Echo la mirada atrás, no sin dificultad, para intentar recordar las fiestas en torno a nuestra Patrona, en el primer año de la pandemia. ¡Quién nos iba a decir, que viviríamos lo que hasta ahora, solo pensábamos, era parte de la historia contada!
Todo se paralizó, pero llegó algo de aire fresco por el verano del año pasado. No habría procesión por las calles de la ciudad, ni ofrenda de flores. El tocarla en su besamanos, se quedaría en un mero anhelo, sustituido por solo oraciones.
La Hermandad, ante esta situación, tenía que proyectar unas fiestas patronales adecuadas a las dificultades que viví́amos, pero, a la vez, intentar que el pueblo lo sufriera lo menos posible.
Salve: “La tradicional Salve mirando al Estrecho no podía faltar. La efigie de nuestra Señora, que preside el sin pecado de la Hermandad, fue traslado al lateral de la iglesia, junto al retablo cerámico”
De ahí surgió la exitosa decisión de hacer la novena también por la mañana, y así los fieles pudieran repartirse, debido a los aforos impuestos por Sanidad. Esta novedad, seguirá́ activa en este año, a pesar de la mejora del aforo en el Santuario.
Llegó el día de la Ofrenda. Semanas y días antes, en continuas reuniones con Iglesia y Ciudad para ir perfilando los detalles de una ofrenda, que se decidió no convocar oficialmente, pero sí abandonarse a la espontaneidad de los fieles.
Para ello, y ayudar de esta manera al sector de la flor cortada, se dio posibilidad de la entrega de centros de flores, que se situarían en el interior de la Iglesia, y de ramos, que se depositarían en el retablo cerámico del lateral del Santuario. A pesar de todo, el pueblo no defraudó, y las flores llenaban el interior y el exterior del templo.
Si ya todo era especialmente raro lo que estábamos viviendo, el día 5, festividad de Santa María de África, llegó a su máximo exponente. La Misa de Pontifical, presidida por nuestro Obispo, D. Rafael Zornoza Boy, nuevamente se hizo solemne, paliando de alguna manera la tristeza contenida.
El aforo impuesto, dejaba prácticamente vacía la Iglesia, y todas las instituciones no quisieron faltar, para representar, más que nunca, a todos aquellos que no podían asistir. La Madre y Patrona presidía su dí́a sobre la peana de besamanos. Los cantos, nuevamente venidos de Jerez, elevaban los corazones de los fieles.
Ya por la tarde, los anhelos de procesionar a Santa María de Á́frica, se disminuyeron con el bálsamo que otorga la Eucaristía, la cual se celebró a distintas horas, dejando para la última una petalada que emergía de los laterales del altar mayor en el momento de la Salve. Por un instante, la calle Jáudenes se cubrió de bóveda y pintura murillesca.
Besamanos: “La Madre y Patrona presidí́a su dí́a sobre la peana de besamanos. Los cantos, nuevamente venidos de Jerez, elevaban los corazones
La tradicional Salve mirando al Estrecho, no podía faltar. La efigie de nuestra Patrona, que preside el simpecado de la Hermandad, fue trasladada al lateral de la Iglesia, junto al retablo cerámico, y allí, por parte de nuestro Director Espiritual y Rector del Santuario, D. Francisco Jesús Fernández Alcedo, se rezó la histórica Salve, que, en este caso, tomaba mayor significado por la pandemia en la que estamos inmersos.
Con la puesta en veneración de Santa María de África, durante todo el día 6, finalizaban unas fiestas patronales que quedarán grabadas en la historia de nuestra ciudad, en las que las oraciones por la finalización de la pandemia, los fallecidos y los enfermos, dominaron en las vivencias de todos, seguirá́n presentes, sin duda, este añ̃o.
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