Opinión

El Patronato de Huérfanos en su afán permanente por la solidaridad (y II)

Han transcurrido ciento cincuenta años desde que en lo retrospectivo del último tercio del siglo XIX, en 1871, S.M. el Rey, por iniciativa del Teniente General D. Fernando Fernández de Córdova y Valcárcel, ratificase la creación del Patronato de Huérfanos en la Ciudad de Toledo, de todas las clases del Arma de Infantería; además, de su reglamentación que lo encaminaría en su acción magistral.
Por aquel entonces, era apremiante enderezar el rumbo que de por sí, resultaba angustioso y apesadumbrado, porque estaba en juego la sobrevivencia de niños y niñas que quedaban carentes de la figura paterna tras su fallecimiento en el campo de batalla; y, como tales, aquella coyuntura no alcanzaba la acción benéfica y protectora del Estado, que atravesaba la vorágine política, social y económica.
De esta manera, despuntaba una nueva forma de apoyar la educación y el sostenimiento de los hijos de los militares difuntos, y por tanto, uno de los hechos más significativos de la Historia de España, porque, por vez primera, este colectivo recibía una atención y protección oficial, colectiva y amparada por las Leyes, que este pasaje pretende engrandecer y valorar en su justa medida, para gloria de cuantos educadores y personas anónimas transitaron por cada uno de los antiguos Colegios, más tarde, Residencias; pero, sobre todo, considerando a los alumnos y alumnas que vivieron, se educaron y formaron en estos Centros, experimentando de primera mano el compromiso y apoyo incondicional de los que enarbolaron el espíritu de cuerpo cristalizado en la humanidad de asistirlos sin objeciones, en circunstancias dramáticas. Sin duda, el sello característico de los Ejércitos de España.
Tal y como se ha expuesto en el texto anterior, en 1881, la Reina Consorte Dª. María Cristina de Habsburgo-Lorena, cede con generosidad las ‘Cocheras Reales’ de Aranjuez para reacondicionarlas como sitio docente. En la mañana de 1885, España despierta consternada con el inesperado deceso de D. Alfonso XII, que padecía la tuberculosis y se había mantenido en secreto.
María Cristina, especialmente impresionada por el deplorable entorno en que se hallaban los huérfanos, el 10/VI/1886, S.M. el Rey D. Alfonso XIII, y en su nombre la Reina Regente Dª. María Cristina, proporcionaba al Arma de Infantería la vieja instalación de las ‘Cocheras Reales’, perteneciente a la Reina madre Dª. Isabel de Farnesio y propiedad del Real Patrimonio de Aranjuez.
Esa misma jornada se pública la Real Orden por la que se establecía inaugurar el edificio, denominado en sus comienzos como ‘Colegio de Huérfanos’, para definitivamente bautizarse como el ‘Colegio de Huérfanas de María Cristina’, continuando estando en posesión de la Corona.
Pocos días después, el 21 de junio, se rúbrica la escritura de convenio y obligación entre D. Fernando Primo de Rivera, Director General del Arma de Infantería y una Representación de los vecinos de Aranjuez, entre los que obviamente se encuentra el Alcalde. En dicha reunión se determina el compromiso de mantenerse en su emplazamiento de origen, al menos ocho años, y en caso de cambiar su ubicación antes del plazo convenido, la localidad de Aranjuez tendría derecho a solicitar el reintegro de las cantidades adelantadas.

“Quien honra a la Patria con su buen hacer en el ejercicio callado de las virtudes militares, como visiblemente lo hace el PAHUET, colma la memoria de tantísimos compañeros que la amaron, ennoblecieron y la defendieron con un alto precio”

