Paseaba por la plaza central de abastos cuando un comerciante de los que siempre voy a comprarle el pescado fresco del día, me empezó a dar una información bastante atractiva que voy a daros a continuación: “Hace unos pocos de años ya, nuestra forma de actuar para poder tener a nuestra clientela abastecida todos los días era ir a Marruecos, puesto que aquí en Ceuta la lonja dejó de funcionar debido a la escasez de pesqueras en nuestro litoral. Así que la única forma que teníamos de, por un lado, seguir viviendo de la venta de estos productos, los cuales eran de los que sabíamos algo y llevábamos muchos años trabajando, era ir a nuestro vecino país y traer la buena variedad del producto que estamos hablando hoy. Pero teníamos varias pegas. Por un lado dependíamos de los aduaneros marroquíes que tuviéramos de turno. Que sabemos que cuesta convencerlos para poder pasar por su zona de influencia. Estos no se conforman con poco. Pero al fin y al cabo teníamos que comer todos. Se llegaba a un acuerdo como buenos comerciantes que éramos. La otra parte era los problemas sanitarios que nos imponían los vigilantes del mercado. O sea sanidad. Después de muchos tiras y aflojas pudimos contar con una persona responsable de sanidad, o sea, un veterinario para certificar que los productos que se traían para ser comercializados iban en buenas condiciones para ser consumidos con posterioridad por la población caballa con todas las garantías posibles. Incluso hubo unas conversaciones para que se utilizaran unos vehículos adaptados para evitar por un lado la pérdida del frío que lo que hacía era mantener el producto óptimo durante mucho más tiempo y no perder lo que se llama la cadena del frío. Son los denominados vehículos ‘isotérmicos’. Tienen a la vez la facultad de no ir tirando al suelo los líquidos que pueden influir negativamente en el mal olor de nuestras calles. Todo un gran adelanto ante la antigua forma de llevarlos en bolsas y camuflados en los rincones más recovecos de nuestra imaginación. La verdad que después pudimos introducir vehículos arreglados con unas cubetas para evitar la salida de los líquidos. Esto último es lo que nos están obligando a tener que hacer ya que las nuevas autoridades aduaneras de Marruecos siguen en sus trece sobre que no pueden hacer ningún vínculo comercial con Ceuta por no estar estipulado en los acuerdos. Una nueva forma de apretarnos más los ‘machos’. Esto lo que nos obliga es a tener que invertir en preparar un vehículo cada uno de los importadores de pescados. Eso es una pérdida de dinero. Y sabes que no está el mundo para despilfarrar mucho. Y el pescado no se puede encarecer por la competencia que hay hoy en día. Tanto a nivel de importadores legales como los que van por ahí con sus bolsas vendiéndolas deslealmente sin tener que pagar todo lo que nosotros tenemos que pagar. Una gran injusticia. Tanto por la zona marroquí como por parte de los vendedores clandestinos. Estos últimos aviso a nuestra clientela que no han pasado nada de sanidad y pueden llevar a tener enfermedades. Igual a no consumir productos como todos los que tengan conchas, o sea, los bivalvos. Si no se tiene seguridad de que han estado tratados con depuradoras no se deben de consumir. Son la fuente de una enfermedad llamada hepatitis. En definitiva hemos vuelto a los años de la abuela. Hemos retrocedido aproximadamente unos 10 años. Es injusto. Pero es una realidad que nuestros representantes de nuestro gobierno tienen que intervenir lo antes posible. Para eso pagamos los impuestos”.