La muestra ‘La Guardia Civil frente al terrorismo’ quedó inaugurada ayer de manera oficial en el Teatro Auditorio del Revellín. Un lugar que sigue siendo demasiado frío para la celebración de determinados actos lo que no hace sino afearlos a pesar del trabajo, duro, que hay detrás. Porque para montar esta exposición se ha trabajado con intensidad en una labor callada y desconocida para los ciudadanos que hasta el próximo 25 de septiembre tenemos la oportunidad de acercarnos a una parte de la historia que no debe olvidarse.
Han sido años muy duros. Lo han sido especialmente para las víctimas, para las familias que han perdido a esposos, hijos o hermanos, para los que de la noche a la mañana quedaron rotos porque les arrebataron a uno de sus miembros. Ellos son los que, especialmente, han sufrido una época marcada no solo por el terror de las balas y las bombas sino, también, por el empecinamiento sanguinario de quienes constituyeron la autoría intelectual de aquellos atentados, los que gustaban de extender las ideas radicales captando a jóvenes.
Las víctimas no solo han quedado ahí. Son muchas las que han vivido marcadas por el miedo, las que se han visto expuestas a una ‘no vida’ porque estaban siempre bajo la amenaza de la sospecha, del temor, del saberse objetivos. Las víctimas de esa inestabilidad constante por haber nacido y vivido en unas tierras en las que no se consentía pensar de otra manera, en las que la cobardía se hacía dueña hasta tomar el poder, en las que nadie estaba a salvo, tampoco su conciencia.
Esta exposición, que ha recorrido ya varios puntos de España, recala en Ceuta como una estación clave, como una parada debida de todos aquellos que deben conocer lo que se vivió, lo que se temió, lo que marcó toda una vida en un país dominado por el miedo.
Es un lujo tener aquí esta muestra, pero también lo ha sido el poder escuchar las palabras tan sentidas del general de Brigada Sánchez Arroyo, con un discurso humano, en el que el dolor se dejaba notar en algunos de sus pasajes, en el que el respeto dominaba las menciones específicas a escenas que no pueden olvidar las generaciones que estuvieron marcadas por el terrorismo y que no deben olvidar las que afortunadamente se están criando sin tenerlo tan de cerca, aunque la amenaza global que se ha instaurado jamás deja descansar al alma.