Lo cierto es, que la reforma que debía realizarse en este viejo inmueble corrió a cargo del desprendimiento de los ciudadanos, participando con 60.000 pesetas para las obras de acomodo, pero siendo limitada esta construcción para los fines previstos, el ‘Colegio de Huérfanas’ fue ampliado por otra Real Orden de 20 de octubre, por la que se consigna parte del terreno correspondiente a la plaza de Abastos.
Así, en este conjunto de construcciones se constituyó el ‘Colegio de Huérfanos’, tanto masculino como femenino. Ya, el 29/I/1887, sería inaugurado por S.M. la Reina Dª. María Cristina, acompañada de SS.AA.RR. las Infantas Dª. Isabel y Dª. Eulalia y el Infante D. Antonio, más el séquito cortesano y las autoridades municipales.
Paulatinamente, en el lugar se inician los trabajos propios con el desplazamiento de 300 alumnos y 200 alumnas, respectivamente, desde el Colegio de Toledo. Transcurridos diez años, los varones se albergan en el ‘Colegio de Toledo’ y el ‘Colegio María Cristina’, oficialmente llamado así desde 1888, queda únicamente como institución educativa para niñas. Igualmente, los escolares que no confirmaban las competencias adecuadas para el aprendizaje, se les orienta a la instrucción de oficios.
Primeramente, se deliberó por facilitarles el acceso a los talleres civiles de Aranjuez, pero, finalmente, se optó por la innovación de escuelas artesanas de imprenta, encuadernación, litografía, fotografía, delineación, carpintería, hojalatería, ebanistería, grabado, armería, sastrería y zapatería.
Inmersos en las postrimerías del siglo XIX, comienza a vislumbrarse la realidad de lo que habría de ser el ‘Patronato de Huérfanos del Ejército de Tierra’, estableciéndose por el siguiente orden cronológico, primero, en 1892, el ‘Colegio Santiago’ en Valladolid, para los huérfanos del Arma de Infantería; teniendo en cuenta, que en 1909 rehace su edificación y ya en 1916, traslada a las chicas a Carabanchel Bajo.
Segundo, en 1906, el ‘Colegio Santa Bárbara’ en Vitoria, para los huérfanos del Arma de Artillería, al que pronto, en 1909, se le fusiona el ‘Colegio San Fernando’ para los huérfanos del Arma de Ingenieros. En 1910, éste se reubica en Carabanchel Alto. Y, tercero, en 1911, el ‘Colegio Santa Teresa’ en Madrid, para los huérfanos de los Cuerpos de Sanidad Militar y Estado Mayor; en 1920, se les engarza el Cuerpo Jurídico Militar y en 1921, lo hace el Cuerpo Militar de Veterinaria. Posteriormente, en 1924, todos quedan incluidos en el ‘Colegio de la Inmaculada Concepción’ en Madrid. Hay que destacar, que cada uno de los Colegios enumerados estaban tutelados por asociaciones benéficas de carácter particular del Arma o Cuerpo indicado; aparte de estar constituidos por asociados que contribuían con una asignación para el mantenimiento de los respectivos Centros.
Con motivo de la ‘Guerra Civil Española’ (17-VII-1936/1-IV-1939), el número de huérfanos creció exponencialmente con tristes y duros acontecimientos; al mismo tiempo, los Colegios se vieron intensamente dañados y desbordados, por lo que en 1937, el Ministerio del Ejército procedió a la fundación de un ‘Patronato de Huérfanos’ por cada Arma o Cuerpo. No obviándose, que antes eran seis, incluyendo las antiguas Asociaciones.
A partir de este instante, los Colegios pasaron a estar en manos del Ministerio del Ejército, y no del Arma o Cuerpo. La marcha de estos Patronatos era estatutariamente diferente, con lo cual, la protección no se desplegaba por igual.
Subsiguientemente, la Dirección General de Enseñanza Militar implantada en 1939, se le designa el cuidado denodado de los huérfanos, conviniendo la centralización de los servicios y proyectando que los Patronatos se reasentaran en Madrid.
Ante esta confirmación, se impone el menester de introducir un mismo criterio, al no ser iguales los estatutos, por lo que siendo Ministro del Ejército D. Carlos Asensio Cabanilla (1896-1970), mediante el Decreto de 29/IX/1943, Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, abreviado, DO. N.º 246, se decide la plasmación de tres únicos ‘Patronatos de Huérfanos’: ‘Oficiales’, ‘Suboficiales’ y sus ‘Asimilados y Tropa’, que reemplazaban a los antiguos de las Armas y Cuerpos referidos precedentemente.
Queda claro, que desde este momento desaparecen las divisorias existentes entre las Armas y Cuerpos, aglutinándose por categorías militares dentro del Ejército de Tierra. Cabiendo señalar, que la diferenciación nominativa poseía únicamente carácter administrativo y desde ahora disponían de las mismas oportunidades.
De hecho, en su Artículo 2º, expone literalmente: “A los Patronatos anteriormente mencionados les son transmitidos todos los derechos que tenían las antiguas Asociaciones para Huérfanos”, precisando cuáles pasan a cada uno de ellos y quedando bajo su responsabilidad la supervisión que estas Asociaciones, emprendidas por las diversas Armas y Cuerpos que a este propósito desempeñan sobre sus huérfanos.
En la misma línea, todo cuanto apunta a la disposición e inspección de los Patronatos, queda a merced de la Dirección General de Enseñanza Militar, porque lo relacionado con los huérfanos de militares, mientras estos estén amparados por la Institución Castrense, es responsabilidad del Ministerio del Ejército.
