Opinión

Hola, soy Pedro y soy adicto al poder. Hola, soy Pablo y soy adicto a la oposición

Pedro y Pablo no son dos personas cualesquiera. No son los discípulos de Cristo, ni Pedro es el traidor a Cristo, del que dijo por tres veces no conocerle, ni Pablo es el que se cayó del caballo y se dio cuenta de lo equivocado que estaba. Aunque Pedro es un traidor sin solución, y Pablo no se ha caído todavía de la burra. Son otros. Pedro es un economista, o al menos es lo que él dice, que también consiguió un doctorado, al menos es lo que él dice, que se demostró que lo había plagiado, eso se lo calla. Con esos laureles y sin mayor bagaje, anduvo por los andurriales del partido socialista, el de los cien años de honradez, ja, ja, ja, ja, ya saben “Felipe, colócanos a tós” y el chico, que podía haberse ganado la vida como maniquí de Cortefiel, decidió que eso era para otros guapos. Pensó que la vida del político es la mejor pagada, donde antes se llega a la cúspide y solo hay que tener cierta labia para el engaño, cosa en la que él andaba “sobrao”, así es que ¿por qué meterse en lo privado si lo público le “ponía”? El partido ese lo gestionaba ,en funciones, un tal Fernández, verdaderamente el más capaz e inteligente de la banda, el resto era pura morralla, una tal Adriana y un tal Ábalos, poca cosa para las aspiraciones de Pedro a lo más alto del partido, por lo que, engañando a unos y a otros, enseguida consiguió un congreso para que le votaran, pero al muchacho con sus prisas y su torpeza, le descubrieron tras una cortina, trampeando cuando introducía papeletas a su favor en las urnas, por lo que Fernández le castigó con unas orejas de burro, de rodillas y cara a la pared. Levantado el castigo y con el aval del más cínico del gremio, el tal Zapatero, la cosa estuvo resuelta en poco tiempo, y Pedro con su gran audacia, como la que tienen todos los tramposos, y en un partido o partida de ”conseguidores” a cualquier precio, logró que todos bailaran con él. Así es que, como trilero de cualquier puente de Londres, enseguida consiguió hacerse con el timón, presidente, presidente.

Pablo, es un chico de Palencia , ya saben “Palestinos todos” dijo el ministro Solís al saludar en un acto político en Palencia, y también está licenciado en Derecho, o al menos es lo que él dice, y que terminó la carrera enseguida, meteórica que fue, y rápidamente hizo un máster, o al menos eso es lo que él dice. Podía haberse dedicado al Derecho, pero lo hizo al revés, al torcido, metiéndose en política desde pequeñín ya que desde el bautismo le picaba la curiosidad, por lo que pronto oyó los clarines de su partido y atendió sus llamadas en las Nuevas Generaciones, ya saben esas de “Aznar no nos dejes descolocaos”. Siguió los pasos de una tal Santamaría, después cambió a los de la bella Cospedal, y cuando el Registrador dejó un bolso en prenda en el Congreso mientras se iba de copas, Pablo en una arenga formidable, defendiendo los principios constitucionales, la única desde entonces, barriendo a su adversaria, la propietaria del bolso, dijo que quería ser el bastión permanente de la oposición a Pedro. Presidente, presidente. ¿No es fabulosa una carrera tan fulgurante?

Pedro enseguida destacó. Con el apaño de un juez consiguió una moción de censura al antiguo presidente del gobierno, el más “pasmao” de entre todos los pasmaos mundialmente reconocidos, un tal Rajoy, que decía y era Registrador de la Propiedad, pero ahí se quedó después de la oposición y a partir de entonces ya no dijo ni mú, y hasta ahora, aunque lo siguen paseando y es el ídolo máximo de Pablo. Por él es capaz de pelearse con cualquiera, pues menudo es Pablo cuando le hablan, y lógicamente mal, del Registrador, ese mansurrón inútil.

Una vez ungido Pedro como presidente del gobierno, y compungido Pablo como jefe de la oposición, Pedro se dedicó a agradecer a todos los que con él habían votado su logro. Así repartió el dinero que no era suyo a todas las formaciones principales nidos de la destrucción de España: etarras, separatistas, comunistas, podemitas, en fin la hez de la sociedad política, ya que ahí, el tipo danza muy bien y era tal su alegría que repartió mercedes y mucho más que Mercedes a sus compañeros, prometiendo cuando no podía dar dinero, lo inmensamente felices que iban a ser si postrándoseles le adoraren. Dicho y hecho, el amigo Pedro, nuestro Pedro, se dedicó a producir decreto tras decreto, porque pensaba que el congresillo de los diputadillos, no tenía nada que decir en contra de sus ideas , esas maravillosas ideas que parieron leyes contra la violencia de género, de lgtbi, de desamparo de las Fuerzas de Seguridad, de memoria histórica democrática, porque la memoria solo puede ser democrática en un país avanzado como España, a rebañar la ley de amnistía, y a contratar asesores, muchos asesores y crear ministerios y ministros inútiles, hasta 22, todos inútiles, ellos y ellas.

