Pasotismo ‘made in Ceuta’

Termina el 20-N y Ceuta vuelve a ser una de las comunidades con mayor abstención. Ese pasotismo empieza a ser preocupante en una ciudad que necesita mucho de Madrid, pero que aún así no consigue concienciarse de lo que supone unas generales. Termina el 20-N con unos resultados que pueden tener mil y una lecturas. Más allá de las interpretaciones personales de cada uno, más o menos viciadas, aquí, sobre la mesa, queda un interrogante: cómo salir de una crisis amenazante en un país en el que no existen magos, en el que sobran políticos erráticos, en el que la conciencia del esfuerzo y el recorte no ha terminado de calar como debiera. Va a resultar complicado salir de la situación, y ya no valdrá buscar culpables y seguir profiriendo discursos de plañideras. Urge una solución. ¿Y en Ceuta? Aquí todo es diferente, hasta la campaña ha sido distinta.
Llevamos varias semanas ‘sin delegado del Gobierno’, y los políticos nos han sometido a una campaña cuya efectividad ha sido nula. Caballas intentó vendernos un sueño en una ciudad en la que palabras como ceutismo suenan a pasado trasnochado. Ese discurso no vale para la juventud, ni vale siquiera para los que ya no lo son, porque sencillamente cabría preguntarse si creemos no ya en el ceutismo, sino en Ceuta.
El PP intentó hacer una campaña potente, pero cuando el partido está roto resulta difícil. Márquez es el candidato, pero había quien no estaba interesado en que lo fuera y a veces la comitiva que le acompañaba por las barriadas parecía más un conjunto de plañideras de funeral que unos colegas de partido. Pacoantonio tuvo que salir en defensa de su delfín hasta que el PP echó mano de lo único que tiene: el icono Juan Vivas. ¿Quién era el candidato: Juan o Paco? Los populares han querido jugar a la confusión en estos últimos días de campaña buscando que don Juan llenara los vacíos de la candidatura, porque, entre otras cosas, lo tenía difícil. La sorpresa de Fernández Cucurull dio paso a otra mayor: la elección de Jose Luis Sastre, el candidato desconocido, sin chispa, sin carisma que ni cuenta con la aprobación del partido en su totalidad. ¿A quién hay que votar? Los había, y muchos, que acudían a las urnas buscando la cara de Juan Vivas. Al margen de los resultados peperos, en Ainara cabe una profunda reflexión porque existe un problema que nace, de entrada, de la existencia de una única cabeza que controla el partido desde el Ayuntamiento. Y esos experimentos nunca terminan bien.
Y si así está el PP no queramos ni detenernos en el PSOE. Carracao cumplió la papeleta como pudo, buscando candidatos deprisa y corriendo. El icono del pañuelo porque sí no le ha salido bien al crack, que todavía debe desconocer que a estas alturas a la sociedad musulmana no se le atrae de esta forma. Arrastrar chips del pasado no suele tener buenos resultados. Así que mientras el crack intentaba sacar cabeza, en su partido las peleas internas no hacían sino ponerse de manifiesto. Viendo el toro venir, los que saben que deberán abandonar el barco se han preocupado en dejarse las nóminas atadas y bien atadas, así que la unidad de acción en el partido nacía mermada.
Y en el fondo de las candidaturas quedaban los pequeños. UPyD intentando demostrar algo, Los Verdes, igual de animados que siempre en plan gran familia, e Izquierda Plural satisfaciendo a los suyos pero viéndose arrastrados más por venganzas de antaño o encargos de última hora. De todas maneras supieron cumplir el cometido y elevaron el número de votos, beneficiándose de la abstención. La política no tiene más lecturas que éstas; lecturas pobres en una ciudad en la que la población pasa de votar, en la que el ejercicio democrático por excelencia no cala. Y eso es lo grave y lo que realmente importa: que hay una población entre pasota y desencantada que cada vez está más lejos de la acción política y menos identificada con lo que deben hacer los gobernantes. En ese campo se debe trabajar pero para eso los que nos mandan deben tener una conciencia clara del sentido público, de lo que supone la democracia y de lo que debe conllevar la profesión política. Y eso, todavía, a tenor de lo que está sucediendo, no lo tienen nada claro.