A todos los efectos, los Patronatos contemplados como Asociaciones benéfico particulares, gozan de la capacidad jurídica para obtener y conservar toda clase de atenciones, funcionando libremente en los eventos de coordinación de bienes muebles y los de la administración de cualquier clase, pero con la autorización expresa del Ministerio del Ejército, para los eventos y contratos que se concreten, obtengan, examinen, transfieran, modifiquen o extingan los derechos reales sobre los bienes inmuebles.
Partiendo de la base que la cuantificación de huérfanos y huérfanas en el año 1946, poco más o menos, rondaba en los 20.000, si bien, el cometido de los tres Patronatos era común, aún permanecían ejerciendo con autonomía y sin conexión alguna, se hacía indispensable la incrustación de un único Órgano como nexo y regulador de los anteriores.
Con este principio por Decreto de 9/IV/1954, DO. N.º 92, se introduce la Jefatura de Patronatos de Huérfanos de Militares, pero, en esta ocasión, con la sujeción directa del Ministerio del Ejército, contrayendo cada uno de los desempeños que venía desarrollando la Dirección General de Enseñanza Militar.
En otras palabras: es una entidad rectora, verificadora y reguladora de los ‘Patronatos de Huérfanos’, con la ambición y voluntad de “coordinar la labor de los Patronatos y de robustecer y perfeccionar los Colegios de Huérfanos para dar a sus protegidos la instrucción y la educación que la enseñanza moderna exigía”.
Tres años más tarde, o séase, en 1957, se adecua la obligatoriedad de contribuir con una asignación o cuota del 1% al personal en activo y retirado, con la peculiaridad que el importe económico de los pagos para la Administración de cada Patronato es diferente.
Por lo demás, con el declive de los conflictos bélicos que por fortuna fueron sofocándose, se simplifica marcadamente los alguarismos de huérfanos socorridos. Y, ello, trae consigo el recorte acompasado en el número de Colegios y Residencias, que con dificultades y ahogos mantenía el Patronato.
Ante esta tesitura, los huérfanos y huérfanas de los establecimientos que se cierran, entran en los Colegios de la Delegación de Acción Social del Ejército. Ha de valorarse, que los Patronatos acondicionaban una serie de Colegios y Residencias, tanto propios como concertados y contratados, dispuestos en varias localidades de la geografía española, concediéndose pensiones en el caso de estudiar fuera de los Colegios.
Llegados hasta aquí, por Real Decreto 2879/1981, de 27 de noviembre, DO. N.º 280 se rehacen en uno solo los tres Patronatos de Oficiales, Suboficiales y sus asimilados y Tropa, como ya se ha detallado, primero, instaurados en 1943 y segundo, en 1954, su Jefatura de Patronatos con la denominación de ‘Patronato de Huérfanos del Ejército de Tierra’. Designación con la que en el presente se conoce y cuyos bienes y fondos que integran sus patrimonios, le son transferidos.
En tanto, que este Organismo tiene la facultad de dirigir con la debida unidad de discreción, su patrimonio único y los medios económicos limitados.
De este modo, “la labor que el Ejército lleva a cabo en favor de los huérfanos de militares, será desarrollada por un solo y único Patronato, que quedará adscrito al Ministerio de Defensa, con dependencia de la Secretaría General para Asuntos de Personal y Acción Social de la Subsecretaría”. En similitud con los Patronatos precedentes, se estima como asociación benéfico particular y con la misma capacidad jurídica.
Juntamente, este Real Decreto puntualiza que “es el Estado Mayor del Ejército de Tierra, a propuesta de la Presidencia del Patronato, quien determina el personal de dicho Ejército que debe prestar su servicio y que el Patronato podrá ceder alguno de sus Colegios o Residencias a la Delegación de Acción Social, cuando la demanda de plazas escolares así lo aconseje”.
Consecutivamente, el Reglamento del Patronato suscrito por Orden Ministerial 179/1982, se modificó por Orden DEF/2108/2010, de 27 de julio, Boletín Oficial de Defensa, abreviado, BOD. N.º 152, para adecuarlo a la Estructura Orgánica del Ejército de Tierra, así como a los escenarios fluctuantes sociales y de bienestar de los beneficiarios, retocando y aumentando las prestaciones y los requerimientos para ser partícipes de ellas, tras casi treinta años de observancia a sus normas.
Sin soslayarse, con la experiencia acumulada y el devenir de los tiempos, cuantas reformas y derogaciones derivadas en leyes explícitas que atañen a los interesados, junto a las variaciones orgánicas originadas en el ámbito del Ejército.
Por ende, estas mejoras inclinaron la balanza para el óptimo funcionamiento y sin sobresaltos económicos, teniendo como desenlace la subida sustancial en los beneficios a los huérfanos y huérfanas del curso 1982/1983. Y sin que ello resultase una carga familiar, se optimizaron las condiciones de vida de los protagonistas, ellos y ellas, equipándoles con mejores ayudas encaminadas a formalizar las carreras seleccionadas.
Algunos datos que evidencian lo fundamentado en esta exposición, lo corrobora el instrumento de la ‘Memoria del año 2019’, en su Apartado 27.2.2., referente a la ‘Situación de los huérfanos’, con el que se favorece la protección del Patronato una media de 1.262 huérfanos y huérfanas, por lo que su cifra decreció un 1,2% en comparación al año 2018, siendo este descenso lo habitual en los últimos años.

