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Paseo de las Palmeras

Las costumbres se pierden y cambian con el tiempo. Lo que hoy conocemos como tranquilo y poco transitado Paseo de las Palmeras, fue hace pocos años, probablemente la calle más dinámica de la ciudad. Todos los automóviles que circulaban desde Ceuta la vieja o la Almina, en dirección al puerto o campo exterior, estaban obligados a cruzar de este a oeste la calle Generalísimo Franco, aunque popularmente siempre se conoció como calle de la Muralla y más tarde Paseo de las Palmeras.
Antes de la gran reforma que se llevó a cabo en la ciudad, este Paseo, que nacía en la rampa de acceso al Muelle de Pescadores y finalizaba en el Puente del Cristo o rampa de acceso al Muelle de España, era un balcón al mar. La lámina azul -así la llama ese gran poeta que es Manolo Castillo- que era su fiel compañera y bañaba los pies de la muralla, le fue arrebatada. Desde entonces, la tristeza invadíó aquel otrora alegre lugar, hasta el punto que mi amigo Alejo Lladó le llama el “Paseo de los Tristes”. Él lo conoció en su máximo esplendor y si lo coteja con el actual, la definición no es desacertada.  
Al margen del transito rodado, que prácticamente ha desaparecido, la acera sur del paseo, estaba al completo de tiendas varias y bazares que, durante el día generaba el ambiente de una calle comercial. Si esto no era suficiente, en el ocaso, cuando la esfera de oro busca el merecido descanso allá en el poniente, y se esconde tras los pies de Yebel Musa, despidiéndose de los ceutíes con un “hasta mañana”, la juventud ceutí, quizás atraída por esa bella puesta del sol, invadían la acera norte, que poco a poco se iba llenando de jóvenes de ambos sexos. Siempre dije que era una pasarela, donde desfilaban las más bellas modelos del mundo. Las niñas ceutíes. Muchos son los matrimonios que unieron sus vidas para siempre, que se enamoraron en este paseo de embrujo. Por ejemplo un servidor de ustedes.
En especial los días festivos, aquí se daban cita jóvenes de todos los rincones de Ceuta. Luciendo el traje de los domingos y oliendo a Varón Dandy o Lucky Strike, tratando de enamorar a la chica de sus sueños.
Finalizada la parte romántica del Paseo de las Palmeras, hagamos un recorrido por la acera sur, tratando de recordar a todos aquellos comercios, que generaron un ambiente que dejó huellas en los corazones de todos aquellos que como yo, nacimos y nos criamos en ese trocito de Ceuta, que tanto añoramos.
Iniciamos el recorrido a la altura de la calle de los Martires, -a la inversa de los números- que entronca en perpendicular con el paseo. En las dos esquinas están el bazar “Elias”, antes estuvo un kiosco donde de niño compraba los TBO, DDT, Agentes de FBI, El Guerrero del antifaz, etcétera., y en la otra el bazar “El Barato”, este en el inmueble de la familia Parres, donde en los bajos, poseen también la exposición y venta de automóviles. En el portal del inmueble y aprovechando el hueco del ascensor, instaló Mariqui Villatoro su primera joyería.
De inmediato encontramos como una pequeña plazoleta, donde está el bazar “Tele” y de nuevo otra calle que baja perpendicular, llamada Queipo de Llano. En la esquina, se halla “Auto Industria” propiedad de don José Castro. Le siguen las ventanas de la casa de los “Parejas”, que antes fue el “Hotel Hispano-marroquí”, y pertenecían a un almacén propiedad de Arón, que más tarde, cambió aquellas ventanas por dos puertas de acceso y entre ellas el escaparate más grande de todos los comercios de Ceuta. Con el tiempo este local fue adquirido por almacenes “Oscar”. En la primera planta estuvo durante muchos años, las oficinas de “Auxilio Social”.
El próximo inmueble es la Clínica de Urgencias. Las noches de verano era una estampa pintoresca ver sentado en la puerta, al doctor Don Salvador Fosatti, Santiago el practicante y Rogelio el auxiliar. En el piso superior a la clínica, reside la familia Rovayo. A continuación con el número 24, encontramos el bazar de Don Alfonso García Escarcena que en el piso superior posee su vivienda. En el número 22 estaba uno de los comercios dedicados a la charcutería, de mayor prestigio en la ciudad, propiedad de Don Ángel Ballesteros. Este local, años más tarde fue traspasado a un comerciante indio conocido en Ceuta como Yeta, que lo convirtió en bazar y lo llamó “Nueva Delhi”. Continúa la acera y seguidamente teníamos el bazar “Pepito Indio”. En el piso superior se halla el Consulado Italiano, donde presta servicio Pepe Serón, personaje muy importante en la Cofradía del Nazareno.
Aunque conozco a la gran mayoría de los vecinos de esta calle, voy a prescindir de dar sus nombres para no alargar el escrito, aunque siempre habrá alguna excepción según la importancia o carisma del personaje.  
A partir de aquí la calle se estrechaba algo más de un metro, para llegar a la ferretería Aguilar, que es el número 18. A continuación otro bazar con el número 16, este propiedad de una familia hebrea que reside en Falange Española número 90, inmueble conocido como casa Baeza. En lo alto de este local, reside la familia Ferrón.
