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PATIO CENTENERO (I)

Era propiedad de Pedro Centenero Martinez. En la antigua calle denominada Libertad, hoy Serrano Orive, número 25 con salida hacia el Recinto. Patio de gente trabajadora y humilde, donde la mayoría de las viviendas habían sido construidas de madera, chapa y cualquier otro material que se pudiera conseguir. En 1940 vivía en este “poblado”, unas 135 familias; el ladrillo junto con el cemento era todo un artículo de lujo. En una ocasión, uno o varios camiones llenos de gravilla fueron extendidos por todo el patio, echando posteriormente hormigón, “asfaltando” de esta forma los estrechos callejones que eran de tierra, pues se formaba un pastizal imposibles de ser transitados cuando llovía unas gotas. Desde este patio,se accedía al Patio de la Bisagra y a la calle Sargento Coriat, el edificio alto en el centro de la foto, daba a la calle González de la Vega, se divisa el torreón y a la derecha tras los arboles, el Instituto de Enseñanza Media, donde trabajaban como bedeles, Jimenez y Almanzor.
El Delegado gubernativo, Ramón Arechaga, en visita realizada a este patio en octubre de 1.934, a muy poca distancia de la sede del Gobierno, quedó impresionado, siendo este su testimonio: “Barracas de tablas y latas, reducidas, sin espacio, luz, ni aire, donde viven familias numerosas en espantosa promiscuidad de sexos y edades, durmiendo en el mismo camastro el matrimonio y los hijos y compartiendo, en algunas,la vivienda algún irracional; las callejas de tierra estrechas y pendientes; las barracas emplazadas caprichosamente, algunas más bajas que la calle-lo que hará que se inunden en periodo de lluvias-; unos cajones en medio de la calle, sin salida a la alcantarilla que sirven de evacuatorios, donde se amontonas materias fecales y producen una atmósfera mefítica; los cuadros de familias enteras viviendo en un cruel hacinamiento, con las características de la tuberculosis reflejadas en los semblantes; la miseria orgánica de aquellos pobrecitos niños faltos de todo, hasta de sol y agua, todo este espectáculo, es lo más triste y deplorable” (La vida cotidiana en Ceuta a través de los tiempos. IEC 2007) . “D. José Durán Olmedo, solicita baja en el Padrón de bebidas, en su establecimiento, en la calle General Serrano Orive. Patio Centenero.”(14/3/29 Archivo General de Ceuta). “Proyecto de construcción de un cinematógrafo público al final de la calle General Serrano Orive. Patio Centenero.(1/5/50 Archivo General de Ceuta) en referencia al “Cine África.”
“Las casas de ladrillos, tenían los techos de uralita o de chapa. En lo alto, bidones que hacían de depósitos de agua para tener siempre disponibilidad. Nada tenía que ver su aspecto exterior con el interior.
“La entrada, un portón verde y había un pasillo pequeño, a la izquierda una vivienda; Manolo, África y sus hijos. Vicentito era un año más pequeño que yo. Tenían tres hijos más. A mano derecha una escalera y en el rellano 2 viviendas, los vecinos de arriba no tenían niños. Bajamos la escalera y entramos en el patio, a mano derecha un patinillo cerrado y en el tenían gallinas, palomas y conejos.
Después de la casa de África, otra vivienda; allí vivía Carmen y su marido (no recuerdo el nombre), con su hija Pili. Seguía a la izquierda los patinillos de los vecinos de arriba. El tercer patinillo era de África y Rafael y sus hijos Flori y Pepito Luis (Flori fue para mí como mi hermana pequeña). Seguida estaba la casa de Victoria y José (Pepe) y sus hijos José Luis, Manolo, Javi y Beli (Mª Isabel). Después estaba la vivienda de los padres de África y Manolo, dos abuelitos muy entrañables, y por último la vivienda de mi tío Paco “El Madriles” y en los meses de Septiembre, estábamos nosotras: mi abuela Patro, mi madre, Conchita, mi hermana Mª Rosa y Chus”. “Una tarde jugando a peluqueras, le corte el flequillo a un niño del patio, en surco tres veces hacia atrás. Se lió una buena” (Chus).
