Cuenta una añeja y manida leyenda celta que Dios creó un pájaro que tan solo canta una sola vez en su vida. Y cuando lo hace, ejecuta su canto más dulcemente que cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra. Desde que abandona el nido busca un árbol espinoso y no ceja en su empeño hasta dar con él.
Es entonces cuando entonando su canto entre las crueles, agudas y afiladas ramas se clava el mismo en la rama más larga y afilada. Y cuando está inmerso en el último estertor de su pecho abatido, y cuando está entregando al PADRE su pobre alma derrotada, envuelve su agonía en un canto más bello que el de la alondra o el ruiseñor. Un canto superlativo, un canto a su exitoso prestigio, un canto que le cuesta un alto precio, le cuesta su propia vida. Pero es entonces cuando todo a su alrededor enmudece para escucharlo, y entonces Dios sonríe en el cielo, pues lo mejor solo se compra con grandes dolores de parto y así recupera su alma enajenada. Así me lo han contado, o por lo menos eso dice la leyenda.
Hay muchos tipos de pájaros. Hay pájaros, pajaritos y pajarracos. Hay aves de corral, rapaces y marineras aves pescadoras. Las hay de muchos tipos y colores, con muchas manías y costumbres, pero a mi, particularmente me gustan las pavanas. Hay pavanas blancas y pavanas negras. Hay golondrinas y vencejos. Hay blancas palomas y negros palomos, pero, ya digo que yo me quedo con las pavanas y en particular con la de Pepe. Sí, esa que otea desde su isla todo lo que entra por ese puerto africano y van con la comidilla rápidamente al Infante Don Enrique el Navegante, y éste en sus paseos matutinos, cuando sale a visitar a su Madre y Patrona comenta con las vecinas de su barrio lo que le dijo la pavana de Pepe. No me gustan las aves migratorias, ni los pájaros foráneos que sobrevuelan nuestros cielos con las alas de la improvisación y el adelanto. Esos pájaros espinos que sólo vienen a promocionarse a nuestras costas como catapulta irreversible a su soberbia, prepotencia y altanería.
Pájaros con brillante y lujoso plumaje negro, con mudas unas veces de señorito español y otras de rudo hombre de campo. Con finos y ricos ropajes y abalorios al estilo del Rey Salomón y a veces sencillo como un lirio del camino, de ese camino que nos lleva a Ella. Con claras señas de identidad patriota y otras con oscuras plumas que ocultan su verdadero disfraz de comediante…
No hay nada más relajante, que más paz interior proporcione, que decir en todo momento lo que uno siente, lo que uno sabe. ¡Cuántas veces en la vida me he tenido que morder la osada lengua, y frenar en seco mi ligera pluma para no decir todo lo que se de sus obras Pájaro Espino! Pero claro, en esta sociedad, hay que decir lo que conviene, lo que va a agradar al otro. Pero, ¿Qué es lo que va a agradar al otro? ¿Tu mentira piadosa… o tu verdad Pájaro Espino? Yo no tengo dudas: la verdad. Con educación, de acuerdo. Con tacto, de acuerdo, pero la verdad.
Recientemente un pastor de la iglesia, genuino defensor de la verdad, inteligente, y dinámico como él solo, me comentaba con asombro que un presbítero había realizado comentarios negativos sobre mi persona, utilizando expresiones que no estaban a la altura de la sotana negra que llevaba. Me faltó al respeto sin necesidad delante de un amigo. Es que algunos sacerdotes y religiosos, lamentablemente, solo entienden la autoridad como sinónimo de prepotencia, autoritarismo, y manipulación verbal. Hay una ciencia muy intuitiva que es saber callar a tiempo, porque contiene muchas virtudes. ¿No le parece Pájaro Espino? No sabe que el padre Alimbau decía: Callar las cualidades y los éxitos es humildad, callar las cualidades y las buenas obras del prójimo es envidia. Callar para no herir la susceptibilidad del prójimo es delicadeza. Callar los defectos propios es prudencia. Callar los defectos ajenos es caridad. Callar las palabras inútiles es sabiduría. Callar para escuchar es educación. Callar a tiempo, discernimiento. Callar junto al que sufre la mejor compañía. Callar cuando se ha de hablar cobardía. Callar ante el fuerte, sometimiento. Callar ante el débil magnanimidad. Callar ante una injusticia es complicidad. Callar cuando lo humillan es andar en verdad. Callar en los momentos difíciles de dolor y sufrimiento es virtud. Y callar ante la injuria, la maledicencia y la calumnia es fortaleza.
Pero callar puede ser una virtud, y al mismo tiempo puede ser una traición. Es delicada la situación porque no es fácil descubrir las consecuencias de nuestro silencio, o de nuestra palabra. Jesús nos da ejemplo del valor del silencio no respondiendo a Pilato que buscaba más curiosidad que verdad, y nos enseña que no debemos callar ante las injusticias, como Él mismo usó de la palabra condenatoria, sobre la actitud de los fariseos y maestros del Templo de Jerusalén. Aunque pudiera percatarse de las trágicas consecuencias que le acarrearía su conducta.