Le seguía otro bazar indio con en número 14, del que no recuerdo el nombre -todo esto lo hago de memoria y mi “disco duro” no da para más-  de nuevo se estrecha la calle para llegar al número 12,  primero estaba el portal de acceso a los pisos superiores, donde residen dos familias notables, como son las de Llanzón en la primera planta y en la segunda la del doctor González Azcune. Los bajos estaban ocupados por “Casa Bentata” que es conocida también como “Casa de las medias” donde recuerdo con simpatía, un cartel en el escaparate donde anunciaba “los calcetines irrompibles”, “calcetines de hierro”. El encargado de este comercio, es don Francisco González Romano. Este comercio fue el primero en traer a Ceuta trajes de confección de caballero.
A continuación  un ensanche de tres metros aproximadamente y el primer local que hallábamos, es la tienda de comestibles de “Paco Ros”. El propietario era Don Francisco Ros, Hermano Mayor de la Cofradía del Santo Entierro y vecino en el número 6 de esta misma calle. A continuación un portal por el que se accede al número 10. Esta casa era conocida como “casa de las hebreas”, porque en ella residen; Messody Benoliel Alfón y su hija Bonina Alfón, profesora y da clases particulares  en su domicilio. La vivienda es el piso superior de la tienda de comestibles y se accede por una escalera de mármol blanco cuyos escalones siempre están relucientes de limpios.
Ahora llegábamos a otra calle que también entronca perpendicular al Paseo, llamada Teniente Gómez Marcelo. En el mismo vértice de la calle encontrábamos el bazar indio “Casa Nari” y en la esquina opuesta la tienda de repuestos de automóviles “Chavero”, que más tarde fue adquirida por Don Joaquín Ferrer, en su día también propietario del Diario “EL FARO”.
A continuación una tienda de tejidos muy popular llamada “Casa Bernet” propiedad de los hermanos que dan nombre al local; Don Vicente y Don Francisco, fundadores del Club Natación Caballa cuyo presidente es Don Vicente. Una estampa muy familiar, era la de una señorita a la derecha del local, sentada ante una pequeña mesa, reparando medias de nylón. Entonces era un artículo de lujo y en vez de tirarse como ahora, se mandaba a reparar. Este inmueble cuyo portal posee el número 6, es la residencia de vecinos muy conocidos en la ciudad, como; Don Valentín Cabillas, presidente del Unión África Ceutí, Don Patricio García, delegado de la Compañía Trasmediterránea, Don Carlos Mayorga, joyero y Don Francisco Ros ya mencionado con anterioridad. Los bajos están también ocupados por las oficinas de la Compañía Trasmediterránea.
El siguiente inmueble, con el número 4, es también residencia de vecinos como Don Agustín Buades, Don Ernesto Murcia, Don Victorio Simón Fernández y Don Leopoldo Torroba, que junto a  sus respectivas familias, son muy conocidos tanto en el barrio como en la ciudad. Los bajos de este inmueble, lo ocupaba un local dedicado a ferretería y aprovisionamiento de buques llamado: “Azqueta & Torroba”.
Seguimos nuestro recordatorio o paseo mental, hasta llegar al “Hotel Atlante” -número 2 de la calle-. El de mas caché de la ciudad, antes conocido como “Hotel Majesty”, propiedad de Don Rafael González Fernández, residente en el mismo hotel.
A continuación otra calle, O´Donnell que de nuevo entronca con el Paseo perpendicularmente y que posee en la esquina contraria la Placeta de González Tablas, presidida por una escultura de la figura erguida  del Teniente Coronel de Regulares.
Dejábamos atrás la Placeta y hasta llegar a otra boca-calle que daba directamente con Plaza de África, la fachada estaba ocupada por la parte trasera del Gobierno Militar, dado que su acceso daba a la Plaza que lleva el nombre de la Patrona de la Ciudad.  
Aquí es cuando en realidad, comenzaba y comienza el Paseo de las Palmeras -entonces Generalísimo Franco- puesto que la numeración la hemos llevado invertida, Al mismo tiempo es también el inicio de la calle Edrissis, en la esquina que forma el edificio del Estado Mayor. No podemos, después de llegar hasta aquí, dejar de visitar uno de los lugares más histórico y emblemático de la ciudad, de modo que continuamos caminando hasta llegar a un pequeño jardín, tras el cual, se hallan los talleres del Parque de Artillería y a continuación “La Puerta de Ceuta” o lo que es lo mismo “El Puente del Cristo de los Afligidos”.
Esta ha sido la acera sur del Paseo. En la norte ya hemos comentado que fue la “gran pasarela” por donde paseaban las niñas más bonitas del mundo, pero también hay que recordar el estanco de Barranco, el quiosco de Rosita -en la rampa del muelle-, los servios de WC, frente a la ferretería de Aguilar. Frente a la estatua de González Tablas, el personaje más carismático y querido del Paseo;  Manolo Sánchez “el guardia” con su anafe y olla de cobre, que hacía las mejores garrapiñadas del mundo. Mención especial también, para el gran reflector que todos los 16 de julio instalaba el ejercito, para acompañar e iluminar en su procesión por el puerto ceutí, a la Reina de los Mares.  Finalizamos, con el estanco de las hermanas Dolores e Isabel Muñoz y el carrillo del señor Antonio. Todo ello, no solo lo llevo en mi mente, también lo llevo grabado en mi corazón.

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