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Pedro Javier Cabrera, el poeta que canta

Conozco a Pedro desde hace varios años, cuando era Profesor en mi Instituto e impartía clases de apoyo a los alumnos con necesidades educativas especiales. Alumnos con los que hay que tener una infinita paciencia, porque los avances son escasos y lentos y a los que también hay saber transmitirles grandes dosis de cariño, pues en muchas ocasiones andan muy faltos de ellos. A Pedro le sobran ambas cualidades: la paciencia y la capacidad de transmitir cariño.
Una de las primeras cosas que me llamaron la atención en Pedro fue su facilidad para expresar sus sentimientos. Pedro es un libro abierto que está continuamente transmitiendo lo que pasa por su mente, lo que fluye de su corazón y de su alma.
Por eso, cuando tuve conocimiento de que Pedro estaba componiendo e interpretando canciones, me hice el firme propósito de escucharlas y hablar con él, para que me explicara de dónde había surgido ese interés por componer, qué pretende expresar, qué siente cuando interpreta… y tantas otras preguntas que ya han sido contestadas con sólo escuchar sus canciones. La verdad es que tanto sus canciones como su conversación no me han defraudado, pero eso yo ya me lo esperaba pues viniendo de Pedro tenía que ser así.
Esta entrevista es el resultado de una larga tarde de canciones, vivencias y sentimientos compartidos con mi amigo Pedro.

Pedro, ¿cómo ha surgido en ti la necesidad se componer e interpretar canciones?
Tú lo has dicho, por necesidad. Porque si no, reviento. Los poemas se me quedaban cortos. Necesitaba cantarlos. Por hacer terapia conmigo mismo. Para transformar la angustia, la pena y la alegría en algo positivo. Canalizar los sentimientos. Es un truco para llevar mejor la vida. El arte. Cuando estoy componiendo es como si estuviera más cerca del mundo espiritual, porque exteriorizo las profundidades de mi alma. Yo me eduqué con la interpretación de canciones. Mi abuelo Antonio  Rodríguez cantaba de todo, pero especialmente el tango argentino, que lo bordaba. Por ahí se coló mi inquietud. Empecé hace justo un año poniéndole unos acordes a unos versos y he acabado con 13 canciones.

Adivino en tus canciones la necesidad de expresar una constante contradicción en la persona, ¿no es así?...
Sí, en muchas canciones, pero creo que te ha venido esa idea por dos canciones: “Novia del Aire” y “Rumba de Pasión”. En ellas es bastante evidente mi contradicción y mi conflicto personal entre la libertad y la intimidad. Si tienes una pareja que te da el equilibrio íntimo y afectivo, te falta la libertad; y si tienes toda la libertad, como es mi caso, te falta ese cariño a tu lado. Es un misterio que voy solucionando con la vida. Voy aprendiendo a renunciar y a ser feliz renunciando. Me voy dando cuenta, poco a poco, que mi libertad aumenta con mi responsabilidad, porque yo la he elegido; pero eso sí, siendo uno mismo siempre. Nunca condicionado por los demás. Otra contradicción que también veo que has notado es el de la idealización del  amor y la realidad. Idealizo tanto a la persona amada, que cuando la conozco siempre me decepciona; pero eso es cosa de los poetas, si no fuera por las musas nunca podríamos escribir nada.

