Opinión

Padre Escolapio Antonio Vidal Ponz

En el combate de Ambar realizado el día 18 de marzo de 1922 cabe destacar la actuación del Capellán auxiliar D. Antonio Vidal Ponz, primer capellán de La Legión que falleció en acción de guerra, llamado “el Santito” de los legionarios. En esta misma acción, fallecería el Comandante Rodríguez Fontanes, jefe de la 2ª Bandera.

Nació en Alcañíz (Teruel) en el año 1.896, siendo el mayor de cuatro hermanos, realizando sus estudios en el Colegio de los Padres Escolapios donde estudió los tres grados elementales. En 1912 ingresaría en la Orden de los Calasancios donde realiza sus estudios sacerdotales siendo ordenado sacerdote en 1920 y destinado al Colegio de Jaca trabajó en la educación de los niños además de cumplir los deberes militares (Fue filiado como recluta por el cupo de su pueblo en el reemplazo de 1 de agosto de 1917 y como soldado de Infantería en activo se reengancharía el 6 de marzo de 1921).

Procedente del Batallón Expedicionario del Regimiento de Infantería de Galicia nº 19, fue destinado a las fuerzas del Tercio por la Tenencia Vicaria Castrense de Melilla el día 9 de octubre de 1921, siendo agregado a la 1ª Bandera, 13 ª Compañía destacada en Melilla para auxiliar espiritualmente a los legionarios y a todo aquel que le necesitara.

Durante su destino legionario, en la Guerra de Marruecos, fue confeccionado en notas, el día a día del combate, siendo el primer sacerdote que entro en Monte Arruit para dar sepultura a los muertos allí caídos y todo ello reflejado en sus Impresiones de Campaña, que se transcriben en párrafos que por su interés histórico merecen conocer la figura de este sacerdote:

Día 3. Llegamos a Melilla procedentes de Málaga en el vapor “A Lázaro” y desembarcamos a las 8 de la mañana, destinándonos inmediatamente a Cabrerizas Altas; por la tarde nos presentamos al Sr, Teniente Vicario; poniéndonos a sus ordenes después de algunos días, fue dando ocupación a todos los Presbíteros, ya en los hospitales, ya en el Cementerio para llevar los Mártires de la Patria, a su última morada; yo me quede todavía sin ocupación, por haberme prometido el Vicario a instancias mías el mandarme al hospital que se establecería en Zeluan, tan pronto como fuera reconquistado.

Día 9. Habiendo sabido que hacía falta un Capellán en las Banderas del Tercio y que pedía el señor Vicario, uno que fuera voluntario a dicho cuerpo, me presente inmediatamente en la Vicaria; el Sr. Tte. Vicario agradeció mi buena voluntad, pero por el pronto, no me dio palabra de acceder a mis deseos.

Día 13. Estando en la Capilla castrense a la hora en el que el Sr. Tte. Vicario solía decir misa, me dio la grata noticia de que por fin accedía a mis deseos, porque se presentó en la Vicaria un fraile para ir al Tercio, y no era soldado y para que nadie dijera que entre tantos soldados-presbíteros, había tenido que acudir a uno que no lo era se acordó de mi petición, y le dijo que no hacía falta, pues ya muchos presbíteros se lo habían pedido. Aquel mismo día me extendió los Oficios del nombramiento, para al día siguiente, incorporarme al Tercio en Taniman para la toma de Zeluan donde se suponía haría falta mi sagrado Ministerio (…)

Día 14. A las 6 y media de la madrugada, me presenté en la Comandancia de Sanidad, con autorización para ir hasta Taniman en una ambulancia, apenas llegado a este puesto, presentándose a nuestra vista el cuadro más repugnante y horrible, por los continuos cadáveres mutilados, quemados y desechos, todos en un estado que representaba los más salvajes atropellos de los moros y los más horrorosos sufrimientos de las víctimas; a medida que nos acercábamos a Zeluan los cadáveres eran más numerosos, y más distintos los tormentos que representaban haberles dado muerte; a las 10 y media aproximadamente, izabase nuestra bandera en la Alcazaba de Zeluan, al toque de la Marcha Real, y en medio de los vivas a España, en un ambiente corrompido por el sinnúmero de cadáveres de soldados y animales, que sembraban todo el suelo; entre tanto yo iba recorriendo los diferentes lugares del pueblo, la estación, el cementerio, algunas casas particulares y fabricas, para contemplar el cuadro más horroroso y macabro que he presenciado en mi vida.

