Aunque aún es temprano para valorar el daño forestal causado por las llamas de este último incendio, sí es cierto que el entorno del arroyo de Calamocarro es una zona protegida considerada como un Lugar de Interés Comunitario, además de ser una Zona de Especial Protección para las Aves. Desde Obimasa creen que no será hasta el año que viene o el siguiente, cuando puedan determinar qué afectaciones tiene el lugar y puedan comprobar si la flora dañada crece de nuevo o si ya se ha perdido definitivamente.
Ciertos elementos singulares como los castaños centenarios que se encontraban en la zona han sido pasto de las llamas, quedando sólo un par con algo de vegetación. “La verdad es que duele”, confiesa Ricardo Ugarte, biólogo de Obimasa, quien matiza que, al margen de las llamas, los árboles ya tenían muchos años y tampoco han recibido un buen trato. “La gente para buscar castañas en la época pegaba tirones y había ramas que se han quemado ya en el suelo”.
Otras ramas colapsaron porque los troncos, con el paso del tiempo, ya estaban huecos y al quemarse la parte con vida que les quedaba han caído las ramas enteras. Por lo tanto, de los 12 castaños que había con vida, ahora hay que valorar los daños de cada uno, siendo los más grandes los que probablemente se hayan perdido definitivamente. El biólogo explica que los árboles funcionan con el último anillo de crecimiento y su interior sirve como el soporte de la estructura y pese a que con los años ese interior se va consumiendo, es a través de la corteza como la savia logra subir a las ramas.
“Eso ha estado vivo hasta hace poco, pero es verdad que estaban deteriorados, huecos y se había podrido el soporte estructural y algunos tenían hasta basura dentro”, lamenta Ugarte quien además recrimina la falta de civismo que muchas personas tienen cuando van al monte y no recogen la basura que generan. “Te los encuentras normalmente con basura porque somos muy guarros”. Es en estos casos cuando desde Obimasa creen necesario aprovechar para limpiar toda esa basura que ha quedado oculta en el monte durante años y que puede ser detonante de otros incendios.
Será esa corteza la que tendrán que valorar, no sólo de los castaños, sino del resto de vegetación que ha estado expuesta a las llamas, siendo, por ejemplo, los alcornoques y el acebuche los más resistentes rebrotando bien y el pino, por el contrario, el que difícilmente logra salvarse. “Los pinos grandes, los piñoneros, esos no rebrotan, incluso los que parece que todavía están verdes, probablemente dentro de un año terminen de morir porque el flameo termina por dar la cara”, alerta el biólogo.
Dentro de este “triste” escenario, también está la fauna endémica, como lagartos, salamandras y hasta tortugas, que a diferencia de las aves o los mamíferos, no pueden escapar y también mueren atrapados por las llamas. “No tienen esa capacidad de huir”.
Justo la zona afectada por este último incendio forestal también ardió hace apenas cuatro años. Es por ello que se encontraba inmersa en un proceso de regeneración que ya había logrado cierto avance, sin embargo, Ricardo Ugarte recuerda que muchas veces estas labores se topan con la burocracia o situaciones que superan a la ley de montes, que es la que debería prevalecer en estos casos.
“Se estaba regenerando, pero había zonas que no se podían tocar porque eran zonas de particulares que habían expresado su deseo de que no se interviniese” y no sólo eso, sino que la ley de montes deja claro que son estos propietarios los que se deben encargar de gestionar y mantener sus parcelas, pero también de no provocar incendios ni plagas a los terrenos colindantes.
Es aquí donde el biólogo de Obimasa cree que las autoridades competentes deben de intervenir, haciendo efectivos los convenios que ya existen o que ya se aplicaron en su día, como ciertos acuerdos bilaterales entre los Ministerios de Defensa y Medio Ambiente o entre la Ciudad Autónoma y Medio Ambiente. “Probablemente se puedan hacer cosas que no se han hecho en otros tiempos, pero que también se hicieron anteriormente”, quiere recordar Ugarte.
Todo ello pensado para que estos incidentes no se vuelvan a repetir y para poder paliar los daños que ha sufrido una zona tan valorada como es la afectada por este último incendio forestal.
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