Hoy a mediodía vencerá el plazo de “48 horas” que la delegada del Gobierno pidió anteayer a los concesionarios del Mercado Central para “revertir” el veto marroquí a la entrada de pescado por la frontera del Tarajal o, en el peor de los casos, para dar una explicación de las razones del mismo. Mucho más tiempo llevan los pescadores ceutíes esperando que las promesas de las Administraciones se hagan realidad. Tanto que ni este incidente, que aparentemente les abriría la puerta a una esperanza de negocio y actividad inesperada, alimenta sus expectativas.
Rafael Ariza, que además de presidente de la Cofradía de Pescadores de Ceuta es capitán de la almadraba de la bahía sur, está seguro de que “si estos días hubiese 5.000 kilos de pescado en la lonja se venderían todos”.
Las razones de por qué no los hay se remontan a bastantes años atrás, los suficientes para dejar la flota local de barcos pesqueros que faenan en el entorno de la ciudad en “dos o tres”. Los necesarios para convencer al sector de que valía más la pena desembarcar todo el fruto de su trabajo en Algeciras antes que arriesgarse a tener que “tirarlo” si lo traían a Ceuta.
“El pescado que venía de Marruecos era ilegal, siempre lo ha sido, e inclusos pensamos en denunciarlo, pero al final creímos que la población también tiene que comer...”, recuerda Ariza, que hace unos años llegó a vender un barco para comprar una máquina de hielo que le costó 32.000 euros.
A por eso, hielo, es a por lo único que van los concesionarios del Mercado y el resto de negocios que usan esa materia prima a la lonja, a la que tanto el Puerto como la Ciudad han prometido mil veces inversiones que nunca han llegado para dar “trazabilidad” a los peces y posibilidad de exportación al otro lado del Estrecho.
“Con el pescado de Marruecos es imposible competir en precio: hemos planteado que al menos no se trajese el que desembarcaban los barcos locales, como caballas, salmonetes, bonitos o melvas, pero nunca se nos ha hecho caso... Ahora que se las arreglen”, lamenta el presidente de la Cofradía seguro de que, si se ordenase el sector, “nosotros mismos podríamos proporcionar mercancía y traer de la península con un camión frigorífico la hiciese falta para que toda pasase por la lonja, como en cualquier otra ciudad de España, y llegase a los restaurantes, vendedores y consumidores finales”. “Ya nos buscaríamos la vida”, afirma.
Entretanto, en el muelle pesquero, a la espera de que amainen los vientos y llegue la temporada alta, a finales de abril, la esperanza de que veto marroquí dé alas a sus barcos no germina.
Evolución: “Todo” viene de Marruecos.
Ariza recuerda que, hace décadas, “el pescado que traían los barcos marroquíes también llegaba a la lonja, donde ellos mismos adquirían el que no tenían para llevarlo al país vecino”. Con el tiempo, esa forma de operar decayó y los vendedores locales establecieron sus propios canales de suministro directo con el país vecino pese al marco de alegalidad en el que se ha movido siempre el negocio en la frontera.
Península: “Traer aquí pescado es arriesgarse a tener que tirarlo”.
Con unos competidores inasequibles por precios, los marroquíes, y una lonja sin inversiones para poder exportar lo desembarcado a la península, los pescadores ceutíes llevan toda su mercancía a Algeciras porque “traerla aquí es arriesgarse a tener que tirarla”.
El Gobierno de Ceuta y la Delegación aseguraron en abril de 2016 haber acordado con los ministerios de Asuntos Exteriores, Sanidad, Hacienda y Economía “impulsar” la inclusión de la ciudad autónoma en la lista de países y territorios autorizados a la exportación de productos de origen animal al territorio aduanero común. La petición incluía también “la entrada en el listado de establecimientos autorizados para este mismo fin” de aquellos establecimientos ceutíes que cumpliesen con las normas de seguridad alimentaria exigidas”.
Conseguirlo exigía, primero que todo, una serie de inversiones en la lonja que nunca se han materializado más allá de pequeñas obras de chapa y pintura.
“Se habló”, recuerda Ariza, “de 70.000, 80.000 ó 100.000 euros, pero en una reunión en la Delegación del Gobierno se nos llegó a decir que teníamos que ponerlo los pescadores de nuestro bolsillo”, lamenta el presidente de la Cofradía sobre un sector en el que “un barco con 4 ó 5 personas de alta colocó hace tres semanas 1.500 euros, lo que debería facturar a diario para cubrir costes”.
El volumen de pesca fresca descargada en el Puerto de Ceuta durante el año pasado cayó el año pasado a solo once toneladas, casi una cuarta parte de las que habían seguido el mismo camino en 2018, cuando fueron 41, según los datos oficiales de Puertos del Estado.
La Autoridad Portuaria estima que la ciudad autónoma, atendiendo al tamaño de su población y teniendo en cuenta las cifras de consumo medio de pescado fresco en España (de 10 a 12 kilogramos por habitante y año) podría proporcionar un tráfico que podría situarse cerca de las 900 toneladas de pescado fresco anual con un precio de venta de más de 7 millones de euros.
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