Por la noche, presenté los oficios al Comandante Sr. Franco, Jefe entonces de Tercio, por convalecencia del Teniente Coronel señor Millán Astray, me recibió muy benévolo, y al punto dispuso se me alojara, aunque a eso ya habían acudido algunos suboficiales y los dos maestros armeros y herradores, con los que formé una república más democrática que la que me ofrecieron los Jefes y oficiales.

Día 22. Al ir a celebrar a la Capilla Castrense, supe que al día siguiente iría la Columna Sanjurjo hacia Zeluan para ocupar Monte Arruit; para incorporarme al Tercio.

Día 24. Monte Arruit.

Tocaron diana a las cuatro de la madrugada, y yo, todavía en compañía de los de Galicia, tuve que incorporarme a los Tercios, en medio de las tinieblas de la noche puseme al momento en tren de marcha, y armado con la cachaba del médico por tercer pie, incorporado a la Cruz Roja de la Legión, fuimos avanzando en compactos escuadrones hasta la próxima llanura, allí se incorporaron dos compañías del Tercio que acababan de llegar de Ceuta; luego divisamos Monte Arruit, ¡que presentimientos tan tristes, se apoderaron de mi corazón!; lo primero que se ofreció a nuestra vista fue montones enormes de cadáveres, ya apergaminados, asados por el sol africano, en las posturas más horripilantes, y mutilados de la manera espantosa; dudamos entre seguir o retroceder, dos grandes montones de cenizas, con innumerables restos humanos; dos inmensas piras que debieron consumir las carnes de otros nuevos innumerables mártires de la Patria; a unos 15 metros de la pared me llamo la atención un cadáver, separado de los demás, y en una postura al parecer bastante natural, enteramente acostado y casi de medio lado mirando hacia el noroeste; yo no sé qué obsesión me produjo, y parece que no podía separarme de él; mire la bocamanga de la guerrera, pues era de los poco que la llevaba, y vi la señal de dos estrellas; era teniente; faltaba saber de qué regimiento, miro el cuello, y llevaba restos de la cruz de Capellán; un vuelco me produjo el corazón y sentí impulso de abalanzarme hacia el cadáver; ¡era del desgraciado Campoy!, muerto heroicamente en Monte Arruit, después de tantas esperanzas concebidas sobre su supuesta liberación, recé un responso por su alma, y me separé de aquel cadáver con una honda e imborrable impresión que durante todo aquel día, no ceso de renovarse; corrí l voz, por si había venido alguno de su familia, y cuando al cabo de una hora, de seguir recorriendo aquel inmenso campo de desolación y muerte, volví de nuevo al lado del cadáver, hallé sobre su pecho una medalla de la Milagrosa, señal indudable de que alguien, interesado, le había reconocido, además llevaba ya sobre la guerrera la papeleta de identificación, el mismo: D. José María Campoy Irigoyen, Capellán del Regimiento de Alcántara, descanse en paz el heroico jacetano.

El día 2 de noviembre, incorporado a la Columna del General Sanjurjo de la que el Tercio forma parte con la 1ª y 2ª Bandera en vanguardia, además de los Batallones de Otumba y Sevilla, Granada Toledo y Princesa, unas baterías de montaña como protección; a las 6 y media se dio la señal de avance, en dirección norte para cooperar en la toma de Taxuda, llegamos sin novedad a un segundo macizo, donde se parapetó la fuerza para desalojar al enemigo de la posición llamada “La Esponja”, hubo un momento en que el enemigo apareció a nuestra vista y blandiendo el fusil, a manera de sable, el Tercio enardecido, una vez el enemigo la daba la cara, caló la bayoneta, y ebrio de entusiasmo y sediento de sangre se arrojó al llano a pecho descubierto, a buscar a los rifeños en su misma trinchera; cuando quisieron darse cuenta, el Tercio, representado por unas docenas de valientes legionarios, se hallaba parapetado en la misma trinchera enemiga, después de haber escalado la posición, por cortados riscos; se llegó a la lucha cuerpo a cuerpo que el enemigo; sorprendido, no pudo sobrellevar abandonando en su precipitada huida unos cuantos cadáveres de los suyos.

