Opinión

Palomas mensajeras del Ejército en África (III)

El Archivo Intermedio Militar de Ceuta custodia entre sus numerosos tesoros, abundante documentación sobre palomas mensajeras, tal y como narramos en artículos precedentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la tensión fue máxima, el hallazgo de palomas mensajeras anilladas fue seguido muy de cerca por las autoridades de la época. Entre 1939 y 1945 fueron localizadas muertas o capturadas vivas varias palomas mensajeras de diversas nacionalidades en el territorio del Protectorado. La posibilidad de que portasen mensajes trascendentes en tiempos de guerra, siempre subyace en el seguimiento del tema. A la altura de 1942 observamos que ciertos documentos sobre palomas mensajeras comenzaron por primera vez a ser clasificados con el sello de secreto o reservado; al mismo tiempo que el interés por la colombofilia era ya una tradición heredada que procedía del último cuarto del siglo XIX, donde nuestros ingenieros militares siempre llevaban el control y entrenamiento de tan apreciadas aves, como una rama más de la amplia maquinaria del Ejército.

Estos documentos sobre palomas mensajeras en el Protectorado se encuentran dentro del fondo del Cuartel General del Ejército del Norte de África, concretamente en la Sección 2ª de Asuntos, y la 10ª Subsección de Organización, que se conserva en óptimas condiciones en el renovado depósito del AIM de Ceuta, ubicado en el acuartelamiento González-Tablas en el barrio de Hadú.

 

Una paloma mensajera adiestrada, aquella que sabe retornar a su palomar desde diversos puntos a los que se le trasladaba enjaulada previamente, alcanzaba un alto valor en el mercado. Merced a su magnífica orientación las palomas mensajeras, especialmente las de raza belga (no todas las palomas valen para ser mensajeras), resultaban formidables como sistema de comunicación fiable. El Coronel Aurelio Lombarte Londres, autor de la interesantísima página web ingenierosmilitares.es, realiza una importante precisión necesaria para la comprensión del funcionamiento de los servicios colombófilos: las palomas no van, vuelven.

En Febrero de 1939, con la Guerra Civil todavía en curso, el Inspector Jefe de la Policía de Ceuta comunicó a la Guardia Civil que un vecino ceutí encontró una paloma mensajera anillada que escapaba de un ave rapaz. El oficio que la Comandancia de Marruecos de la Guardia Civil adjunta a la Comandancia General, especifica que el paisano Francisco Muñoz Ruiz, de 42 años avecindado en la Calle Terrones, avistó una paloma a las 16:50 del 11 de febrero, «en el Muelle del Comercio con ocasión de tener que tomar tierra al verse perseguida por un ave conocida por “garrapiña”». La paloma encontrada «lleva en la pata izquierda un anillo de aluminio con la siguiente inscripción: A.36 – España – 25.855». Finalmente, el ave rescatada fue entregada al Batallón de Transmisiones de Ceuta, que como ya sabemos se ocupaba del Servicio Colombófilo en Ceuta. El asunto no fue a más, pero el avistamiento de una paloma no pasó desapercibido para las autoridades, interesándose por el esclarecimiento del tema con presteza.

En Junio de 1941 fue la Alta Comisaría de España en Marruecos, regentada en aquel entonces por Luis Orgaz Yoldi, que acababa de hacerse con el cargo, quien se ocupó del hallazgo de una paloma mensajera francesa en la presa del Uad Lau. En el oficio dirigido al Teniente General Jefe de Estado Mayor del Ejército en Marruecos, se especifica que encontraron «en la pata izquierda un espiral de celuloide color blanco, en la pata izquierda otro espiral de celuloide color morado, una anilla metálica con las letras Tom-1, 501-39, y una faja de goma verde con las de Tranpament Lord-Lille – 234 y en el interior de esta fajita se lee, F-694». El Teniente General Jefe de Estado Mayor del Ejército de Marruecos remitió el asunto al mismo Ministro del Ejército en Madrid, Juan Yagüe Blanco. La Jefatura de Transmisiones determinó que la paloma «no pertenece al Servicio Colombófilo Militar siendo muy probable que pertenezca a alguna sociedad particular». El asunto no era menor, dado que entre 1941 y 1943 se alcanzaría la máxima tensión entre los Protectorados español y francés en el contexto de la gran lucha de poderes que fue la Segunda Guerra Mundial. Franco temía un ataque desde el Protectorado francés, reforzando considerablemente la presencia militar y las obras de fortificación y delimitación del Protectorado español. Los roces fueron constantes y la desconfianza mutua entre españoles y franceses iba en aumento, tal y como demuestra que el hallazgo de una inocente paloma en Uad Lau, fuese conocido en el despacho del Ministro con gran inmediatez.

En Diciembre del mismo año se encontró otra paloma mensajera durante la construcción de una pista por la Segunda Compañía del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores nº 33. Concretamente el chófer del volquete 50F, Cayetano Palomino Villar fue el protagonista del hallazgo, sin concretarse su localización exacta en la geografía del Protectorado. La paloma resultó ser española, reconociéndose por estar «anillada en la pata derecha con la siguiente inscripción: B.O.M. España. 41.412».

En el AIM de Ceuta también se conserva un ejemplar del Boletín Colombófilo Nacional, fechado en Diciembre de 1942, indicando que había un seguimiento desde Ceuta sobre la apasionante temática colombófila.