En tus canciones ocupa un lugar muy importante la sensibilización ante las personas que por una u otra circunstancia  lo están pasando mal. ¿Qué sientes ante el sufrimiento de los demás?...
El día que yo no sienta nada con otro hermano que sufre se habrá vuelto de piedra mi corazón. ¡Qué día más triste! ¡Qué existencia más vacía! ¡Qué horror! ¡Qué miedo! Así va el mundo. Qué capacidad más grande tenemos para auto-justificarnos y quedarnos tan panchos. ¡Cuántas oportunidades tenemos cada día para hacer el bien y las dejamos pasar!.
Hay tres canciones relacionadas con el dolor. “Sara”, una porteadora de la frontera que está embarazada; es una canción protesta contra los abusos sociales que se producen en la ciudad y en el país vecino por su particularidad fronteriza. “La mariposa gris”, una anciana de mala vida que revolotea por Rincón de M´diq (a la orillita de Tetuán), que ya no puede ejercer su antiguo oficio y deambula enferma pidiendo, hasta morir prácticamente en la calle. Hice amistad con esa mujer. Y la canción “Me tiembla el alma”, dedicada a todas las personas que están perdidamente enamoradas y sufren mucho al no ser correspondidas. Los tres casos son reales, de hecho, forman parte de mi vida.
Creo que el otro gran tema de tus canciones es el amor. ¿Qué lugar ocupa el amor en nuestras vidas?
Pienso que el amor constituye la Ley misma de la vida y que  estamos bajo su dominio sagrado. El amor es el Rey de la existencia. Y no estoy hablando  solamente del enamoramiento humano que a veces se confunde con las bajas pasiones y con el deseo carnal. Para mí ese amor es una esclavitud, que en el fondo, me hace más sufrir que disfrutar. Pero soy humano, no lo puedo evitar. Hablo del verdadero amor, el que no pide nada a cambio, el que se complace en la renuncia de uno mismo para la entrega hacia el otro y es completamente feliz renunciando. El que da la cara por el prójimo que sufre. El que no se calla ante la injusticia, siendo además capaz de comprender y amar al que comete la calumnia. ¡Qué avanzado estaría el mundo con esa actitud!
¡Qué ciegos estamos! Sólo vemos materia y estamos hechos de alma, que contradicción. Que malo es el orgullo y la envidia. Que bueno es ser bueno. Digo todo esto pero que conste que yo no soy ningún santo.

Yo te conocí primero en tu faceta como profesor, de educador.  ¿Es realmente tu vocación?
Vaya preguntita…Pues mira, Eloy, después de dieciséis años como maestro, te puedo decir que no. Pero no porque no me guste enseñar, que a mí me encanta… Es que no encajo en los colegios…Pero en ninguno. Ni en Córdoba, ni en Málaga, ni en Ceuta. Una vez que cierro la puerta de mi clase sí, pero la enseñanza en su conjunto no me gusta nada como está enfocada. A mi me gusta trabajar con la creatividad, con la improvisación, con la alegría, con el instante, con el afecto, con el juego constante  y con el arte.
El libro de texto, la ficha y la programación me deprimen bastante  (mira, me ha salido un poema improvisado). Todo esto lo digo con el máximo respeto a los maestros que hacen cosas que yo no soy capaz de hacer, porque soy un completo desastre. Sin embargo, en los colegios soy muy feliz con los niños. Actualmente estoy en el Príncipe. Qué bien me lo paso con ellos, son super-alegres. Me encanta estar de cachondeo. Y mis compañeros de trabajo son muy buenos conmigo, me dejan ser tal como soy… Eso sí, la Educación Especial trabajada a mi manera sí es mi vocación. De hecho, siempre tuve la ilusión se montar una escuela de Educación Especial que fuera una escuela de artistas porque la sensibilidad de estos niños es abrumadora. En la canción “Aula 12” hablo de la Educación Especial y de cuatro alumnos del colegio San Antonio: Mohamed Said, Estefi, Chaima y Nora. Estos niños son como mi familia. Los quiero más que a los mayores, no lo puedo evitar. También me gustaría tener la experiencia de trabajar como maestro en la cárcel y hacer teatro con los presos. Una de mis grandes vocaciones es la del teatro infantil. Lo hice toda mi vida. Me encanta. Tener a los niños con los ojos abiertos como platos y partiéndose de risa cada vez que me caigo o con mis tonterías me hace muy feliz. Además, los niños aprenden más en diez minutos de teatro que en tres semanas de escuela. El teatro les abre la mente una barbaridad y les hace crecer intelectualmente, la enseñanza tradicional los aborrega un poco. Tampoco descarto dedicarme a eso profesionalmente en el futuro. Pero la enseñanza reglada me gustaría dejarla. Prefiero ser payaso, además, se me da mucho mejor.