En resumen; el día 2, fue un día de emociones nuevas para mí, y en el que debí mi vida a la visible protección de Dios, a pesar de haberme expuesto muchas veces mi temeridad; tuvo el Tercio 7 muertos y 73 heridos, de ellos unos 15 graves y los demás leves y 6 contusos. Por mi actuación en este día, se me cito en la relación de distinguidos en el Tercio.

Día 10. La Duquesa esposa de Cavalcanti, en representación de S.A. Doña Luisa, con una comisión de sevillanos, vino al Campamento y presencio el desfile de la Columna, repartiendo después regalos a los Regimientos que guarnecen la ciudad de Sevilla; los pacos se callaron, sin duda, por respeto a la presencia de la Infanta.

Día 18. A las 4 y media de la madrugada, en ayunas y sin esperanzas, salí del campamento con el Tercio a tomar el barranco del Uixan, para sorprender al enemigo antes de hacerse el día; el plan no podía ser mejor concebido, y la operación se llevó a cabo con un éxito colosal: llevábamos de guía por el barranco, al Sr. Echevarría, ingeniero practico de las minas de S. Juan; el plan no pudo tener mejor resultado; al amanecer, los regulares y el Tercio se apoderaron del fortín del Carmen y a no ser por haberse adelantado aquellos tirando sin necesidad, hubieran sorprendido a los centinelas moros que huyeron a los primeros disparos dejando todavía el fuego encendido y una tetera a medio desocupar (…).

Día 22. Amaneció un día magnifico, y como a las tres y media hubiera oído dos descargas, supe ya la causa de los disparos: dos moros se aproximaron a la avanzadilla, y sin duda por ver si los centinelas estaban despiertos soltaron un gatito, los centinelas al ver el bulto que se movía, hicieron fuego, y un triste maullido les indicó la suerte del felino; los centinelas estaban reforzados ante el temor de nocturno asalto; a los poco minutos aparecieron dos bultos mayores, dieron el alto los centinelas y al ver que segundo aviso no contestaban hicieron fuego sobre ellos; uno que resultó herido en el vientre y en el brazo, gritó: “Paisa no tirar estar amigos y venir…”. Al oír esto el centinela, disparo de nuevo gritando: ¿Estar amigo a estas horas? toma con tan buena puntería que le atravesó el cráneo; el otro moro huyó por el barranco, quizá herido, entraron el muerto al campamento, y apareció un tiazo más largo que un día de cuaresma, armado con carabina Máuser en doble seguro, un paquete de munición, una pistola de oficial, una gumía recta, y correaje de Tercio: un verdadero amigo de España, ahora sobre todo.

Diciembre

Día 1º. Ocupación del Harcha.

Todavía estaba la Columna en punto de marcha, cuando de pronto un fuerte rumor llamó nuestra atención, hacia el S.O.; dieron de repente orden de avanzar a la 2ª Cª del Tercio, y vimos con sorpresa un crecido rebaño de carneros; eso indicaba que cerca había gente; pronto se resolvió la incógnita; una docena de moras, con otros tantos moros, hombres y chiquillos, llevando delante un buen rebaño de funas, se iban acercando, naturalmente para entregarse; los del Tercio se dedicaron al momento a la razzia, apoderándose del ganado; los regulares fueron a disputárselo, y llegaron unos con otros a las manos; gracias a la oportuna intervención de algunos jefes, no hubo lugar a fatales consecuencias: ocultaron los carneros como pudieron, ya bajo el capote, o metidos en sacos; después resultó que tales ganados eran propiedad de uno de regulares que con en la Columna, quien naturalmente procuró la devolución de su capital; consiguió la mayor parte, pero no pudo impedir que desaparecieran como una docena de corderitos, y cuatro o cinco carneros; hicieron su entrega y sumisión los moros y las moras, que fueron enviados a Melilla a las Oficinas de Asuntos Indígenas.

Después de este cómico incidente prosiguió el avance sin la menor resistencia. Como una circunstancia digna de notarse en este día, citaré el hecho, de haber cenado por la noche un corderito razziado por el asistente, y comido en la tienda sin pan, sin agua, y sin vino: cosas de campaña.