“Valga el compromiso y apoyo incondicional de los que enarbolaron el espíritu de cuerpo cristalizado en la humanidad de asistir a los huérfanos sin objeciones. Sin duda, el sello característico de los Ejércitos de España”

Del resumen antes subrayado, el 44% son huérfanos y huérfanas provenientes de la Escala de Oficiales; por el 30% de la Escala de Suboficiales y, por último, el 26% restante corresponde a la Escala de Tropa. Además, hay una media de 583 que rebasan los 27 años y con discapacidad, lo que representa el 46,2% del total. A la par, en correlación con los primeros reseñados, la tendencia anual de los huérfanos y huérfanas menores de 27 años, gradualmente ha decrecido.
En conclusión, de los 679 huérfanos y huérfanas menores de 27 años, hay 31 con algún tipo de discapacidad que cuando alcancen la edad específica, podrán seguir protegidos. Ahí queda en la lejanía y como punto referencial, aquella cantidad simbólica de 21.000 huérfanos y huérfanas en el año 1946, en contraste con la suma actual y en los que indiscutiblemente, los contextos, indicadores de primer orden y variables dependientes, independientes, intervinientes e identificativas, no son las mismas.
Y es que, para bien, esta disminución en los parámetros permite mejorar muchísimos aspectos en los medios de vida de los que, hoy por hoy, están ingresados en las Residencias, pudiéndoles ofrecer una amplia gama de servicios accesibles y la consiguiente preparación para la embocadura al Ejército u otras vías afines.
A su vez, el PAHUET, consta de diecinueve Representaciones diseminadas por el territorio nacional, que por orden alfabético se disponen en A Coruña, Badajoz, Barcelona, Burgos, Ceuta, Granada, Las Palmas de Gran Canaria, León, Madrid, Melilla, Murcia, Palma de Mallorca, Sevilla, Tenerife, Toledo, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza.
Cada una de estas Representaciones, haciendo hincapié en la ‘Representación de Ceuta’, se afana con una esmerada dedicación y exquisitez de cara al público, proporcionando el contacto humano y el enriquecimiento mutuo de las viudas, huérfanos y huérfanas que demandan ser atendidos como merecen.
En la actualidad, las pequeñas cifras de huérfanos y huérfanas que materializan sus estudios en las Residencias de Estudiantes, así como la demanda de alojamientos logísticos en los Ejércitos, hacen que la gestión de la ‘Residencia San Fernando’ y la ‘Residencia Inmaculada’, estén cedidas por acuerdos de colaboración con la Inspección General del Ejército, como ‘Residencia Logística Militar’. Otro tanto ocurre con la ‘Residencia Santiago’, administrada como ‘Residencia Militar de Estudiantes’, por la cesión de uso con la Dirección de Asistencia al Personal del Ejército de Tierra.
No debiendo quedar al margen de esta disertación, los fuertes vínculos consagrados de la Monarquía Española con las Instituciones de protección a los huérfanos del Ejército de Tierra, haciendo alusión al 15/IV/1994, fecha memorable en la que S.M. la Reina Dª. Sofía de Grecia (1938-82 años), admite ser madrina de este Patronato.
En consecuencia, el PAHUET, es una Asociación benéfica particular, fusionada al Ministerio de Defensa, con el designio incalculable de auxiliar con su respaldo a los huérfanos y huérfanas de los militares del Ejército de Tierra y de los Cuerpos Comunes adscritos al Patronato, en razón de cooperar a su formación y sostenimiento en el sistema y competencia prescrito en el Reglamento.
Heredero de un legado intachable en la génesis de los primeros Patronatos, cada día persevera en la eficiencia y el rigor que requiere la praxis de los recursos humanos; porque, sabedor que no son momentos sencillos para la vocación militar, cualquier época de la Historia ha demandado al Soldado, si acaso, un plus espiritual añadido que lo sublime en lo personal y en la entrega diaria, con su firme compromiso, incluyendo a su familia, como testigo directo de las largas ausencias, eventualidades e inquietudes.
Hoy, más nunca, pero menos que mañana, quien honra a la Patria con su buen hacer en el ejercicio callado de las virtudes militares, como visiblemente lo hace el PAHUET, colma la memoria de tantísimos compañeros que la amaron, ennoblecieron y la defendieron con un alto precio.
Al menos, en lo íntimo de nuestros corazones nos queda la certeza, que sus huérfanos y huérfanas que miran al cielo, siempre quedarán en las manos generosas y afables del Patronato de Huérfanos del Ejército de Tierra, que los conduce a un futuro esperanzador.

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