Ha ocurrido esta madrugada. El escenario: el paso clausurado que enlazaba Beliones con Ceuta
a través de Benzú, desde que el pasado 30 de agosto
cientos de subsaharianos eligieron esta vía para entrar en la ciudad. Aquella fue la excusa para que la Administración decidiera cerrar por siempre esta especie de frontera que estaba siendo empleada por los residentes en este pueblo marroquí enlazado históricamente con los ceutíes. Ni las emergencias son atendidas. Si no, que se lo cuenten a Nasar, que esta madrugada caminaba agobiado junto a su mujer, embarazada de 9 meses, después de que hubiera roto aguas, camino del puesto en donde se han producido varios alumbramientos y en donde
guardias civiles se han tenido que convertir en matronas por obligación.
"No nos dejaron pasar", cuenta en declaraciones a este periódico. "Estábamos en la casa y mi mujer me avisó porque tenía mucho dolor. Llamé a un taxi para que me llevara a la frontera de Beliones, los militares de Marruecos nos abrieron todas las puertas pero cuando llegamos al lado de España nos dijeron que no podíamos pasar, que fuéramos al Tarajal", explica el afectado.
Los agentes de la Guardia Civil comunicaron que cumplían órdenes, que desde la entrada de los subsaharianos ese paso estaba cerrado y no podía cruzar nadie. Es la orden dada por la Delegación del Gobierno, que no ha podido ser doblegada ni con las manifestaciones de los vecinos residentes en Beliones. La excusa de la reciente entrada de subsaharianos carece de sentido puesto que se han producido otras entradas masivas, mucho más importantes que la del 30 de agosto, y el paso ha seguido abierto. Además los vecinos de este pueblo marroquí son los primeros que sufrieron ese pase, ya que los patios de sus casas, sus pequeños huertos quedaron también destrozados. Ahora son paganos de una situación que no entienden.
Nasar tuvo que emprender ruta con su mujer al Hospital Mohamed VI en donde permanece ingresada, un largo recorrido en el taxi que se convirtió en una pesadilla. Es primeriza y muy joven. Esperan la llegada de su hijo después de una noche que prefieren olvidar.
Los vecinos de Beliones han denunciado esta situación y confían en que la justicia les dé la razón en la defensa de sus derechos históricos que fueron arrebatados por una avalancha.