Periodistas contra la mafia en Fnideq

El miércoles de la semana pasada, primer día de Ramadán, el corresponsal de ‘CAP Radio’ en Castillejos [Fnideq, en árabe], el periodista Ahmed Biyuzan, se acercó con su hijo a casa de sus padres.

Al pasar junto a un supermercado ubicado en la avenida Ibn Rochd de la vecina localidad marroquí, en el ‘Barrio Nuevo’, se encontró con otro vehículo bloqueando la vía. Tras requerir paso, el propietario del establecimiento y el dueño del coche estacionado en pleno vial entablaron una “fortísima discusión” con el periodista que derivó en una agresión que le ha dejado con un dedo fracturado, un brazo en cabestrillo, una cirugía menor y una baja médica de 42 días.
En declaraciones a este periódico, Biyuzan, que hace varios años ya fue víctima de la quema intencionada de su vehículo, denunció ayer que el ataque no es fruto de la ira desatada de un enajenado mental, sino el último episodio de la respuesta a las informaciones que ha publicado sobre las mafias de la droga en Fnideq, cuyo último episodio mayor ha sido el arresto de uno de los “grandes capitanes” del ‘narco’ local y nacional, J. Azerkan ‘Frifra’, detenido hace tres semanas cuando se encontraba en la cercana playa de Sania Torres por la Brigada de la Policía Judicial desplazada a tal efecto desde Casablanca.
Biyuzan volvió a pasar ayer por sede judicial para exigir el arresto de los responsables de su agresión, poner en la picota la efectividad de las Fuerzas de Seguridad locales contra las mafias asentadas cerca de la frontera y pedir que el caso se ponga en manos de entidades supraregionales.
La delegación en Tetuán de la Unión Nacional de la Prensa Marroquí ha expresado su “profunda preocupación” por el incidente en el que se vio envuelto Ahmed Biyuzan y por las sospechas existentes sobre que el hecho “está relacionado con algunas de las informaciones publicadas recientemente sobre algunas de las mafias de la droga de la región, la detención de uno de sus responsables y los vínculos que el propietario de la tienda frente a la que sucedieron los hechos tiene con ellos”. El colectivo ha deseado una “pronta recuperación” al corresponsal de CAP Radio en la zona y ha demandado la apertura de una investigación “seria” sobre el suceso que sea capaz de aclarar quiénes han sido sus verdaderos responsables y de desenraizar a las “mafias” de Castillejos y la frontera.
El Club Mediterráneo de la Prensa en el Norte de Marruecos, en una nota pública de tres puntos, ha avalado el “profesionalismo” y la intachable catadura moral del trabajo de Biyuzan, que este año ha recibido el I Premio J. M. Searle en el XXXI Congreso de Periodistas del Estrecho por su colaboración “en el fomento de las buenas relaciones entre los periodistas de ambas orillas”.
La Unión de Periodistas de Deportes Marroquíes (UJSM, en sus siglas en francés), de la que forma parte Biyuzan, también ha dejado patente en otro comunicado su “solidaridad” con el agredido en el “calvario” que está sufriendo y ha “exigido” a las autoridades policiales y judiciales “una investigación transparente e imparcial para revelar los orígenes de este asalto brutal”.

La información y el crimen organizado

En su último informe especial sobre el crimen organizado y los medios de comunicación, Reporteros Sin Fronteras (RSF) cifró en 141 el número de periodistas que perdieron la vida durante la primera década de este siglo “por haberse atrevido a denunciar la influencia de las bandas criminales y de la economía paralela”. Según RSF, “en el mundo posterior a la guerra fría los principales predadores de la prensa se llaman: mafias, carteles de la droga y grupos paramilitares ahora dedicados al contrabando a gran escala”. Las mafias tradicionales encarnadas por la ‘Cosa Nostra’ ya no son, según esta oenegé, “la única cara de este ‘pulpo’ de dimensiones transnacionales, más mortífero para los periodistas que los últimos regímenes opresivos o las dictaduras”. Ningún continente está exento de una problemática en la que “el área de la comunicación constituye un reto estratégico para los grupos criminales que, lejos de querer derrocar las estructuras de las sociedades, buscan infiltrarse en ellas y utilizarlas” y en la que “la actividad mafiosa no se detiene con el arresto de un padrino o de un señor de la droga”.