Día 8. Comenzó el día con una brillante diana interpretada por la banda de Ceriñola; a las 11 hubo misa solemne, oída por todas las fuerzas de infantería; a continuación un brillante desfile, ante el General, y luego, el Tercio comenzó a desarrollar su programa de festejos: corridas pedestres, juegos de escamoteo, murgas originales, rondallas, juego de circo, en columpio y alambre, boxeo, lucha grecorromana etc. etc; nada faltó para anunciar el día que se hizo muy corto; la noche se pasó en republica, divertidamente, cantando y bailando, sin salir del orden.

Día 19. Cuando mas ilusionados estamos con el descanso de Navidad, parece que se han empeñado en hacérnoslo ganar, acabamos la operación del día anterior y nos anuncian otra más dura para los días siguientes.

Día 22. Verificar una caminata de más de 20 kilómetros de ida; no solamente pasamos el Kert, sino que avanzamos cerca de 2 kilómetros en dirección perpendicular al río, para después seguir la paralela hasta llegar a Tikermin; pronto se oyeron algunos disparos, y a las 10 estaba ya generalizado el fuego, entre moros amigos y enemigos, estábamos

tranquilamente con el médico y el practicante y nos avisan que en una guerrilla acaba de caer muerto un teniente; sin acordarme del peligro, emprendo rápida marcha a la avanzada, en medio de una lluvia de balas que me buscaban como objetivo: me veo perplejo ante la vista de tres camillas; una por la derecha y dos por la izquierda, distantes entre sí, como un kilometro, y por fin me decido por las de la izquierda, por donde me pareció bajaban el muerto; atravesé dos barrancadas, completamente enfiladas por el fuego enemigo, y el dedo de Dios me protegió, llegando indemne al lugar de la primera camilla, donde yacía casi muerto el Teniente Virgilio, herido en el pecho; le confesé y administré, y me dirigí a la guerrilla, para ver si eran necesarios mis auxilios; cuando vi que por el momento no había tal necesidad, me quise poner en dirección de la otra guerrilla, donde ciertamente estaría el Teniente Infantes, que antes me habían anunciado como muerto; el Teniente Olavide, se opuso tunamente a mi propósito, y me convencieron sus razones, puesto que los heridos de la guerrilla derecha los llevaban a la posición donde había dos Capellanes, y los de la izquierda no tenían ninguno, y si a mí por marcharme, me sucedía cualquier percance, se quedarían abandonados; permanecí , pues en la guerrilla, fumando unos cigarrillos, y curando a varios heridos, ninguno grave por fortuna; yo me retire delante con el médico, y cuando tranquilamente íbamos conversando y comentando, me di el mayor susto, o mejor, el único susto de todo el día; una granada enemiga se dejo oír cerca de nosotros y yo queriendo evitarla y creyéndome dirigirme en sentido contrario, fui precisamente en su busca pues vino a caer a algo más de tres metros de mi ¡gracias a que no exploto! de todas maneras, no me está mal decir que me quede más blanco que una sabana de nieve; luego en la parte superior de la colina, cuando quería descansar, una bala dio a dos dedos del talón de mi pie izquierdo, y gracias a haber tropezado en una piedrezuela, cambio de posición; luego, senteme recostado a una matiza, y a los pocos momentos, una segunda bala, vino a morir en la mata que me servia de respaldo; todo eran avisos para la tercera, que felizmente no llego; comenzamos la marcha cuando ya se quedaba el campo más tranquilo, algo preocupados por la suerte de los que se quedaban en la posición a merced de los cañoncitos de los rifeños, y yo montado en mi jaco, comenzamos a desandar lo andado, y a traspasar el Kert y Taxarut y Kaddur y Tauriat Hamed, hasta llegar a Hianen, bastante entrada la noche, donde el cansancio suplió a la mala cama, y pudimos descansar tranquilamente después de dar gracias a Dios que me había en aquel día, librado de tantos peligros.

Día 24. Una banda de Música amenizó por la tarde el campamento, trayendo a los soldados juntamente con la natural alegría de lo inspirado, la nostalgia de los recuerdos de mejores Navidades pasadas al calor de la familia.