En el Libro sagrado del Eclesiastés se nos avisa que hay tiempo para callar y un tiempo para hablar, pero señalándonos que se trata de graves deberes sociales, la lengua puede producir bienes para los demás si se emplea justa y oportunamente, en cuyo caso no se debería callar.
Nos servirá para comprender el episodio de San Francisco de Asís.
Invita a un discípulo a salir de la ciudad con la intención de predicar. Van descalzos, con unos hábitos de lana gruesa y picante, y con unos rostros macilentos por la penitencia. Giran calle por calle, barrio por barrio sin abrir la boca. De regreso al convento, el compañero dice a Francisco: «¿No me has dicho que íbamos a predicar?»
«Sí, y ¿acaso no hemos predicado?». Es la predicación muda del buen ejemplo. Una palabra atropellada, expresada ante la provocación, privó a Moisés de entrar en la Tierra Prometida (cf. Num 20, 12). ¿Será su caso Pájaro Espino cuando sean públicos sus tormentos?
San Francisco de Sales afirmó que siempre se sintió arrepentido después de haber corregido a alguien de manera áspera, y por eso hizo un pacto con su lengua para no hablar jamás en tanto su corazón estuviera perturbado. ¿No sabe usted Pájaro espino que la mejor respuesta a su enojo al ser descubierto es el silencio?
No sabe usted que Cristo nos avisa que no debemos juzgar a los demás, bien estaría que cerrásemos la boca oportunamente para no condenar a los que no conocemos suficientemente o no divulgar lo que puede dañaral prójimo.
Blanca Paloma de los mares, Sublime Ave de los cielos, defiéndeme de las fuerzas contrarias en el sueño nocturno, cuando no soy consciente, cuando mi camino se hace incierto, cuando creo que camino por senderos de esperanza con brazadas de romero y en realidad vagabundeo por cañadas oscuras al amparo del palomo negro. Se tú mi guión de camino, se tú mi luz en las tinieblas, se tú mi vara de acebuche, se tú buena sombra que me cobije y no me dejes nunca más en las manos de ese cuervo negro…
Metido…
Vive el ruiseñor en mayo
Entre zarzales metido
Cuando yo escucho su cante
Es que me voy para el camino
Viendo a la Madre delante…
…Yo no sabría decir
Como llegaste a mi vida
Pero siento a todas horas
Que ya no puedo vivir
Sin ver tu cara, Señora
Amor Prohibit, la novela histórica de Coia Vals (Reus, 1960), evoca irremediablemente al pájaro espino, la popular y pasional obra de Collan McCullough, pero aquí los protagonistas –una mujer que ansía ejercer la medicina y un sacerdote- viven su romance en el siglo XV, en el Valle del Campondon (Ripollés), devastado por el “castigo divino” del llamado “gran terremoto de Cataluña”, que causó 2000 muertos. La autora del mercader, que cita a Mapassant para recordar que “la vida sin amor no es vida”, ya tenía el borrador del libro al debutar con la princesa de jade (2010, Premio Néstor Luján). Un año después lo retomó al ver en la prensa que sacerdotes del obispado de Solsona se habían unido a un manifiesto de 150 teólogos alemanes que ponía sobre la mesa el celibato obligatorio. Cuando se publicó, la Cuinera, otra noticia la animó: 26 mujeres que tenían relaciones con sacerdotes habían enviado una carta al papa Francisco manifestándoles su angustia por ese amor prohibido.
Hay quien piensa que el celibato no es un dogma de fe ni tiene fundamento teológico ni bíblico, dicen que es de una mentalidad medieval y de una doble moral impresionante. Es sabido que desde los años 70, 7000 sacerdotes han pedido autorización a la Iglesia para colgar los hábitos y casarse y 700 lo dejan cada año por ello. La autora de amor Prohibit está convencida de que nuestro querido padre Jorge, que es capaz de decir que para ser buen católico no hay que tener todos los hijos que Dios mande si no se pueden mantener dignamente, ¿logrará cambiar ese problema de espacio entre las piernas?
