El pequeño estudio, situado al fondo de la casa, está impregnado de luz. Los pinceles, bien colocados esperando a ser utilizados, llenan el rincón junto al caballete. Por ahora, ningún lienzo en blanco, pero la imaginación de Miguel Ángel Morales y su libreta están llenas de ideas. La Virgen de África, el Cristo de Medinaceli, el Gran Poder de Sevilla -la joya de la corona como él lo llama- retratos, animales y bodegones, son algunas de las muchas obras que este pintor realiza en su estudio.
Este ceutí lleva cerca de seis años dedicándose a la pintura de forma más profesional, aunque reconoce que “como cualquier niño, siempre he estado dibujando”. Este gusto por la pintura, por la expresión hecha imagen, le llevó a irse a Sevilla a estudiar Bellas Artes, pero por causas personales se vio en la obligación de tener que dejarlo.
Sin embargo, este hecho no le hizo tirar la toalla. De forma autodidáctica y desde casa, empezó a formarse. Jugueteó con el lápiz, el carboncillo y con los acrílicos, a la misma vez que estudiaba y se labraba un futuro dentro de la docencia. Aunque, de alguna manera, la pintura siempre estaba ahí. “No me he querido despegar de la pintura. Hasta mi TFG está relacionado con ella, ya que hablé de arte-terapia y síndrome de Down”, contó. Este ceutí, actualmente, está opositando para una plaza de profesor de Secundaria, mientras lo compagina con sus creaciones. “La docencia es mi vocación y la pintura es mi pasión”, aseguró.
Miguel Ángel Morales descubrió en una etapa mala de su vida el óleo. Y, desde ese momento, no ha dejado de crear ayudándose de esta técnica. Muchas son las obras que han salido de sus manos, “unas 70 en total, contando piezas para concursos y otras más personales”, comentó. Todas ellas realizadas con dedicación. “Yo dejo los detalles para el final”, indicó. Y es que, cada cuadro necesita su tiempo, su proceso. No es lo mismo un gran encargo que uno pequeño. “A veces, incluso, no sale. Y tienes que empezar, por lo que ya se tarda más”, añadió.
Cuando se le pide a Miguel Ángel Morales que elija un cuadro por su historia o por lo que representa para él, no sabría escoger. Para este ceutí “cada cuadro es una vivencia diferente porque la pintas en un momento específico con unas circunstancias específicas. Puedes pintar a lo mejor en cuaresma un cristo o una virgen que en ese momento está la cosa digamos ‘caldeá’, pero después en agosto pinto a la Virgen de África que también me llena”, señaló. Con esa pintura, Miguel Ángel Morales transmitió lo que representa la imagen de la Virgen de África para los ceutíes.
Sus cuadros son variados, aunque la temática cofrade es la que más destaca entre sus creaciones. Sus más allegados no dudan en acudir a él cuando quieren una representación al óleo de su titular. Pero, además, pinta estos motivos con gusto, puesto que él también es cofrade. “Creo que es arte más arte. El arte de la imaginería, el arte de la policromía, el arte de la pintura. Y todo esto unido a la cultura andaluza cofrade, creo que está al orden del día”, explicó el artista sobre el porqué de sus cuadros cofrades.
Mientras sigue preparándose para sus oposiciones, este ceutí se refugia en sus creaciones para expresarse. Y, a la vez, sigue trabajando en futuros proyectos que espera que se pueda ver muy pronto.
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