Diciembre de 1921

Nochebuena

Esta noche, de tan gratos recuerdos para cuantos nos hallamos en campaña y hemos tenido la dicha de pasarla en familia, sin carecer de sus típicos encantos, dejó gran vacío en nuestra mente, pues todas sus alegrías y distracciones, dejaban en la mente un no sé qué, un vago recuerdo, algo parecido al remordimiento, que venía a acibarar las espontaneidades de nuestro corazón; a manera de cinematógrafo pasaban por nuestra imaginación los variados y encantadores cuadros de familia, y tenía uno que acudir a todo caudal de resignación para no murmurar de la despiadada suerte, y ofrendia este nuevo e inmenso sacrificio a los muchos ya llevados a cabo; alegrías ficticias, espontaneidades forzadas, cubiertas con el paño de la resignación: he aquí la Noche Buena, pasada en el Campamento de Segangan; en este día vino D. Alejo.

Día 25. ¿Para qué han traído la música?- Preguntaba un legionario a otro; y tenía razón de sobra al hacerle esa inoportuna pregunta; la Banda de Guadalajara se contentó con unas piezas en la tarde anterior y suprimió la Diana de este día; sin duda o los instrumentos estaban resfriados, o los músicos tenían calentura; hasta la Misa no hicieron su aparición, y por la tarde se contentaron con hacer vibrar el aire con unos cuantos resoplidos; en el Campamento no se veía animación, estaba como muerto, no eran Navidades más que oficialmente; ni rondallas, ni juegos, ni comparsas , ni nada.

Enero

Día 7. Por la mañana se dio la orden de levantar el campamento para estar a las 12 en orden de marcha y en dirección a Monte Arruit, a donde llego la Columna a las 6 de la tarde; allí pudimos presenciar de nuevo los lugares trágicos de la heroica Columna Navarro, y visitar las dos tumbas que guardaban los restos de 3000 soldados; de nuevo paso por nuestra mente la macabra escena del día 24 de Octubre del 21, cuando se recupero la posición que se hallaba materialmente sembrada de cadáveres.

Día 12. (…) al atravesar la inmensa llanura, de nuevo pudimos contemplar los restos de la catástrofe de Julio, encontrando a nuestro paso más de 50 cadáveres quemados, y unos 10 sin quemar; uno de estos perteneciente al Rgto. de África llevaba en la camisa en nombre de Juan Jurado Escilche, llegados a las kábilas de Belda y Arazda, los sometidos hicieron entrega de 400 fusiles, los cierres de los cañones del Drius, y 5 prisioneros; con ellos quedo una sección de policía y una batería ligera, para defenderlos en caso de agresión.

Día 18. A la una menos cuarto de la noche, nos despertaron unas voces atipladas que gritaban: ¡Centinela! ¡Centinela!; y como estos días, según confidencias, venia la Harca enemiga a atacar el campamento con algún sobresalto se supuso que sería la voz de alarma de alguna avanzadilla; de nuevo las anteriores voces volvieron: ¡centinela! ¡Un prisionero! ¡Un cabo prisionero! Entonces comprendimos de lo que se trataba, y nos cercioramos al amanecer; cuando nos dijeron que se había presentado un cabo llevando a otro a cuestas y luego a otro soldado, los tres procedentes de cerca de Alhucemas.

Día 24. Por haberse presentado en el Campamento del Drius el Embajador de Inglaterra, se organizo la fuerza para desfilar ante el Representante de S.M. Británica, ¡pobre señor! que sin buscarlo fue causa de enfado general; se desencadeno un violento ciclón, sin duda alguna del simún, que por más de hora y media nos anego en arena,; después amaino, pero aun con menos fuerza, siguió sin embargo todo el día, preparándose el cielo para un fuerte temporal de agua y viento que afortunadamente ceso el

