detección precoz de una epidemia. Lo que se trata es de detectar la epidemia en las primeras fases y tomar medidas, para así evitar que se llegue al máximo de la denominada masa crítica de la población que se contagiará por la enfermedad, de forma muy rápida.
La otra se refería a la del número de reproducción RO, que es la cantidad de casos secundarios de contagio que produce cada caso primario. El objetivo es que ese número RO baje de la unidad, es decir, que cada número primario afecte cada vez a menos casos secundarios. En ambas gráficas el resultado óptimo sería una curva aplanada y alargada en el tiempo, para que el pico de contagios no se produzca en poco tiempo, y así evitar el colapso del sistema sanitario, por un lado, ganando tiempo para dotarnos de suficientes elementos de protección, por otro. Estas han sido las razones científicas para que el Gobierno de España decidiera el 14 de marzo de 2020 aprobar un Real Decreto de estado de alarma, y se nos confinara en nuestros domicilios, para así evitar la propagación del virus.
Los datos oficiales nos muestran que España decretó el inicio del confinamiento cuando tenía 120 muertes, mientras que Italia lo hizo con 366; Francia con 148, y Reino Unido con 281. De la misma forma, al inicio del confinamiento España tenía 4.231 casos confirmados de coronavirus, mientras que Italia tenía 7.375, Francia 6.573 y el Reino Unido 5.687. Cuando declaramos el estado de alarma había una media de incremento de casos del 22%; hoy, gracias a las medidas tomadas y la disciplina de los ciudadanos, ese porcentaje está por debajo del 3%. El número de fallecimientos descienden día a día sin parar y se aumenta el número de curados. Es decir, estamos aplanando la curva. Estamos ganando tiempo para prepararnos mejor y vencer al coronavirus.
Sin embargo, al Dr. Simón se le olvidó hablarnos de otra curva mucho más peligrosa. La curva del odio. Y también de que el pico de ésta se produciría poco antes de que se vislumbrara una salida en el túnel de la epidemia, como un intento desesperado de evitar la misma. Su lema de guerra es ¡Cuánto peor, mejor!. Esta curva se empezó a urdir en las mentes sectarias de algunos irresponsables, se plasmó en la creación de miles de páginas en internet, perfectamente coordinadas y financiadas, dedicadas a propagar noticias falsas y a fomentar el enfrentamiento y el odio entre los ciudadanos. Y ahora está teniendo su continuidad en artículos y entrevistas concedidas por determinados “expertos”, que con argumentos un tanto peregrinos, y carentes de base científica, bajo mi punto de vista, están dando munición, de forma inconsciente, a la extrema derecha española, en su Cruzada contra el gobierno de coalición PSOE/Unidas Podemos.
Por mi actividad docente, participo en varios foros de carácter universitario, o de algunos institutos de investigación. También en otros políticos, o en algunos, simplemente de amigos. Conforme han ido pasando los días, he venido observando que todos teníamos comportamientos extraños. En algunos casos, con mayor predisposición a ser comprensivos y compasivos con nuestros semejantes. Pero en otros, sobre todo, cuando había debates políticos de por medio, los nervios nos gastaban malas pasadas y nuestro carácter se volvía más irascible. Algunos amigos me dicen que es a consecuencia del confinamiento. Otros me dicen que, ante la percepción de que todo puede estar perdido, no nos importa decir lo que pensamos, sin tapujos ni vergüenza. Yo, confieso que he perdido los nervios en dos ocasiones.
La primera ocurrió en un foro universitario. Algunos/as, culpaban al gobierno central de inhibirse ante la pandemia, cuando el presidente Pedro Sánchez habló en televisión y sólo aconsejó que las Comunidades Autónomas, que eran las que tenían competencias en sanidad, adoptaran medidas. Yo defendí esta actuación. Un grupo de varias personas salieron en tromba contra mí, acusando al gobierno central y defendiendo la actuación de Comunidades como Andalucía, Madrid o Murcia (curiosamente gobernadas por la coalición PP-Ciudadanos-Vox). Su argumento era que carecían de competencias. Cuando se decretó el estado de alarma, les recordé a esas personas que ahora sí era el momento y ya sí tenía competencias el gobierno central. También salieron en tromba para acusarme de aprovechar cualquier circunstancia para hacer política.
La segunda ha ocurrido en un foro algo distinto. En el mismo hay funcionarios de alto rango. Muchos de ellos han sido Altos Cargos en distintos gobiernos, de uno y otro signo. Días atrás llegó un vínculo para que mostráramos nuestra repudia al gobierno de la nación uniéndonos a una manifestación virtual que se celebraría ese día a las 8 de la noche. Justo era en medio de la Semana Santa y coincidía cuando todos los informativos confirmaban que la curva de la evolución de la pandemia se estaba aplanando. Las razones para la prisa, pese a la evidente mejoría de la situación, eran los muertos, supuestamente provocados por la negligente actuación del gobierno de la nación, que no podían esperar. Evidentemente, tildé de fascistas y terroristas virtuales a los que propagaban esto y acusaban, sin fundamento, al gobierno de la nación. Muchos salieron en tromba defendiendo la libertad de expresión. Quizás no se han percatado de que la libertad de expresión ha de estar limitada por la obligación de dar información veraz.
Sobre este asunto, el profesor Vicenç Navarro, en un reciente artículo en nuevatribuna.es, titulado “Por qué la mortalidad por coronavirus en España es de las mayores del mundo, explica que no es debido solo al mayor envejecimiento de nuestra sociedad, pues Alemania y Japón son ejemplos de lo contrario. Él piensa que, para prevenir la pandemia, además de confinar a la población son muy importantes los servicios de prevención, así como la existencia de servicios y materiales que puedan curarla. El caso español, a consecuencia de las políticas de austeridad del gasto público social es un ejemplo de gasto público sanitario y social de los más bajos de Europa occidental. Este es el verdadero problema.
Recientemente, en una entrevista que hacían a Joaquín Leguina y otros tres supuestos “expertos” en okdiario, opinaban que el confinamiento decretado por el gobierno de Pedro Sánchez “Es fascista, ineficaz y destruye la economía”. En contraste, el científico Luis Enjuanes, considerado el mayor experto español en el coronavirus, decía al aventurero Jesús Calleja, que “nos tenemos que guiar por la historia de la medicina y la virología”, para a continuación mostrar su confianza en Salvador Illa, ministro de Sanidad, porque se informa bien y sigue las recomendaciones de los epidemiólogos.
No es momento para charlatanes, ni para salvapatrias. Dejemos hablar a los hombres de ciencia y compartamos con los demás la esperanza y la ilusión en que de esta saldremos más fortalecidos para construir un mundo mejor.
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