Pablo, el pobre no se enteraba de nada y decía que sí a lo poco que podía entender, y por aprobar, aprobaba hasta los estados de excepción por la pandemia, hasta seis meses de cautiverio y el pobre Pablo siempre asentía lúgubremente desde su escaño. Pero no crean, Pablo es un gran orador, y cuando se levanta en su curul y responde a Pedro, no vean como las pasa de mal Pedro, hasta alguna vez se tiene que ir para no escuchar su regañina, no, Pablo en eso, hay que reconocer que es una persona seria.

Podía haberse dedicado al Derecho, pero lo hizo al revés, al torcido, metiéndose en política desde pequeñín ya que desde el bautismo le picaba la curiosidad, por lo que pronto oyó los clarines de su partido y atendió sus llamadas en las Nuevas Generaciones, ya saben esas de “Aznar no nos dejes descolocaos"

Cuando sale Pedro del Congreso y extiende los brazos en cruz ya saben los suyos que el presidente necesita inmediatamente un aeroplano. El Falcon 900, listo en cinco minutos para el despegue, siempre en situación de alarma, para ir al guateque que usted desee, sus deseos son órdenes señor. Y ya sean cuñaos, guateques caribeños, fiestas del partido, Pedro acude puntual con su aeroplano. A la tripulación, que le den, está para su servicio y que no se les ocurra a ninguno rechistar, que es capaz de echarle a la Margarita, una juez venida a menos.

Pablo, en su fuero interno, añora la vida de Pedro, pero no se atreve a decírselo ni a los más íntimos. Él, un chico de Palencia, recuerda el románico maravilloso de su tierra y piensa muchísimas veces por qué se habrá metido a político, cuando lo suyo es ser monaguillo. El problema de Pablo es que no tiene confianza en sí mismo. Es un teórico del toreo, pero no es capaz de salir a torear. Siempre criticará lo que está mal, pero si saliese al ruedo no iba a corregir una sola coma de la verónica, porque creación, lo que se dice creación, eso no es lo suyo. Es de la escuela rajoyana, una ganadería mansurrona que nadie quiere en las plazas y esos toros hay que devolverlos al corral en cuanto aparece el picador a caballo con la pica. Piensa que el toro se morirá de viejo, así es que para qué matarlo si va a morir de cualquier modo.

A Pedro, sin embargo, le va el engaño. Ocho años y medio después del episodio por el que casi lo echan de su partida, ha logrado formar el peor gobierno desde el punto de vista técnico, ideológico, el más radical y el más sectario. Y lo ha hecho con suma facilidad, lo nunca visto, él mismo se asombra de lo fácil que ha sido. Al PNV,¿ tú que quieres las cárceles?, ahí las tienes, y dinero mucho dinero, a los sucesores de los asesinos que también asesinaron a los de su partido, los de Bildu, ¿tú que quieres que te acerque a los asesinos?, acercados, a los separatistas catalanes, los del cobarde fugitivo, ¿qué quieren, indultos?, a pares, y dinero mucho dinero, a los de Podemos ¿quieren, ministerios?, cuantos queráis, y no importa si están el macho y la hembra dentro de la misma camada, a los dos les nombro ministros, para poder cuidar muy bien a los bebés y que no les falte de “ná” y oye no es necesario que trabajéis en los ministerios, debéis contratar a aquellos cuya formación y experiencia no sean objeto de baremo para su nombramiento, debéis ser los más ignorantes del gobierno, ya que eso mola, destinaros a gastar, ya que somos social comunistas, bueno, sobre todo marxistas, porque a mí España me importa una higa de cerdo, ¿no ven lo fácil que es gobernar, quién ha dicho que esto era algo difícil?

