Colaboraciones

Un paseo por la Feria de hace 75 años

Nada es estático. El tiempo lo transforma todo. La Feria no podría ser una excepción. Nada parecido aquellas fiestas de hace 75 años con las que nos disponemos a vivir ahora. Modestas, imaginativas, solidarias en tiempos difíciles, sin limitaciones de espacio para el Real y muy nuestras, entrañablemente nuestras.

Tan sólo cuatro días antes del inicio de la inauguración, Franco acababa de sancionar la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado y, con anterioridad, aunque la guerra europea había terminado dos años antes, la URSS se acababa de anexionar Estonia, Letonia y Lituania.

En nuestra ciudad comenzaba a entrar en servicio la Empresa de Autobuses Hadú, que hizo así su primera feria. Seguía vivo el recuerdo del incendio de “cierta importancia” que se había declarado en el primitivo hospital de la Cruz Roja, de Real 90, y la noticia destacada del verano fue la inauguración de la desaparecida ballenera de Beliunex, la más importante del norte de África.

El Real de entonces

Los festejos comenzaron el día 3 finalizando el domingo 10. El Real volvió a ubicarse al lado del muelle de España donde se asentaron las atracciones feriales y las casetas. De mampostería las tres, artísticas y muy amplias, ‘Er Contró’, la Municipal y la del Casino Militar, lucieron su elegancia para acoger sus bailes y toda suerte de celebraciones recreativas.

Proliferaban los puestos de turrón, eran auténtica legión, puestos de comidas, los cafetines típicos morunos, y barras y mesas de tascas en las que la mojama, el volaor y el bonito seco eran los aperitivos típicos por excelencia, regados con el vino fino que el ceutí Constantino Cosío López traía de sus propias bodegas de Chiclana. Animado por el éxito del año anterior, Cosío montó su propia caseta exposición en el ferial, “única y exclusivamente como propaganda de sus productos, dedicando íntegramente su rendimiento económico al personal de la Casa”, según anunciaba.

Una feria turística

Aquellas fiestas atraían a bastantes forasteros. De Gibraltar llegaron dos vapores cargados de turistas de la Roca, entre ellos los directores de los diarios ‘El Calpense’ y ‘Nueva Crónica’, que dieron amplia cobertura informativa de lo que aquí veían y disfrutaban. También multitud de españoles residentes en el vecino Protectorado no faltaron a la cita, a la que se sumaron igualmente más de 300 cadetes de las Milicias Universitarias.

Lujos perdidos de entonces como las vibrantes dianas floreadas a cargo de bandas de cornetas y tambores y la Nuba de nuestros Regulares nº 3, recorriendo diversos lugares de la ciudad para despertar a los vecinos. Música que tampoco faltaba en el programa como los conciertos en la caseta municipal a cargo de la Laureada Banda de La Legión.

Carteles taurinos de tronío en el ‘Coso Blanco’ de Hadú

A decir de muchos, la joya estelar de aquellas ferias estaba en los carteles taurinos de cierto renombre que se daban en la plaza de toros, nuestro desaparecido ‘Coso Blanco´de Hadú, inaugurado dos décadas atrás. Dos corridas de lujo las de aquella feria del cuarenta y siete en las que torearon Pepe Luís Vázquez, los hermanos Pepe y Antonio Bienvenida y Jaime Marco, ‘El Choni’.

Pero por si lo anterior no fuera poco, los aficionados ceutíes pudieron deleitarse también con la presencia en el ruedo de la célebre rejoneadora Conchita Cintrón, ‘la diosa rubia del toreo’, a la que tanta lucha le había costado que se le autorizase a participar en las lides taurinas, dada su condición de mujer. Había debutado brillantemente dos años atrás en Sevilla tras lograr su permiso para rejonear y, posteriormente, había salido también triunfante en Las Ventas, tal y como le sucedió en nuestra desaparecida plaza hadueña en aquella lejana feria de 1947.

Cuando todavía no procesionaba la Patrona

Por aquel entonces todavía no salía de su templo en procesión la Patrona. Excepcionalmente lo había hecho en dos ocasiones desde el inicio del siglo: el 1º de mayo de 1939, tras la reciente conclusión de la guerra civil y, un año antes, con motivo de su Coronación Canónica.

Pero en 1947 se dio, en cierto modo, un tímido primer paso para encuadrar esa salida dentro de los actos con motivo de su festividad como viene siendo tradicional. Así, tras la Solemne Salve del día anterior, una reproducción de la imagen de Nª Sª de África salió en procesión, pero, atención, “para conmemorar el paso del Convoy de la Victoria”. La piadosa comitiva partió de su templo en dirección hacia el Puente del Cristo y de allí al muelle de España, en cuya punta se colocó la imagen mirando hacia el Estrecho, regresando seguidamente a su santuario.

La feria de los más desfavorecidos

En tiempos difíciles de serias penurias y cuando las asistencias sociales no eran, ni por asomo, las que afortunadamente disfruta nuestra sociedad actual, los más desfavorecidos, recibían ayudas caritativas coincidiendo con las fiestas patronales. Por parte de la delegación del Gobierno se entregaron 720 bolsas con alimentos, además de 5.800 pesetas en metálico a repartir entre todos.

Por otro lado, importantísimas fueron las generosas donaciones que hizo la Conferencia de Caballeros de San Vicente de Paúl, consistente en sendas bolsas con cortes de vestido de mujer y niña, blusas y pantalones de niños, medias y alpargatas, además de otras bolsas de alimentos conteniendo medio kilo de café y otro medio de azúcar, media libra de chocolate y diez pesetas en metálico para cada receptor de las mismas.

Difíciles tiempos con pobreza de solemnidad en tantos casos, en los que la Feria no traía precisamente la alegría y la diversión para todos.

Deportes para todos

Aquella feria imaginativa no dudaba incorporar a su programa las competiciones deportivas, como la ya desaparecida Vuelta Ciclista a Ceuta, que, por cierto, hubo de suspenderse aquel año por coincidir con la pascua de Ramadán, que impedía la tradicional concurrencia de bastantes corredores marroquíes.

Tal como ahora, allí estuvo puntualmente también la tradicional travesía a nado del puerto en la que, merced a las buenas relaciones de vecindad desgraciadamente ya perdidas con Gibraltar, posibilitó la participación de 15 nadadores del Mons Calpe Club y de otros tantos deportistas llanitos en los llamados, entonces, partidos de polo acuático.

Mucho deporte, sí, como la travesía en piraguas Ceuta - Río Martín, regatas de ‘esquifies’ y piraguas, de botes de cuatro y seis remos, competiciones de tiro al plato, baloncesto, fútbol de modestos...

 

 

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