Día 28. Amaneció el día inmejorable; a media tarde se movió viento, que ceso a la entrada de la noche, preparándose una noche serena, (…) nos acostamos algo mas tarde de lo acostumbrado, en la cama se desarrollo una conferencia improvisada sobre el sistema nervioso, y cuando nos cansamos de hablar, después de darnos las buenas, noches, nos preparamos a dormir; a las 10 y media y de repente, oímos un tiro muy cerca, luego otro, e inmediatamente una descarga cerrada, y otra, e innumerables: oír los tiros, y salir la gente al parapeto fue todo cosa de gran instante; el ataque tanto tiempo anunciado y esperado, de la jarca, se estaba iniciando; con toda la presteza que el caso requería, medio me vestí, y preparado con los Santos Oleos, salí de la tienda para incorporarme con el médico, al lugar señalado para el botiquín; no se oían más que tiros y descargas por todas partes; pronto comenzaron a funcionar las 16 ametralladoras; el numero de unos 200, había llegado hasta el parapeto, y sobre todo, por la parte del barranco atacaba con increíble dureza; tuvieron que entrar en función las bombas de mano; el fuego parecía ir siempre en aumento; pronto tuve que intervenir para administrar la Extremaunción a un herido gravísimo en el campamento general, tocaron a generala, pero como los tiros venían a nuestro campamento, aviso el Comandante Franco al general Berenguer por teléfono para que suspendieran el fuego, pronto se oyó un toque de atención; y desde entonces, sin el temor de la espalda, con una increíble serenidad y hasta buen humor, se continuo el fuego desde el parapeto del Tercio; el enemigo que indudablemente no esperaba esa enérgica protesta de su cobardía por venir de noche, y quizá escarmentado, fue cediendo poco a poco; cuando el fuego aminoraba el Comandante mando tocar silencio floreado, y el corneta interpreto habilísimamente unas malagueñas siendo aplaudido por toda la legión; esto y los vivas al tercio, acabaron por desarmar al enemigo que huyo dando grandes voces; ya solo se oyó algún paco de vez en cuando, y a las 12, había cesado completamente el fuego; el Comandante estaba satisfechísimo al ver el espíritu de su gente, pues cuando los oficiales quisieron dar las ordenes para hacer salir a los legionarios al parapeto, ya estaba este completamente ocupado, y las ametralladoras en funciones sobre las 11 y media, el Comandante Franco y el Capitán Rueda, desde el tambor central comenzaron a insultar a los moros un árabe=Abd-el Krim-acarrau del baba, (Abdelkrim, cabron de tu padre), repitiéndolo varias veces; y una de ellas les respondieron los moros en el mejor castellano, Ah Franco hijo de la gran p. mec tu padre. A la una nos acostábamos.

Días 13, 14 y 15. Pasaron con preparativos y limpiezas, para recibir al Teniente Coronel Millán Astray.

Día 16. Formose la fuerza en orden de parada, y a las 12 menos cuarto, se presentó en vehículo ligero el Teniente Coronel, revistando las fuerzas, arengándolas y felicitándoles, e imponiendo galones de suboficiales, sargentos, cabos, y primeras, de los individuos que más se distinguieron en las operaciones de este territorio, desde su marcha a Ceuta; luego desfiló ante él toda la fuerza, mostrándose muy satisfecho de su espíritu y bizarría; luego la música del Tercio, interpretó hábil y artísticamente algunas piezas y los tres himnos de la Legión; la comida que tuvo honores de banquete, se sirvió al aire libre, llevando cada república su muestra; acabada la comida, el Teniente Coronel brindó por su oficiales, por los legionarios, principalmente por los ascendidos, y por el triunfo decisivo de la Legión; a las 6 y media tuvo lugar un lunch de honor para los oficiales, mostrándose el Teniente Coronel muy comunicativo con todos. Por la noche la música reanudó sus sonatas, llevando a todos los corazones animación y alegría; acabo el día con la retreta musical, y nos decidimos a tomar el cotidiano y necesario descanso.

Día 26. El Carnaval trajo alegrías y curdas al campamento; las comparsas originalísimas, el Teniente Coronel Millán, esplendidisimo y Berenguer casi a punto de estallar de pura satisfacción por los piropos inmoderados de los … pelotilleros; ¡como si en carnaval no se disfrazaran también las ideas!

Día 27. El Teniente Coronel Millán dirigió al de Galicia el siguiente oficio.

Adjunto me honro en pasar a mano de V.S. los documentos del margen, relativos al Capn. Auxiliar de ese Bon. D. Antonio Vidal, conforme interesaba en su escrito de ayer, significándole al propio tiempo que se distinguió en cuanto combates intervino, en especial los días de la Esponja Alta, Tauriat Hamed y Ras Tikermin en que asistió a los heridos en los puntos más avanzados.

