Perros, gatos y la inhumanidad del ser humano

xisten obras escritas sobre naturaleza salvaje que desgarran el corazón por su belleza trágica al conocer como han transcurrido los acontecimientos desde que éstas fueron escritas. Por otra parte, está claro que Joy Adamson (autora de Born Free) y sus leones no han pasado sin dejar huella en nuestra simia alma, aportando evidencias bellísimas sobre la cercanía afectiva que hay entre todos los vertebrados y en especial entre los mamíferos.

El apoyo mutuo es algo real, y no inventado por un excéntrico naturalista ruso (Piotr Kropotkin) para incomodar a los darwinistas más radicales, y existe a todos los niveles del mundo natural, ¿cómo no iba a existir en las criaturas con mayor capacidad para elaborar información y de cerebro más avanzado?. Las alianzas entre seres vivos son un ámbito habitual dónde se muestra el proceso evolutivo y las adaptaciones a la diversidad de posibilidades ambientales, el darwinismo social no es más que una intolerable simplificación de la realidad convertida en una mera lucha por la supervivencia y el imperio de los más fuertes.
La sensibilidad, como la bondad y la piedad, no son exigibles sino esperables. Es un don natural concedido a la criatura humana para que la extienda sobre las demás en su necesario afán de conocimiento, para calmar su psique, sin duda una de las grandes aspiraciones de nuestra especie, conocer a los otros y convivir con todos estrechando lazos con algunas especies que, por diversos motivos, tanto prácticos como espirituales, se presentan más propicias a la relación, aplicarse a la evolución cultural de otras especies y entender todo el proceso que se establece entre los que tienen lenguaje hablado desarrollado y normalizado (el nuestro) y los que solo pueden hablar en el pensamiento. El habla neuronal previo al desarrollo expresivo y entendimiento entre iguales lo vislumbró Heidegger y explicó magistralmente Steiner en capítulo dedicado a los “logócratas”. Después de tantas experiencias y personas que han vivido momentos excelsos con animales, no parece que se pueda negar la evidencia de que existe el pensamiento animal o el habla neuronal, viendo el trabajo de Lorenz, quien podría rebatir estos fenómenos en las ocas y tantos otros. Demasiadas imbecilidades han propagado la religión reaccionaria y la ciencia capitalista y mutiladora del sentido común, tantas que la involución hacia los nuevos mitos cientifistas se están cobrando víctimas urbi et orbi. De la misma manera que un animal tiene una especie de habla interno también padece trastornos psicológicos y sufren los maltratos o las vidas a las que se les someten. El humano hace a una maleable mascota (un perro por ejemplo) a su imagen y semejanza. El animal sufre en silencio compenetrado con su dueño la vida que le ha tocado, y vive jubiloso y vibrante los momentos felices con compañeros humanos activos y vitales. Son decadentes si sus dueños lo son y así un largo etc. Sobre la inhumanidad del ser humano sabe bastante Jane Goodall (In the Shadow of Man). Sus ojos de naturalista han visto demasiadas atrocidades sin sentido y mucha insensibilidad sin castigo, todo ello en contra de simios tan cercanos que deberían ser tratados como parientes. Claro que esto de la cercanía familiar nunca ha sido impedimento para perpetrar todo tipo de atrocidades contra sí mismo. La gran capacidad de pensamiento y procesamiento de la información también nos lleva a situaciones inverosímiles de ofuscación de la razón y del buen sentido. La vida híper acelerada de hoy  en día solo impele estas afecciones negativas, y para ello los animales domésticos son un bálsamo bendito y cada vez se hace más necesaria su intervención para humanizarnos más. La cercanía a la naturaleza desde diversas perspectivas ayuda a domeñar nuestro natural barullo neuronal y enorme capacidad de procesamiento de la información que se encuentra en estos momentos amplificado por las miles de millones de seres humanos que pueblan el planeta y la aceleración inculta del trasvase de la información. Del maltrato animal al maltrato humano no hay línea divisoria, pues indica que se es capaz de arremeter contra el indefenso, y no hay nada más indefenso que un animal ante nuestro perverso poder de pensamiento. El desarrollo cerebral tiene acompañado, en este periodo de la evolución cultural, una enorme carga de perversión. Las orcas pueden ser muy crueles porque esencialmente son muy “inteligentes”, aúnan mucho cerebro y gran fuerza bruta. Las alianzas creadas con especies tan cercanas como los perros y los gatos son reales y mueven muchas voluntades en torno a una misma finalidad de cuidado y respeto. Cuando domesticábamos no actuábamos como aprendices de brujos caprichosos y atolondrados, sino que desarrollábamos una tarea genuina y puramente humana, dando una respuesta apropiada a nuestra desarrollada psique. Todo ello utilizando nuestras herramientas más potentes (minuciosa observación y admiración emotiva), deudoras de nuestro propio desarrollo cerebral y dónde cobra sentido adaptativo nuestro desproporcionado cerebro. Hoy en día, en nuestras afeadas ciudades y con las vidas vacuas que se llevan como una especie de “hedonismo fashion”, los animales domésticos se han convertido en una tabla de salvación para muchas personas solitarias y frustradas y en una necesidad vital ineludible para todos aquellos en los que afloran sentimientos de biofilia y de cercanía con el mundo vivo. Parecería que el inteligente e intuitivo Patrick Geddes vislumbró un futuro dónde los animales domésticos rendirían servicios impagables al atribulado ser humano del futuro.
Llegados a este punto, la insensibilidad política-burocrática en relación a los perros y los gatos parece que se ha instalado en nuestra ciudad. El exterminio de perros y gatos en nombre de un proceso sanitario debería ser una medida extrema ante un caso de amenaza real de epidemia. En cualquier caso, según nuestra información, otras formas de enfocar la cuestión de los perros y gatos abandonados son posibles y deseables con la colaboración de todos. Una administración dirigida políticamente por un médico y dónde trabajan numerosos veterinarios es solvente para enfocar la situación de una forma sensible a la vida sin menoscabo de la salud colectiva. Con este artículo de opinión nuestra asociación muestra su afán colaborador con nuestros admirados compañeros de la Protectora de Animales y Plantas en su cometido. Nos mueve nuestro compromiso ecologista y la certeza de que una actuación coordinada con la Protectora solo redundará en beneficio de plantas y animales. Plantearemos al Consejero encargado del área, con el debido consenso con los responsables de la citada asociación, cuáles son nuestras preocupaciones en torno a este desagradable asunto de las matanzas de perros y gatos. De la misma forma, nos asaltan muchas dudas sobre porqué un colectivo de cazadores está implicado en la recogida de animales abandonados, si la propia Protectora tiene voluntarios que se pueden encargar de esta actividad si se le facilitan los medios necesarios. La caza en Ceuta, y sus problemas añadidos, es otro de los asuntos que ineludiblemente queremos también abordar, la presencia alarmante de jabalíes por el campo exterior y la alimentación que se les proporciona por parte de los humanos, perreras insalubres… Obviamente, como en todos los colectivos hay cazadores responsables y otros que no los son, pero como no deseamos entrar como un elefante en una cacharrería, ni tener protagonismo alguno en una cuestión en la que por lógica ocuparemos siempre un lugar secundario, estamos recabando toda la información para aportar nuestro granito de arena en esta tarea que tanto nos importa. En cualquier caso, la simplificación de la realidad como norma de actuación política es una estrategia profundamente equivocada y que solo lleva a la desesperación de aquellos que viven realidades complejas en la que encuentran su realización vital de una manera satisfactoria.