“Donde los polos, vivían dos niños, Nene y Pepito; el primero rubio y muy tranquilo de carácter, el segundo, delgado y pequeño. También me acuerdo de Mimi, Ramón, los hermanos Godoy, y antes de llegar a la cuesta del Recinto, vivían los Pino, Emilio, Luis y Ángel. Recuerdo a los hermanos Pulido, y por el centro del patio, vivían Diego y su hermana Mari. (Virus).
“Había una tienda de ultramarinos que vendía todo al granel, tanto el aceite como las legumbres, fideos, etc. Un señor que tenía una pequeña taberna, donde la chiquillería se aprovisionaban en verano de los deliciosos (por aquel entonces) polos con sabores distintos, hechos de hielo, que se vendían a 2 reales”.
En este patio se construyó el “Cine África”, y se accedía a la playa de la peña y a la Plaza. de los Reyes. “Nada más entrar a este patio, a la derecha vivía una familia que tenía un puesto de golosinas en la plaza antes citada, justo en la esquina de la Iglesia San de Francisco.
Había un descampado donde jugaban niños de calles adyacentes, a veces ponían redes para cazar pájaros, cosa que estaba prohibido. Un pollete servía de asiento para otear el horizonte que formaba el mar y el cielo. Allí vivió Manolito el fontanero” .
“Entre otros vecinos, Antonia Céspedes Gallego, conocida cariñosamente como “la latera” quien estuvo detenida en la cárcel de mujeres de El Sarchal, y en la madrugada del 21/1/37) fue sacada de la misma, encontrándose posteriormente su cuerpo en una de las laderas de la barriada. Tenía 46 años, de casta humilde, que ayudó a las mujeres trabajadoras, luchando por sus derechos sociales.
Fue juzgada y condenada a cadena perpetua....” (Mujeres que se atrevieron a ser libres.(Memorias literarias, por Francisco Sánchez Montoya.)
“Como quiera que no se veía desde ninguna calle principal, había que entrar al callejón de la Botica (denominado así porque allí estaba la Farmacia Militar). Como a unos doscientos metros a la izquierda, comenzaba la entrada, y a mi entender, era el patio más complicado de conocer, debido a sus muchas derivaciones a derecha e izquierda. Había alturas diferentes en cada tramo de viviendas y algunos comercios, todos pequeños de variopintos enclaves y actividades. Lo mismo veía un puesto ambulante en medio de la calle, que una pequeña cantina donde echaban sus partidas de mus, tute, dominó, etc.
“Aunque era un patio o barrio, no sé como llamarle, porque no era nada pequeño, existía en España pueblos con menos habitantes que este patio. No lo habitaba mala gente, ni mucho menos, bien es verdad, que la mayoría no tenía mucha cultura, pero jamás escuché que ese patio o barrio, sucediesen escándalos digno de mención, si acaso como en otros cualquiera de la ciudad”.(José Castillo Núñez).
Agustín Trola de la Vega, natural de Algeciras (Cádiz), comerciante de la alimentación, casado con Dolores Tovar Marpartida, nacida en Algeciras (Cádiz), con sus hijos: Juana. Andrés, Manuela, María, Mercedes, Agustín, Trini, Pepi y Loli. Los tres primeros hijos nacidos en el Patio Centenero, otros en calle Tetuan y los últimos en “el Piruli”. Su padre poseía una tienda en el Mercado de Abastos, la madre vendía quincalla. Manuela se casó con Francisco Herrera Vilches, de Granada, de profesión mecánico de primera.
De este patio, Francisco Vicario relata: “ lo recuerdo bien, porque yo vivía en la calle General Serrano Orive, (donde nací) justo enfrente del “Cine África”, al que vi construir. Cuenta como anécdota las “guerrillas” que hacían entre los dos barrios, cuando eran niños, ¡ a pedradas limpias ! Pues siempre se empezaba igual: “¿queréis guerrilla ?”