Dios Guarde etc. El Teniente Coronel Millán.

Día 1º de Marzo. Bien comenzó este mes y por aquello de que “quien bien comienza, bien acaba”, podemos augurar tan buena despedida como lo fue la entrada.

A las 10, se formaron las fuerzas de todo el Campamento; los Regulares y Policía, con mucha fantasía, los Húsares de Pavía con sus llamativas chaquetillas, la Caballería, Artillera e Infantería con la gala propia de campaña y el Tercio en orden de parada, a las 11 y media de la mañana , llegaron los Agregados, acompañados de Sanjurjo y varias personas civiles y militares, de viso; revistaron a la fuerza en sus autos, y cerca de la entrada del Campamento general, se estableció el sitial de honor, para presenciar el desfile; comenzó este por el Tercio, siguió la Infantería, luego la Artillería, Caballería, Regulares y Policía; la Música del Rgto. de Melilla amenizó el desfile, con el Pasodoble “Los Voluntarios”, y los vivas a España, al Rey y al Ejercito dieron nota simpática y brillante al acto; entre tanto dos escuadrillas de Aeroplanos verificando arriesgados y bonitos ejercicios de aerostación, fueron una pincelada que dio el ultimo colorido al animado espectáculo; por la tarde, fueron obsequiados los turistas con variados juegos deportivos; carreras pedestres, foot-ball y concurso hípico; todos con mucha animación, propia de las circunstancias; ¡lástima que el viento viniera a molestar a los espectadores! Acabo el día tan bien como había comenzado, aunque el tercio bastante rendido y contrariado; pues a la una y cuarto estábamos comiendo, nos tocaron atención, y luego generala, sin duda para probar el espíritu o la paciencia de la gente,.

Día 8. La Brigada Berenguer, procedió a la fortificación de la Tanía como seguridad del campamento, y avanzada de vanguardia en caso de operaciones; con todo el aparato, como si se tratara de una fortaleza enemiga avanzó la Columna, hacia la posición a tomar; ¡10.000 hombres para ir a una posición a la que yo iba solo algunos días a buscar espárragos!

Día 11. La única novedad digna de mención, fue la visita al Tercio del Duque de Alba, acompañado de Berenguer, de Luca de Tena, y varios otros señores; para lo cual, formó la fuerza en orden de parada, haciendo después algún ejercicio para lucir sus habilidades antes los visitantes; después de desfilar, tocaron generala, … y luego … a comer.

Día 14. A las 6 de la mañana salíamos (…)

Este día 14 de marzo fue la última anotación, se desconoce si había escrito los días posteriores hasta su muerte en acción de guerra durante el combate de Amvar.

El día 18 de marzo de 1922 se encontraba el Padre Vidal en las operaciones de la toma Amvar ejerciendo el Santo Ministerio cuando recibe un balazo en la cabeza mientras se encontraba fuera de la posición defensiva dando la Extremaunción a un moribundo cayendo sobre él.

Se celebró un funeral oficiado por tres escolapios, siendo su féretro cubierto con la Bandera Nacional y presidido por el General Sanjurjo. Fue inhumado su cuerpo en el patio 20, fila 7, n⁰ 23 siendo la lapida regalada por sus legionarios y posteriormente, el 10 de abril de 1929, sus restos mortales fueron trasladados al Panteón de los Héroes de las Campañas, nicho 7, fila n⁰ 1 del cementerio de la Purísima Concepción de Melilla.

En una Orden de la Comandancia General de Melilla de fecha 19 de Diciembre de 1922 se dispuso la apertura de Juicio Contradictorio para la concesión de la Cruz de la R. y M. Orden de San Fernando pero finalmente no se cumplió las condiciones según el Reglamento de recompensas en tiempo de guerra por lo que no le fue concedida condecoración alguna.

Cumplió como el más bravo legionario, yendo siempre donde el peligro era mayor, y allí donde le llamaban los moribundos.

N.A. Mi agradecimiento a la familia del P. Vidal Ponz, que desde la localidad de Alcañiz (Teruel), me remitieron sus anotaciones en la Guerra de Marruecos, anotaciones que con ocasión de la Guerra Civil, se perdieron, pudiéndose realizar unos facsimils que se conservan en la actualidad en el Museo de Alcañiz.

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