Todos los que hemos tenido la suerte de escuchar tus canciones, nos hemos quedado encantados con ellas. ¿Tienes pensado difundirlas de alguna forma?
Sí, cantándolas. En el espacio que se me permita. Yo no soy músico, soy poeta. Yo no toco bien la guitarra. Empecé a tocar hace un año. Si canto en algún sitio tengo que pedir disculpas a los músicos presentes. Le pongo un acorde a cada verso y ”palante”. Normalmente hay un proceso, componer y grabar la maqueta. Yo directamente las canto y que sea lo que Dios quiera. Tengo 13 canciones, es un gran número, yo nací en día 13. A ver la gente ahora que opina, tampoco me vendría mal un baño de tomates.

Tú naciste en Córdoba. Cuéntame tu biografía y de cómo conseguiste recalar en Ceuta.
Yo nací en Córdoba, aunque mi familia es de Pozo blanco. Mi vocación con la Educación Especial se la debo a mis padres. Cuando tenía ocho o nueve años me llevaban todos los domingos a la Cruz Blanca a atender a personas con Deficiencia  mental  y minusválidos. Yo les daba de comer y los bañaba.
Y era tremendamente feliz haciéndolo. A los quince años ya era monitor de teatro infantil. En los estudios me iba fatal. Suspendía todo, menos la literatura. Me encantaba leer y recitar a Góngora, Quevedo, Lope, Hernández, Machado…Escribía poemas cachondeándome de los profesores y los difundía anónimamente entre los compañeros. Los maestros me decían que era el payaso de la clase. A partir de los 19 años comencé a trabajar como voluntario en barriadas marginales de Córdoba, donde me trasladaba los veranos para vivir allí, entre los más pobres. Empecé a coordinar programas de intervención social en barriadas marginales para la Junta de Andalucía a través de la asociación juvenil Solidaridad Joven, pero sin cobrar un duro. Lo simultaneaba con mis estudios de Educación Especial en la Facultad de Ciencias de la Educación de Córdoba. Por aquel entonces, realizaba un espectáculo poético musical con el músico Manuel López Viñas llamado” Soliloquio Musicado”. Al terminar los estudios me contrataron como profesor de Educación  Especial en el Colegio Salesiano de Antequera, eso fue en 1995. Allí estuve diez años, especializándome en la animación infantil.
En el año 2000 comienzo mis viajes a Marruecos. En el año 2002 agarro una depresión provocada por  mis limitaciones profesionales en la escuela concertada y por los desengaños amorosos. Siempre he padecido de mal de amores. Es mi enfermedad natural. En ese mismo año conozco al astrólogo argentino Juan Honorio Tolosa Paz y me engancho con la astrología. Decido comprarme una casita en el campo en Archidona, a orillas del río Guadalhorce, justo detrás de la Peña de los Enamorados, donde según la leyenda de Washington  Irving, un cristiano de Aguilar de la Frontera llamado Tello cae prisionero en Archidona, territorio musulmán, y se enamora de la hija del visir. El enamoramiento es mutuo. Ambos huyen y son cercados en lo alto de la Peña porque no permitían su amor. Deciden tirarse antes que separarse. De ahí viene mi canción “Romance de la inmolación de mi pobre corazón”. En esa casa me aparto de todo y me dedico a estudiar astrología rodeado de libros sobre el tema y participando en los seminarios que imparte Juan Honorio en Málaga y Sevilla. También tomo clases con él en Córdoba.
Empiezo a cantar con el grupo de música malagueño “Tostada 46”, junto con Miguel Salazar  (“el Tostao”) y Domingo Sánchez. Conozco al pintor malagueño Mariano Nieto y me traslado por las tardes durante un año y medio al Taller Picasso, junto a la Plaza de la Merced, donde aprendo, entre otras técnicas, pinturas de decorados para teatros infantiles. Decido presentarme a oposiciones para salir de la escuela concertada y me presento por Ceuta por estar junto a Marruecos y poder vivir el contraste tan interesante y enriquecedor de las dos culturas. Ya aquí en Ceuta me dedico a estudiar  árabe, el culto y el dariya. En algunas canciones alterno el español con el árabe, como en la canción “Fátima Sohra” (sultana del viento).Ya estando aquí en Ceuta, soy invitado en la Habana a la boda de mi amigo  Miguel Salazar , cantante de “Tostada 46” con Caterí Soler, coordinadora del Proyecto “Roma”  en Málaga, es un proyecto internacional de Educación Especial a favor de  la integración con el que conecto totalmente. Caterí es la hija del pintor cubano Aldo Soler. Tras un viaje solitario y fuera de toda travesía turística, me recorro en autobuses del pueblo la Isla de punta a punta. De la Habana a Santiago con una serie de catastróficas desdichas. De vuelta en la boda, tengo el gusto de conocer a Mariela Castro, sobrina de Fidel e hija del actual Presidente Raúl, de la que guardo un gran cariño por el trato tan agradable  que me brindó y el interés que tuvo por conversar conmigo. En el verano de 2009 marcho a Argentina y me instalo en La Plata, allí culmino mis estudios de astrología. Actualmente quiero volver a Andalucía, mi tierra, y comenzar allí la segunda parte de mi vida.