En este patio vivió también Jerónimo Olmedo Jimenez, capataz y jefe cortador del Parque de Intendencia, a quien llamaban “el momo”. Según Aurelio Gamero, aquí vivió su bisabuela Matilde (madre de mis abuelos) y dos hermanas también del abuelo”. Manuel Mellado, hijo de María “botella”, mujer gruesa que preparaba anchoas en lata y que luego vendía. Juan Galdeano, nacido en el Foso de San Felipe, casado con María Baeza, de este mismo patio Centenero, vivieron en él, donde nacería su hijo Juan Galdeano Baeza, que siguió viviendo hasta que terminó de cumplir el servicio militar, trabajó en la “Transmediterranea”, y posteriormente, partió para Alicante. (Juan Galdeano).
“Hablar del Patio Centenero es acordarme de “Joselito”. Por él supe cosa de algunos de sus moradores; del encanto y la alegría del lugar, a pesar de la insalubridad de sus viviendas y épocas de hambre, lágrimas y padecimientos. Muchos pesares, sí, pero a más de uno, parecía que se le iba la vida, cuando llegó la hora de abandonar el barrio”
“No les faltaba razón a quienes afirmaban que el Patio Centenero era una de las vergu?enzas de Ceuta, en pleno barrio del Hospital, pared con pared con el de la Cigarra y a un tiro de piedra de la Plaza de los Reyes, con aquellas casitas de ladrillo, techadas con planchas de latas y listones de madera, en pleno corazón de la ciudad.”
“....sus moradores añoraron de inmediato el privilegiado céntrico emplazamiento anterior, las tertulias a pie de puerta, sentados cada uno en su silla y las entradas y salida de casa a cualquier hora del día y de la noche sin el menor temor. A lo largo de sus angostas calles surgían por doquier enjambres de chiquillos capaces de las mayores travesuras o de los más divertidos juegos que sorprenderían a la chavalería de nuestros días por su especial ingenio”
“Dos conocidas tiendas de comestibles tenía el barrio. En la periferia norte, ya en Serrano Orive, la de Celedonio, quien desde que despuntaba el alba, domingos y festivos incluidos, estaba siempre en disposición de servir aquello que pudieran precisar de cualquiera de sus estanterías, sacos o casilleros, el cliente más exigente..... La de Vicente Sedano, estaba en el interior del patio. Uno la recuerda siempre abarrotada de clientas y de hombres de todas las edades, degustando el aperitivo, fundamentalmente a base del buen vino tinto de Jumilla. Sedano, además de tendero, ejercía de avisador, de informador a la hora de localizar alguien en el barrio, de agente de empleo para la demanda u oferta de chicas de servicio doméstico y hasta de improvisado agente del orden público o juez de paz. En la tienda se fiaba a la clientela. En aquellos difíciles tiempos era casi obligatorio.”
“ ¡Cartero ! Un largo golpe de silbato seguido del voceo de esta palabra, servía de cornetín de llamada a los vecinos para recoger la correspondencia. El funcionario se solía situar casi siempre en el mismo lugar, justo en la encrucijada de tres estratégicas callejuelas, desde donde iba nombrando a los destinatarios a los que entregaba en mano sus correspondientes misivas”. “En el patio Centenero debieron vivir unas dos mil personas. Casi todas de condición muy modesta, fundamentalmente pescadores, albañiles, mecánicos, pequeños comerciantes y dependientes. Bastantes de ellas eran nacidas en las provincias de Cádiz y Málaga de donde habían llegado treinta años atrás.” (del libro de Ricardo Lacasa).
Letra de los Carnavales sobre este patio Centenero y un personaje muy popular que allí vivió: “El Gran Francisco”.
Bautizado con manzanilla
Y en el Patio Centenero.
Ha nacido “Pajarraco”
El mejor de los toreros.
Otra “Murga” dedicada al mismo personaje, cantada por los años 1935, según reza en “Antología del Carnaval ceutí”
Tenemos en esta tierra
a un torero con salero,
que le llaman don Francisco
y es un segundo espartero.
Por mal nombre Pajarraco,
Libone por apellido,
y le dicen carterista
por difunto conocido.
