Nos encontramos en plena Semana Mayor. Los pasos no pueden recorrer las calles de Ceuta por culpa del coronavirus pero la fe cristiana sigue más presente que nunca en esta semana. Por eso FaroTV ha querido entrevistar a un nuevo párroco en la ciudad, el padre Guillermo Ibarra. Es el cura más joven del Obispado de Cádiz y Ceuta.
Con tan solo 28 años se ha convertido en párroco de ‘San Juan de Dios’. Aunque llegara en octubre a la ciudad todavía se está haciendo a su cargo y conociendo el trabajo diario en su parroquia.
Su cercanía es algo que quiere hacer sentir a los fieles para convertir la parroquia en un sitio familiar y no simplemente en algo de paso.
-Cuéntenos su trayectoria y cómo entró en el mundo de la iglesia
-Pertenezco al Seminario Redemptoris Mater que se abrió hace unos 4 años en la diócesis de Cádiz y Ceuta y que tiene su sede en San Fernando. Cuando se abre un nuevo seminario traen seminaristas de otros para ayudar a los que entran. Llegué de Murcia donde estuve 5 años y de esos, tres referentes a mis estudios de filosofía. Después estuve dos años de misión: uno en Israel y otro en Chile. Cuando volví, hablando con el rector de Murcia, me explicó que iba a abrir un nuevo seminario y si estaba dispuesto a irme y lo acepté.
Fuimos a una convivencia a Italia y nos trajeron a San Fernando. Así, brevemente, ha sido mi recorrido. He dado vueltas por el mundo, en verano de misión y viendo muchas realidades. Me ordené el 26 de septiembre y el obispo vio bien que me viniese aquí a Ceuta.
-¿Desde pequeño quiso ser cura o cómo llega a serlo?
-La verdad es que no. Es verdad que mi familia me ha criado dentro de la iglesia, pero mi realidad fue que en mi casa hubo una enfermedad durante mucho tiempo y a mí me hizo cuestionarme, cuando tenía 13 años, si Dios existía y si existía era una monstruo.
Me preguntaba por qué Dios permitía el mal y si eso es amor, yo no lo quería. Renegué de la iglesia y viví fuera de ella hasta los 19 años. Viví sin seguir ningún mandamiento y lo que ordena la sociedad: a lo que te dé la gana. A los 17 años estuve con una chica que era muy de iglesia y en una conversación que tuvimos, ella comprobó que yo no iba a seguirla porque ella tenía unos ideales los cuales no quería. Yo tenía una rebeldía continua ante eso.
Pero, poco a poco, fue ganándome hizo que fuera a una eucaristía, que fuese a una celebración de palabra… hasta el 2011. Ese año se celebró en Madrid la Jornada de Juventud con el papa Benedicto XVI, y vinieron unos primos que están de seminario en Estados Unidos. Entre ellos, mis padres, me convencieron para que fuese con ellos como para dar una oportunidad a Dios.
En ese momento me estaba preparando para Infantería Marina y rechacé la plaza. Interiormente pensé, si Dios existe me lo tendrá que demostrar. Porque es verdad que vivimos en una sociedad que lo tenemos todo: comida, seguridad, casa, dinero… pero es verdad que llegó un momento que por dentro estaba seco, todo me parecía lo mismo. Era estudiar de lunes a viernes y el fin de semana irte de fiesta, darlo todo… y que en el futuro iba hacer lo mismo en la vida. Me faltaba algo.
"Una pareja que tuve con 17 años me convenció poco a poco e hizo que fuera a una eucaristía o celebración de palabra”
Durante esa peregrinación, no me ayudó ni lo que me dijeron los curas, ni lo catequistas… a mí me impresionó la experiencia de Dios que tenían esas personas. Eran experiencias muy concretas. Vi una diferencia entre ellos y yo. Ellos eran felices y yo no. Estuve en Madrid y me hablaron del sufrimiento y la felicidad que se experimenta en eso. Eso fue lo que me conmovió. No pensé ser cura, pero sí que quería eso.
Me puse a disposición. Me levanté y entré en el seminario. Y lo que ha cambiado es que en el sufrimiento hay verdad. Han acontecido situaciones y te pueden superar y en la promesa que me dio Dios era verdad. Ha sido un proceso muy lento, me iba de fiesta con las chicas, fumaba porros… llegar de ese ambiente a un seminario con tantas horas de estudio fue un proceso lento y tuvieron mucha paciencia conmigo. Me he sentido perdonado. Mejoré en la relación con mi familia porque la tenía destruida por la vida que llevaba. He pedido perdón a muchas chicas y amigos que me he encontrado y que les había hecho mucho daño en el paso. Cuando crees es él, es un suma y sigue.
Dios me quería, yo he puesto toda mi resistencia e incluso quise en el seminario dejarlo 3 veces, pero poco a poco y con las misiones me di cuenta que no renunciaba a nada, hago las cosas por amor. La vida me ha enseñado y ahora me encuentro personas con mi mismo camino y donde les puedo explicar que se va a encontrar: soledad, tristeza…
-El nombramiento como párroco se hizo meses atrás y la liturgia donde se hacía oficial el mismo fin de semana pasado. ¿Cómo fue ese día?