…¡Las niñas rezadoras que yo trato nunca piden a Dios el celibato!... nos decía Don José en clase en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús cuando nos explicaba las frases copulativas…
Y, e, ni, que, conjunciones copulativas, nexos de unión, y no de desunión…
Blanca Paloma de esas Marismas Eternas devuélveme a las zonas más altas, a uno de tus reinos de calma, es tiempo de escapar de estos ciclos de vida, es tiempo de retomar tu recto camino, y no el que nos impone el oscuro vuelo del cuervo negro. No me dejes nunca más, Madre mía, solo ante sus garras…
Eso sí, devuélveme a las zonas más altas y no dejes que me vaya por las ramas de este árbol espinoso en que se está convirtiendo nuestra vida, haz el favor, PADRE que NO SE ME VAYA LA OLLA OTRA VEZ…
El pájaro espino siempre ha sido para mi un recuerdo de la infancia, cuando por las noches emitían en Televisión Española la serie protagonizada por Richard Chamberlain y Rachel Ward. No recuerdo prácticamente nada de la serie (era un chavalín) ni creo que la entendiese demasiado, pero si me acuerdo del impacto que causaba en los espectadores de la época esa historia de amor entre un sacerdote y una chica australiana.
Hay, como dije antes, pájaros, pajaritos y pajarracos. Los Borgia, la familia de origen valenciano que alcanzó el poder del Vaticano a finales del siglo XV, primero Calixto III y después con el nombramiento de Rodrigo Borgia como papa Alejandro VI, numerosas leyendas en torno a sus intrigas y prácticas rodean a ese clan y la ficción no ha dudado en sus tres temporadas televisivas en mezclar algunos rumores con hechos históricos para dotar de efectismo al relato, no es tu caso. ¿Verdad, Pájaro Espino?, pero eso pasa en las mejores familias, sino que le pregunten a los protagonistas de La Señora, relata una historia de amor entre una joven de familia burguesa y un sacerdote de origen humilde. O en Cuéntame, allí era la hija de los Alcántara la que provocaba las dudas clericales. En Amar en tiempos revueltos también han surgido varios curas con tormentos interiores.
Recuérdame Señor lo infeliz que me siento lejos de todas tus leyes. Cómo no malgastar el tiempo que me queda, y no me dejes nunca más…
Ya digo que yo, como muchos de nosotros crecí con Un, dos, Tres, La bola de Cristal, Si lo se no vengo. Si lo llego a saber nunca hubiese ido tenlo por seguro, a ninguna parte contigo. Confieso Padre, que alguna vez dije a mi reloj: Kitt, te necesito, y en el fondo a quien necesito es a Dios…
Como decía antes hay muchos tipos de pájaros, incluidos en ese jugoso ramillete, las palomas, los palomos y las palomitas. Los hay blancos y los hay negros, con su bello plumaje quieren competir en su vuelo con el ondear rutilante de nuestra bandera sobre el azul purísima de nuestro cielo africano y no por ello logran eclipsar con su luz cegadora el resplandor que nos llega del Otero…
Pájaro espino, callar cuando se tiene mucho que esconder es toda una difícil ciencia, muy práctica e intuitiva, el saber callar oportunamente. El Apóstol Santiago expresó toda la trascendencia de la lengua humana, cuando nos transmite: «Basta una llama pequeña para incendiar un bosque inmenso, la lengua también es un fuego, es un mundo de maldad nuestra lengua, mancha a toda la persona y comunica el fuego del infierno a toda nuestra persona. Animales salvajes y pájaros, reptiles y animales marinos de toda clase, son y han sido dominados por el hombre. La lengua por el contrario, nadie puede dominarla, es un látigo incansable lleno de mortal veneno. Con ella bendecimos a Dios Padre y con ella maldecimos a los hombres hechos a imagen de Dios, de la misma boca sale la bendición y la maldición».
Y por todo esto pregunto en mi ignorancia, al no ser un dogma de fe, ¿siempre está la puerta abierta? Los periodistas preguntan y el papa Francisco responde, ya lo hizo a su regreso de Río de Janeiro –“quién soy yo para juzgar a los gays”-, y lo volvió a hacer más tarde en el avión de regreso de Tel Aviv a Roma. Una de las cuestiones que se le planteó fue la del celibato obligatorio a los sacerdotes, un viejo asunto que vuelve a estar de actualidad. ¡Qué cosas Dios mío!, ¡Ay, Señor, Señor! Después de cómo dije antes un grupo de 26 mujeres enamoradas de sacerdotes remitiera una carta al Santo Padre pidiéndole que deje de prohibir “un vínculo tan fuerte y hermoso”. El papa no se esconde en la respuesta a la pregunta si está dispuesto a plantear la discusión incomoda en el seno de la Iglesia: “La Iglesia Católica tiene curas casados. Católicos griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Por que no se debate un dogma, sino sobre una regla de vida que yo apruebo mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta”.
…¿Por qué la paz de ciertos monasterios o la armonía vibrante de todos mis sentidos sólo son la sombra de la Luz?...
Espero, Pájaro Espino que no responda Francisco como lo hizo su superior a un buen amigo mío, Redentorista de España, cuando estaba en el seminario en Granada a un grupo de compañeros, éstos mandaron un telegrama a Roma: “ SE SECA O SE PECA”, y roma contestó: Lean al revés por sílabas, “CAPESE O CASESE”.
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