Es una ciencia del arte
cuando sale en la cuadrilla
y vemos a Pajarraco
En lo alto de las almohadillas
En la primera corrida
oreja y rabo cortó
y el rabo tenía más mierda
que la funda de un jamón
El padre de Antonio Lago, poseía en el Patio Centenero una tienda. Era la Navidad de 1953, su padre con una botella de coñac “Terry”, malla amarilla en la mano; el que estaba a su lado cantando, era Nicolás, que trabajaba en la Cía. Eléctrica y le llamaban el “Principe Gitano” por lo bien que lo imitaba. Debajo de Nicolás, Antonio Pozo, alias “el orejita”, hermano de José Pozo que hacía las canciones en los carnavales.
José Macias Nuñez, natural de Ceuta y pescador de profesión, casado con Concepción Flores Sebas, de Córdoba, vivieron en este patio, donde nacieron ocho de sus diez hijos: Juan, Pepe, Rafa, Ramón, Manolo, Conchi, Paco, Enrique y María Jesús. En conversación con Paco Macias Flores, uno de sus hijos, comentaba lo bien que se vivía en el patio, amén de las estrecheces propias de la época que le tocó vivir. En un principio había un solo WC para todo el patio, más tarde se palió en parte el problema haciéndose 2 más y en algunas casas se empezaron a construir pequeños WC para uso exclusivo de la vivienda. La solidaridad en el vecindario, era total y la armonía por regla general muy buena. Llegaban las Navidades y en todas las casas te ofrecían de, lo que tenían. Se celebraban bailes, así como las Cruces de Mayo. Cuenta que cada casa, por modesta que fuera, tenía su pequeño altar, además del principal que se hacia en común, aprovechando los chavales para pasar el plato y recoger alguna calderilla. De “El Madriles” me comentaban que ponía en la feria un puesto de esos de tirar pequeños aros a una botella.
“Conocía a los Godoy, Rafael Godoy Ramirez, de Estepona (Málaga) pescador, José Francisco y Rafa. A José Pacheco Velasco. De la familia Pino Alcántara, a Luis, José María y Emilio. Francisco Vera que era maestro nacional. Los Pulido con sus hijos, Francisco, José Maria y una niña, estos vivían casi a la salida por el Recinto. De la familia Galán; Andrés, Jesús, Antonio y Enrique Ruiz Galán. Juana “la del burro”. Antonio Gutierrez “el montañés” porque era de Santander. Y sus hijos Jesús, Pepe, Antonio e Isabel. Del Gran Francisco, “Pajarraco” que además de los carnavales participaba en navidades en el “Coro de la Paloma” de este patio Centenero, llevándose varios premios. La Plaza de los Reyes era lugar donde se representaban estos coros. El padre de Antonio Pozo, Julio, era cosario”.
Según afirmaciones del propio Paco Macias, el Patio de la Bisagra, era “parte” del mismo patio Centenero. Del mismo modo, que dentro de este último, se encontraba el patio de las Moras, con una sola entrada y salida, donde apenas lo componían unas 40 casas, en una de las cuales vivía la familia Borrego, donde uno de sus miembros emparentados con los Vega, fue cantaor. Posteriores declaraciones de Paco Macias, habla de la existencia de otro “mini patio” que se conocía como Patio el Pozo, pues en él, había un pozo del que se surtían de agua todos los vecinos de los alrededores. Allí vivían los que se les conocían por “los saqueros”, vecinos que confeccionaban sacos de forma manual.
¿Quien no conocía a las familias del patio Centenero, como las del Peludo, Pascual, Juan de Rafaela, Juan los Vegrillos, los Montaner, los Pozo, o Sebastian el padre de Lili ? “Mi padre era uno de los componentes de la murga en la que estaban Juan “el ciego”, Pozo, Roque, Vilches y Luque.
Mi madre le hacía las moñas que se ponían en los brazos, con lazos de colores y lentejuelas” La mayoría de ellos ya no están con nosotros, pero están unidos a mis recuerdos de Navidad. (“Historia de una Vida”, de Francisco Luque Gallego).

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