-Lo normal sería que una vez ordenado, te dejan un tiempo. En mi caso que soy de Cartagena fui con mis amigos y a mi parroquia. Cuando volví hicimos el nombramiento canónico. Ya sabía el destino, lo firmé y por tema de COVID, el obispo no ha podido venir antes y como vino para Semana Santa fue cuando realizamos la toma de posesión litúrgica. En realidad llevo desde el 13 de octubre en la ciudad.
-¿Cómo han sido estos primeros meses como párroco de ‘San Juan de Dios’?
-Cuando me preguntan siempre respondo lo mismo: haciéndome. Es la primera vez que soy párroco, hay muchas cosas que están montadas pero otras que me tengo que hacer. Viendo como se hacen unas navidades en una parroquia, o una Semana Santa.
Es verdad que la gente de esta parroquia es cariñosa, muy cercana y yo intento serlo también. Es verdad que no me gusta el tema de protocolos o la rigidez. Por ejemplo con la cofradía, nunca he sido cofrade y se lo he dicho a la ‘Amargura’. Es con la primera que estoy yendo, participo, monto… estoy aprendiendo con ellos y con amigos como Alberto Cardoso.
Ver, observar y conocer a la gente. Estoy muy contento y disfrutando. La vida de cura es muy buena.
-¿Cómo se podría hacer para llegar a los jóvenes y contar con más adeptos?
-Llegar a los jóvenes es por una parte complicada y por otra muy sencillo. La parte complicada es que si siempre pensamos que los jóvenes lleguen a la parroquia, es verdad que te puede llegar uno o dos y si le caes bien en lo personal puede que sigan yendo. Pero la realidad es que tenemos que salir fuera. Tengo un par de ideas, vengo de San Fernando donde fui por los colegios.
En esas catequesis es hacerle ver lo que dice la sociedad y la iglesia. Intento no tener pelos en la lengua y no echar ninguno para atrás. La iglesia tiene una historia de 2.000 años y dice las cosas por un motivo. Ese trabajo ha dado sus frutos y algunos han querido entrar en la vida de iglesia.
"Rechacé una plaza de Infantería Marina para irme a un seminario. Si Dios me quería, que me lo demuestre”
Porque la vida no está para vivirla de una manera solo y si piensas diferente, apartarte. La iglesia no quiere eso, quiero la felicidad de todo el mundo a través de Jesucristo.
Tengo esta misma idea y realizarla aquí en Ceuta. Este año por culpa del coronavirus, no hemos podido llevarla a cabo, pero tengo intención en septiembre hablarlo con los profesores de religión e incluso hacerlo en la Universidad. Pero no solo para aquel que cree, a mi también me interesa aquel que dice que no cree, y que es ateo. Siempre le propongo que venga un año, y que el mismo experimente si existe Dios en su vida personal.
-¿Existe todavía mucha diferencia entre lo que es la sociedad y la iglesia?
-La iglesia siempre quiere acercarse a la sociedad, obviamente. Los valores que tiene la iglesia no conjugan con los que tiene ahora mismo la sociedad, a niveles, por ejemplo, de sexualidad o moral. Es verdad que hay un roce, y la iglesia tiene que hacer un trabajo de explicar por qué lo hace. No es difícil, pero hay que acercarse y salir de la parroquia.
Ahora mismo es complicado por el coronavirus y por el tema de obras que necesita la parroquia para que las personas que vengan estén cómodos. Mi intención es esa, salir a la calle, ir a los sitios. Ofrecer una realidad diferente a la vida.
"La toma posesión litúrgica fue la semana pasada cuando el obispo pudo venir para la Semana Santa”
-Nos ha tocado vivir uno de los peores momentos con la pandemia del coronavirus. ¿Qué trabajo está realizando esta parroquia para ayudar a los más desfavorecidos?
-Tenemos el trabajo de Cáritas que lo está haciendo impresionante. La verdad que Inmaculada siempre está trabajando y es una persona muy válida. La parroquia intenta estar todo el día abierta para ayudar a las personas y hablar. Y no siempre de fe, a veces las personas necesitan ser escuchadas. Una persona que no tiene fe, o está proceso y los curas estamos formados para ofrecerle un sitio para ser ayudado.
Por ejemplo con el confinamiento ha habido matrimonios que han estado mucho tiempo juntos y han nacido rencillas y se les escucha y se le da consejos. En definitiva es aprender a amar. Descubrir cómo te quiere la otra persona.
-¿Qué mensaje mandaría a las personas que no le conozcan y necesiten una ayuda?
-La parroquia está abierta todo el día y para todo el mundo. El mensaje que le daría, es verdad que nos ha enseñado en una fe cristiana de aprendernos una oración, pero no a cómo vivirla y yo quiero enseñarla en esta parroquia.
Personalmente no me interesa que te sepas un padrenuestro o un credo, sino la persona que venga que tenga una experiencia con Jesucristo. Cuando salga de aquí y le pregunten: ‘¿por qué cree en Dios?’, no le diga el catecismo, que es necesario, pero que le diga que cree en Dios por su vida, por su matrimonio y sus experiencias personales.
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