¿A quién admiras como cantante?
El tango me encanta, Roberto Goyeneche. Me apasiona. Me gusta lo español, aunque últimamente me ha enganchado la música árabe, Yusuf Islam, Sherin me encanta, Mohamed Fuad y Elisa. Me gusta  la niña Pastori. La Mari de Chambao, El Bicho, Tabletón, Josele Santiago, Calamaro. La copla de Carlos Cano y La Martirio. Pero soy fan absoluto de Manolo García y Joaquín Sabina.

¿Qué es lo que más orgulloso te sientes en tu vida?
De mis padres. Pedro Cabrera y Amparo Rodríguez. Y de creer en Dios. De tener la certeza absoluta de que la muerte no existe. De que cambiamos de traje y continuamos progresando espiritualmente. Eso le da sentido a mi vida. Me hace comprenderla y me deja muy tranquilo porque tengo una eternidad muy grande para seguir amando.

¿Quieres añadir alguna cosa más?
Sí. Me encanta la ciudad de Ceuta por su ubicación geográfica. Puedes estar en España y en Marruecos en el mismo día. A medio día tapeas en la calle Jaudenes y  por la tarde te puedes dar un paseo por la medina de Tetuán. La sierra de Ceuta es espectacular. Es una suerte que no edifiquen, en la mayoría de las ciudades españolas se han cargado el campo. Las vistas desde El Hacho hasta Benzú son impresionantes. Es un lugar mágico del Planeta.
Hasta aquí lo que dio de sí una tarde de canciones y conversación con mi amigo Pedro, “Pedro Javier Cabrera, el poeta que canta”, un auténtico ser humano en toda la extensión de la palabra, con sus defectos y sus virtudes. Tuve la suerte de escuchar todo su repertorio: “Novia del aire”, “Bajo estos vendavales”, “Sin plaza y sin amor”, “Luces del porvenir”, “La mariposa gris”, “Fátima Shora”, “Sara”, “Me tiembla el alma”, “Aula 12”, “El romance de la inmolación de mi pobre corazón”, “Rumba de pasión”, “Qué se yo de ná” y “Doctor Carlitos”. Un auténtico derroche de poesía y sentimientos.
Les aseguro que si Pedro tiene la oportunidad de difundir todo este repertorio que yo tuve el privilegio de escuchar por medio de un recital, no se lo pierdan. No los dejará indiferentes porque Pedro no deja indiferente a nadie y les hará sentirse por un rato más seres humanos.

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