Los subsaharianos cuentan que la gendarmería marroquí les agredió.
“Pasamos mucho miedo mientras intentábamos llegar pero cuando pisamos el suelo de España lloramos de alegría”. Quien así habla es Wembe, un joven camerunés de 22 años que el pasado sábado logró bordear el espigón a nado y llegar a Ceuta. Antes, había vivido un infierno. “Sobre las cuatro decidimos cruzar y fuimos todos a la vez. Entonces unos veinte policías marroquíes se pusieron en nuestro camino y nos pidieron que nos echáramos para atrás, pero seguimos para adelante y comenzaron a pegarnos con palos”, comenta mientras muestra el vendaje de su muñeca derecha para recuperarse de un golpe que, dice, le asestó la gendarmería marroquí. Como él, decenas de subsaharianos hasta llegar a 87 se encuentran ahora en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) tras llegar el pasado sábado a Ceuta en una entrada que pudo ser trágica. Todos tienen su historia pero coinciden en un punto: lo peor ha pasado y han conseguido su sueño, llegar a España tras pasar calamidades en los bosques cercanos al perímetro fronterizo. Wembe explica en una conversación con este medio que él optó por bordear el espigón y cuando lo consiguió llegó hasta una piedra y se subió a ella, “y allí a esperar”, dice. “Una vez que estaba allí –continúa– dije gracias a Dios, estoy en España”. Ali Bayard, de Costa de Marfil, optó por trepar por la valla, sufriendo heridas en la frente y en el brazo. “Subí por la valla. Cuando llegamos a ella sólo queríamos pasar a España, y lo hicimos todos a la vez”, explica. Junto a él, otro subsahariano con muletas y un pie vendado debido a que cayó al suelo. Ayer, se mostraba feliz por haber conseguido lo que otros muchos no lograron y se quedaron en Marruecos, donde estaban los más graves. Estos subsaharianos decidieron cruzar la madrugada del sábado porque “aún era de noche y había niebla”, por lo que sería más difícil ser vistos por la gendarmería marroquí. Atrás quedan meses e incluso años esperando en los bosques del norte de Marruecos, donde aseguran que hay, aproximadamente, un millar de migrantes esperando para intentar llegar a España. “Yo he estado seis meses en los bosques de Castillejos y la carretera de Tánger pero he conocido a personas que han estado incluso cuatro años. La vida en el bosque es muy difícil, sin comida ni agua, y sobreviviendo de las tortas de pan, el agua y algunas mantas que nos iban dejando las personas que circulaban por la carretera con sus coches. He tenido que soportar el sol, mucha calor, y también la lluvia y el frío, pero gracias a dios ya estoy en España”, explica Wembe. Parte del colectivo se agolpó ayer a las puertas del centro del Jaral a la llegada de este medio. Allí hablaban de su experiencia y, sobre todo, mostraban su felicidad por haber llegado a este lado de la frontera. Lo significaban señalando la bandera que ondea en la puerta del CETI y exclamando “¡viva España!”. Ahora, aseguran que no piensan en seguir su viaje y llegar a la península u otros países de Europa. Se conforman con haber llegado a suelo ceutí y haber dejado atrás meses e incluso años de penurias.
Más de 1.000 subsaharianos en bosques marroquíes
En los bosques marroquíes cercanos a la valla hay más de mil subsaharianos en campamentos clandestinos esperando el momento de intentar llegar a España. Son de diferentes nacionalidades, como Mali, Senegal, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Camerún, Gabón, República Centroafricana, Liberia o Ghana. Estos inmigrantes suelen salir a la carretera que conecta Tánger Med con Ceuta para pedir comida, agua y dinero a los conductores que pasan por esta vía con sus vehículos. El día de la entrada, en Marruecos se llevaron a cabo redadas y detenciones. La corresponsal de Cope en Marruecos, Beatriz Mesa, contaba a través de los micrófonos de este medio la historia de Karim, Mohamed y Dialo, tres menores que aseguran haber conseguido entrar en la ciudad para, después, ser rechazados. Resultaron heridos por cortes o lesiones. Pero no son los únicos, ya que al otro lado de la valla quedaron numerosos heridos tras sufrir las redadas y caídas. Horas después de la entrada del pasado sábado, se realizaron redadas en los campamentos del país vecino, procediéndose a la detención de los residentes para apartarlos del lugar y alejarlos de la valla. La oenegé Caminando Fronteras hablaba de deportaciones. La población subsahariana en Marruecos se está incrementando cada vez más porque continúan entrando a diario por la frontera con Argelia.
Los subsaharianos aprovecharon la escasa visibilidad para emprender su intento
Los subsaharianos dicen que eligieron la madrugada del pasado sábado porque era nublada y así podían llegar hasta la valla sin ser vistos por la gendarmería marroquí. Antes habían estado meses esperando en los montes más cercanos al perímetro el momento para emprender su intento de llegada a España. Algunos de los que bordearon el espigón a nado comentaron a este medio que su objetivo era llegar a la piedra que sobresalía del mar, que una vez allí ya estaban en España. “Sólo queríamos llegar a la piedra. Entonces, ya estaba hecho”, apunta un miembro de este colectivo. Y anoche volvían a encenderse las alarmas. La Guardia Civil activó un dispositivo al conocer la presencia de una embarcación con inmigrantes en las inmediaciones de la bahía sur, embarcación que fue finalmente interceptada por la patrullera marroquí, que se hizo cargo de los inmigrantes que iban a bordo de la lancha.
“No podemos invisibilizar la inmigración”
La asociación Búscome exige políticas de inmigración y dice que “Ceuta no puede volverse insensible ante el escenario de la inmigración”. En esta línea, esta organización recuerda que “según los datos de la Organización Internacional de las Migraciones, desde el año 2000, más de 40.000 personas han perdido la vida en el mundo tratando de entrar de manera irregular en otros países”. Búscome también pide “más sensibilidad y empuje” ante las situaciones que llevan “a las personas inmigrantes a jugarse la vida, como precisamente ha ocurrido en la madrugada del sábado donde un grupo de 200 inmigrantes intentaron entrar, a través del espigón de Benzú, a Ceuta, consiguiéndolo sólo 87 de ellos”. Por último, felicitó a Cruz Roja por el “esfuerzo” que hace a la hora de atender al colectivo y al resto de asociaciones que trabajan en este ámbito y pide un Plan Integral de Inmigración, que coordine aspectos sociales, educativos y sanitarios.