A los escondidos pasillos interiores de la parroquia de San José hay que acceder para descubrir la esperanza de la Navidad del barrio. Se encuentran estudiando catequesis, pero a un lado de la mesa tienen preparadas las panderetas. Dicen que los niños son siempre motivo de alegría y felicidad, que dan vida, y que son la esperanza y la prolongación de la de un coro que acaba de cumplir 30 años. Su coordinadora infantil, Ana Medinilla, presume de todos y cada uno de ellos, son “sus niños”, esos que le alegran cada tarde de los miércoles y a los que puede seguir trasmitiendo el “verdadero sentimiento navideño. Son el futuro y el mejor y más gratificante instrumento para mantener viva la llama de un concurso que tristemente está cayendo en el olvido”, asegura.
Ana Galán, directora de los dos grupos de San José, fundó el coro entre sus niños de catequesis en el año 87, aunque el infantil no ha sido constante en el tiempo y hubo algunas ediciones en las que no se presentó. Desde hace una década sigue dando guerra cada diciembre. Nunca se ha hecho con el premio gordo, aunque cuenta con varios segundos. Confiesa Medinilla que no está en su momento de mayor esplendor: “Los niños van cargados de deberes y actividades extraescolares, por lo que es muy complicado coordinar los ensayos, no les podemos pedir más. Estamos felices de poder contar con ellos”, comenta. Aunque las expectativas no son elevadas, esa no es la finalidad de uno de los coros más longevos. “Nuestro fin nunca ha sido ganar, nos encanta este concurso porque se vive el espíritu de la Navidad, ya que por muy mal que uno esté, es un gran aliciente, te levanta y te ayuda a seguir”, manifestaba.
Las joviales caras de unos niños que no sobrepasan los 11 años se plantarán el próximo viernes en el Auditorio para dar un cántico a la esperanza, para demostrar que las tradiciones siguen vivas. Y lo harán con las alegres y esperanzadoras notas de villancicos y temas navideños. Sus letras son tradicionales, versan sobre los pasajes bíblicos y los temas típicamente navideños adaptadas al universo infantil. Son canciones de producción propia, en los que la misma Medinilla, de manera autodidacta y como una gran aficionada a la composición navideña, da rienda suelta a su sentimiento navideño para reflejarlo sobre el papel.
Y como todo autor que conoce lo que pretende transmitir se sube las mangas, alza las manos y coordina a un numeroso grupo que arranca al unísono para corear con sus inmaculadas voces, recordando de alguna forma al tremendo misticismo que se despierta entre los muros de los templos.
Este coro de niños, que es el “ojito derecho” de Ana Galán, promete seguir adelante con los pilares que constituyen San José: el formar parte de una nueva gran familia llena de valores, armonía, riqueza social y cultural. “Deseamos que sigan adelante con este gran proyecto que emprendimos hace tres décadas, no sólo por nosotros, sino por todos los caballas”, decía.
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