Pablo se ha dirigido a todos los miembros de su partido en ese inglés palentino que le caracteriza y les ha dicho que su partido no es un ”Talent show”, queriendo significar que él es, y solamente él, el “primus inter pares” y que cualquiera que se le acerque se quemará, pues qué se creían, así es que “callarsus”. Y es que ha habido dos espíritus libres, que viendo la parsimonia del monaguillo han querido levantar el vuelo y Pablo no lo puede consentir, porque él lo que quiere es estar siempre en la oposición y a su entero servicio y a Ayu y Caye, se les ocurre insinuar que ya está bien de oposición. Así es que Pablo no ha tenido más remedio que usar su inglés, que es un idioma que todos entienden.

Pedro, sin embargo es un revolucionario, y le gusta vivir como todos los revolucionarios caribeños, palacios, aviones, maletas que no falten, al pueblo que le den, él no está para nimiedades, él cree que merece ser emperador. Si condujera un auto no respetaría semáforos, señales de Pare, ceder el paso, eso nunca ¿para qué, por qué? Gobernar, no eso nunca, él no sabe lo que es eso. Por ello, ahora toda la labor la descarga en el Congreso. Ahí se afanan en fabricar leyes, proposiciones de ley, y cuando han agotado el repertorio de las leyes a favor del feminismo, de la violencia contra los hombres, de maltratar a los hombres por el solo hecho de haber nacido o por no haber nacido maricón, y de que en todas las películas y series producidas en España no falten escenas de homosexuales y si es de policías que nunca falte un maricón o una lesbiana en el reparto, porque eso es la vida misma, la vida normal del progresismo, como si eso no existiera desde antes de los romanos, y una vez todo consumado, y por si se nos había olvidado, de nuevo sacan a Franco, ese malvado dictador, a pasear a hombros (porque ya está muerto hace más de cuarenta años y el pobre no se tiene en pie). Y Pablo siempre se calla y asiente con la cabeza, lo suyo es ser ratón de sacristía.

Conocida es la terapia por la cual los adictos a las drogas o al alcohol, que todos sabemos que es una adicción muy difícil de vencer, se reúnen en determinados lugares y en ellos y en su intimidad son capaces de manifestar públicamente su adicción, y de esta manera, curiosamente, poder curarse.

En estas últimas semanas las presiones sobre los dos políticos de renombre, Pedro y Pablo, han sido muy fuertes. En el lado socialista porque pensaban, lo que ya es harto conocido en esos lares, que con un bienio, el animal había jodido bastante el país y consideraban que era necesario echarlo del poder porque si no arramblaría con toda la nación. Al parecer había unos gramos de cordura todavía en ese partido. Paradójicamente, y por la razón contraria, se pensaba que el amigo Pablo, que nunca había realizado un verdadero plan de oposición al poder, salvo contrariar repetidamente a Pedro, pero sin nada verdaderamente sostenible a cambio, nunca podría alcanzar el poder. Con ese objeto, Pedro y Pablo fueron aconsejados a ir a un centro de terapia de adictos anónimos para desintoxicación de los diversos vicios de dirigentes del poder. Una mesa y unas cuantas sillas de anea eran todo el mobiliario, ahí se veían caras conocidas y conocidísimas, unas para ver si todavía… y otras para saber qué hay de lo mío. Llegado el turno a Pedro este dijo: “Hola, soy Pedro y soy adicto al poder, tengo una ambición de poder enfermiza, me encanta que me sirvan a diario con guante blanco, volar en mi Falcon, que todos se arrodillen cuando paso, poder ir donde y cuando me dé la gana, aunque que me abucheen, y si para eso tengo que romper España , no me importa porque ¿alguien sabe qué es España? y esa ambición de poder no sé cómo quitármela, o mejor dicho, ahora que lo pienso, es que no quiero quitármela, verdaderamente no sé por qué he venido”, y se fue rápidamente ante la desesperación de los suyos, nuevamente a la Moncloa. Llegado el turno de Pablo, el chico de Palencia, con voz queda este manifestó “Hola, soy Pablo , soy adicto a la oposición y disfruto muchísimo en ella, no tengo responsabilidades, gano un buen sueldo, la gente me quiere por no hacer nada y me encanta que Pedro quiera seguir en el poder, yo no lo entiendo, con lo bien que se está en la oposición, y yo como él tampoco sé por qué he venido”, y también se fue corriendo a Génova 13, ante el asombro de los suyos, no fuera a ser que alguien le hubiera ocupado ya el despacho. ¿Y qué podemos hacer con estos dos, ya que sin arrepentimiento es imposible rehabilitación alguna? Solamente creer en su felicidad a costa de la nuestra, ya que Pedro y Pablo son dos chicos muy felices ¿no es maravilloso?

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