Los
ceutíes más pequeños lo estaban deseando. Con el fin del estado de alarma y una mañana soleada, los parques infantiles de Ceuta han recuperado las risas y la cháchara habitual, después de que se cerrasen en septiembre. Y los niños no han querido perder ni un minuto para volver a disfrutar de las barras, toboganes y balancines de la zona centro de Ceuta.
Los hijos de Andrés Felipe, de 4, 3, 2 y 1 año, después de enterarse de que podrían acudir a una zona de juegos del
Paseo de la Marina —el que está casi enfrente del Parque del Mediterráneo— no han podido contener las ganas. A las 7.30 horas ya estaban despiertos para acudir junto a su padre. Para Salvador Sánchez la ilusión de sus pequeños era casi como la del día de Reyes y le habían comunicado su intención de pasar por todos los
parques posibles.
Esta mañana se escuchaba a los niños hablando entre ellos bajo la mirada atenta de sus acompañantes, creando sus propias aventuras, en las que se transformaban en piratas, para lo que aprovechaban el diseño de las instalaciones, o incluso en legionarios. Aunque cuando se les preguntaba, su parte favorita del parque la constituía un clásico.
Nacho San José, Lucas García y Francisco Fernández, tres amigos de 4 años, coincidían: lo mejor son los columpios, con los que pueden coger impulso y llegar a balancearse “alto”. Joaquín Córdoba, de 7 años, en cambio, manifestó que prefería usar las barras y barandillas “de hacer el mono”.
La llegada del coronavirus y el cierre de estas zonas de juego ha supuesto un cambio radical en la vida de muchos pequeños caballas. Hay padres que consideran que sus hijos han resultado desfavorecidos con las medidas.
“Han esperado muchísimo, los niños han sido los más perjudicados de la pandemia”, aseguraba Salvador Sánchez. Con unas palabras parecidas se expresaba Andrés Felipe: “Ya les tocaba, que los que más han pagado la pandemia son ellos”. El ceutí también lamentaba que no se hubiese aprovechado la clausura para “arreglar un poquito” algunos desperfectos de estas áreas infantiles.
Después de tantas semanas sin pisar el suelo de caucho, algunos niños se sentían hasta extraños al encontrarse de nuevo compartiendo espacio con otros chiquillos para divertirse en la calle, escalando, bajando por el tobogán o dando volteretas.
Según contaba Francisco Javier Fuentes en la explanada de la Marina, su hijo pequeño, de 3 años, estaba “deseando” volver, pero se mostraba con un poco de miedo. “Parece como si fuera una cosa nueva. Esto de estar tanto tiempo sin poder jugar en los parques a ellos les ha venido muy mal”, lamentó Fuentes. Otros pequeños, por su corta edad, apenas recordaban su experiencia en estas zonas. Pero muchos padres, como Francisco Javier Fuentes, no sentían ese temor. “Hay que vivir un poco también”, indicaba el ceutí.
Pero los padres y las madres, y algunos abuelos, concordaban en que eran momentos de disfrutar de la alegría que transmitían los chiquillos. Carmen Palomar, madre de un bebé y de una niña de 4 años, se ha definido como muy ilusionada y afirma que la pequeña estaba “encantada de encontrarse otra vez con sus amigas”.
Aunque, añadía, con el calor que hacía a mediodía, entre los adultos empezaba a comentarse que la vuelta a los parques va a tener que hacerse con horario de verano, “cuando caiga el sol”. Los progenitores esperan que las cifras de contagios continúen a la baja para que no se vuelvan a precintar estas zonas los pequeños sigan disfrutando de lo que les corresponde: jugar.