La actitud del PP frente al paro en nuestra Ciudad, ha pasado de negligente a repugnante. Hace ya mucho tiempo que el Presidente (de la Ciudad y del PP) llegó a la conclusión de que la economía de Ceuta es un problema sin solución. Y en consecuencia, el paro es un mal endémico imposible de erradicar. La situación actual es una especie de “foto fija” que todos debemos asumir. El empleo público está al límite de su capacidad y las posibilidades (reales) de crecimiento del empleo privado son mínimas, insignificantes para absorber un incesante crecimiento de la población activa. Esta firme convicción es la que explica la ruptura del diálogo social (por innecesario) y la renuncia a cualquier intento de reactivar la economía (por utópico). El Gobierno, de manera sibilina y disimulada, se ha ido retirando paulatinamente de la lucha contra el paro hasta aterrizar en la más confortable negligencia.
Pero son conscientes de que esta indigna posición no se puede sostener públicamente. El PP, desde su mayoría absoluta, debe mantener un cierto decoro; y fingir que se siente preocupado y concernido por el problema del paro que afecta de manera directa a miles de familias, e indirectamente (más o menos), al conjunto de la ciudadanía . No puede lanzar un mensaje de pesimismo y resignación, contradictorio con su argumento nuclear de ser “el único partido capaz de defender los intereses de Ceuta”. Por ello, su política en esta materia se ha centrado en elaborar un discurso exculpatorio coherente y convincente. Se trata, básicamente, de reconocer la existencia del paro (para no perder toda la credibilidad), pero presentarlo como un fenómeno sobrevenido (por el incremento de la población), ante el que ellos no pueden hacer nada (porque los parados no tiene formación).
Es un salto cualitativo definitivo, que han revestido de diagnóstico técnico (término de moda para eludir responsabilidades) para dotarlo de un rango indiscutible y cerrar el debate. Desde la más aberrante manipulación han establecido un vínculo entre los índices de paro (reales) y la baja cualificación de amplios sectores de la población (real), para concluir una relación (inexistente) entre una cosa y otra. Una falacia tan gigantesca como repugnante. ¿Quiere decir el Gobierno que si mañana todos los parados de Ceuta tuvieran titulación universitaria habría pleno empleo?
Por obra y gracia de los sesudos gobernante del PP, los parados han pasado de ser víctimas de un problema social (y por tanto político), a convertirse en culpables únicos de su lamentable situación. Lo que deben hacer no es reivindicar un cambio de política, y exigir un compromiso de las administraciones por situar la lucha contra paro como su principal prioridad, sino ponerse a estudiar y modificar su actitud indolente.
Como en otras facetas esenciales de nuestra vida pública, el PP nos impone vivir en una mentira que solventa sus intereses a corto plazo; aunque la realidad siga un inexorable u silencioso proceso de putrefacción sin desenlace previsible.
Porque lo más lamentable de este abyecto planteamiento, es que no quieren ver (ni por supuesto asumir) las terribles consecuencias que el paro tiene en esta Ciudad. Su distribución doblemente asimétrica, entre jóvenes y mayores, y entre las dos grandes comunidades que conforman el tejido social, multiplican exponencialmente el peligro de conflictividad e inestabilidad a largo plazo (o corto…).
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