En 1942 se multiplicaron los avistamientos y hallazgos de palomas mensajeras por toda la zona occidental del Protectorado. En el mes de Julio el Regimiento de Infantería nº 11 informó acerca de la captura de una paloma mensajera herida en las inmediaciones de las obras del puerto, sin darse más detalles.

En Septiembre de 1942 el niño Antonio Gil de Ayala capturó en la puerta de su domicilio en Tetuán una paloma mensajera que resultó ser española. El Cuartel General de Gómez Jordana la envió al Batallón de Transmisiones en Marruecos.

Por las mismas fechas se encontró otra paloma anillada en el Acuartelamiento de Rincón, también española.

Ya en Octubre de 1942 se localizó una nueva paloma mensajera herida en Punta Kan-Kus, cerca de Tánger. Un oficial del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores nº 26 encontró el ave, cuando se encontraba cazando en las cercanías del campamento de dicha unidad. La paloma llevaba una anilla con la inscripción NURP, 41-L, 9.458 y se remitió un tubo porta-mensajes con un telegrama en su interior. El asunto fue tratado documentalmente con el carácter de reservado por la Comandancia Militar de Tánger.

Cerca de Tzelata de Anyera a comienzos de Diciembre de 1942 el Alférez ayudante del Primer Batallón del Regimiento de Infantería nº 15, Julián González Ballesteros avistó una paloma muerta por gavilanes en la playa de Dalia, la cual llevaba «un anillo en una de las patas, con la siguiente inscripción 4258, cuarenta y uno y es portadora de un mensaje en inglés». El hallazgo fue tratado documentalmente en un oficio con el sello de secreto. Entre la documentación del expediente se plasmó la traducción del mensaje, resultando contener aparentemente indicaciones de viento, tiempo y estado de la mar: o ¿quizás indicaban un mensaje secreto bajo unas sencillas anotaciones meteorológicas?

Pocos días después en el acuartelamiento de la Compañía de Mar de Larache encontraron una paloma blanca con unas pintas color chocolate que, aunque estaba anillada, «dicho animal no portaba papel ni documento alguno, (…) en la pata derecha tiene una anilla con las letras A.F.M. 42-22 y unas roscas grana, en la pata izquierda T.O.M. 4-1868». La paloma fue entregada al Batallón de Transmisiones de Marruecos, donde siempre acababan las aves capturadas vivas.

Todavía en Diciembre del citado año fue encontrada otra paloma en un barracón de madera del aeródromo de Tánger. La paloma resultó ser norteamericana, dada la inscripción en la pata derecha: USA 42 t.h., C.A. 320. Mientras que en su pata izquierda llevaba inscrito 5.42-4 t.h. C.A. 320 U. La Comandancia Militar de Tánger ordenó realizar una investigación sobre la existencia de palomares en su zona de influencia, concluyéndose que «hechas las averiguaciones pertinentes han dado por resultado de que en casi todos los aduares y algunas propiedades de colonos del Fahs existen palomas, pero no de dicha clase. En Dujalf, Hayerien y Yebila, poblados próximos al campo de Aviación, se han contado hasta 6 individuos propietarios de palomas comunes». Indudablemente Tánger era un nido de espías de muy diversas nacionalidades, no resultando extraño, que alguno fuese consciente de las grandes posibilidades que ofrecía la colombofilia para mantener comunicaciones rápidas y secretas.

 

Más insólito fue el hallazgo todavía en el convulso Diciembre de 1942 de una gaviota anillada herida, realizado por el marinero de 2ª de la Armada, Francisco Gutiérrez de Cózar, dependiente de la Comandancia de Marina de Tánger. La gaviota hallada presentaba una anilla en la pata derecha con la siguiente inscripción: N. MUSEUM. PRAHA C36 C1625B. La utilización de gaviotas anilladas no era nada habitual, teniendo más que ver con la labor de biólogos, que con la búsqueda de un sistema de comunicación. Por su inscripción quedan pocas dudas de su adscripción a Checoslovaquia. En el Archivo se conserva otro expediente sobre una gaviota anillada de los años sesenta, que comentaremos en otra ocasión, anécdotas sorprendentes que no pasaban desapercibidas para el Ejército del Norte de África, ni sus antecesores orgánicos.

Organizativamente hay que subrayar la supresión de palomares civiles en Ceuta. En las inmediaciones de la Jefatura de Transmisiones del Ejército de Marruecos, donde se ubicaba el Palomar Militar, existían cinco palomares que fueron suprimidos. Las grandes pérdidas de pichones en época de instrucción y la escasa colaboración de los dueños provocaron su cierre, decretado en Enero de 1944.

Ya en Agosto de 1945, con la guerra concluida, también sabemos que se niveló el número de aves en el Palomar Militar de Melilla, que tenía excedentes. Un destacamento del Batallón de Transmisiones de El Pardo dejó 50 palomas y el resto se las llevó consigo. En Ceuta, con ocasión de la coronación de la Virgen de África de 1946 se realizó una simbólica suelta de 100 palomas, liberando también excedentes. La llegada de la ansiada paz también significaría una menor movilización de palomas mensajeras, que tan importante papel habían jugado durante la contienda.

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