Cualquiera que se dedique a recoger los frutos que la mar nos entrega, firmaría, hoy por hoy, un Acta de Fundación de la Asociación Pescadores sin Fronteras, pero ni las leyes naturales, ni las humanas, permiten que se finiquiten los escasos recursos que quedan en los mares de una forma insostenible. Por ello, los acuerdos y tratados sobre la pesca; los métodos a emplear para su ejercicio; las cantidades que hacen posible su futuro y los espacios, físicos y temporales, que deben ser respetados, suponen el garante de un equilibrio medioambiental y de sostenibilidad laboral y económica para cualquier nación que se precie. Estas leyes internacionales que limitan el número de barcos y capturas, asi como el tiempo de reproducción de las especies y el tamaño permitido, son necesarias porque sin ellas, la insaciable necedad humana; la ambición de unos pocos y la codicia de los empresarios del sector, acabarían con todo lo que se mueve bajo las aguas del mar, incluidos los pepinos…
Es ilógico que Marruecos capture pesqueros por “pesca ilegal e invasión de aguas territoriales”, se los lleve al puerto más cercano y emprenda acciones legales que siempre terminan con unos días de prisión, una fuerte multa y la retirada de aparejos.., y aquí, en Ceuta, en aguas españolas reconocidas internacionalmente; en mares bajo protección de la UE; a escasos metros de las escolleras del puerto ceutí, una treintena de pateras y barcas marroquíes ejerzan la pesca del Voraz y otras especies protegidas en paradas biológicas por los mismos estamentos que meterían en la cárcel a un pescador con DNI español. No solo ilógico, inaguantable para los que respetan la ley e incomprensible para cualquiera que tenga dos dedos de frente y habría que preguntarles al Delegado del Gobierno, al Presidente de la Ciudad, al Director General del Ministerio pertinente o a los Cuerpos de Seguridad del Estado, incluso, si me aprietan, al Ejercito….
Me parece de una necedad absoluta por parte de nuestros gobernantes que permitan o, en cualquier caso, “hagan la vista gorda”, a estos “depredadores” a los que ni tan siquiera el hecho de que se estén ganando la vida les rebaja la cuota de culpa. Si el mar está como está, desgraciadamente, es culpa, única e inexorable, de gobiernos relajados; de políticas ineficaces y de pescadores ávidos de cualquier cosa, tenga el tamaño que tenga, que se pueda vender… ¿Cómo es posible que la Gendarmería o la Armada de Marruecos -con una lancha de vigilancia cada cien mil millas marítimas (por decir algo)-, acojone a tanto pesquero español y que aquí, a escasos metros del puerto, no haya una lancha del Servicio de Vigilancia Marítima, de la Guardia Civil, de la Armada o de quien corresponda, que trinque las pateras y, después de remocarlas a puerto, empapele a sus responsables, etc, etc, etc,? Si nos limitamos a llegar a su borda y decirles que tienen que irse, no se irán. Se moverán, harán el paripé, pero no se irán. Y el problema es que al no ejercer mayor presión sobre estos “invasores”, piensan que tienen derecho y cuando uno se cree con derechos.., entonces se hace muy difícil explicarles la historia.
Las especies propias de esta aguas y cualquier otra que merodee, que encueve en su fondo o que desove entre nuestras piedras y dentro de la territorialidad de nuestras aguas, debe ser respetada en sus espacios y en sus paradas biológicas, tal y como ordenan las leyes españoles y europeas, porque de lo contrario cualquier acto de “rebeldía” estaría avalado por los hechos ya mencionados. Cualquier pescador caballa que quiera saltarse la veda –o parada- podrá hacerlo sin miedo alguno a las posibles sanciones, dado los precedentes con las pateras marroquíes porque, no nos olvidemos, estas aguas están sometidas a las leyes y si no hay sanciones para unos, tampoco debe haberlas para otros.
Si no existe un Servicio o Inspección apropiada, ¡que se cree! Si no es competencia de la Ciudad, ¡que se aclare! Si el Puerto no tiene herramientas para impedirlo, ¡que se sepa! Si la Delegación lo sabe y lo “escaquea” ¡que le escueza! Si es responsabilidad del Ministerio de Medioambiente, ¡que se denuncie y se les denuncie por dejadez!
En este pueblo estamos empezando a cansarnos de una falta del ejercicio de responsabilidad por parte de quienes disponen de todos los medios a su alcance para hacerla valer. Estoy convencido que el Gobierno de esa Colonia Inglesa (que no huele bien) que tenemos enfrente, no permitiría –como no permite- que una patera de La Linea o un pescador del Rinconcillo, “invada sus aguas territoriales”, salvo que sea por el propio interés de los Llanitos… ¡Vivir para ver!