El Real Decreto-Ley 8/2010, de 20 de mayo, por el que se adoptan medidas extraordinarias para la reducción del déficit público, le ha venido como anillo al dedo al Gobierno de la Ciudad. Las dificultades económicas del ente autonómico han estado en los medios de comunicación desde la última comunicación del Ministerio de Economía y Hacienda sobre la “deuda viva” de cada uno de los municipios españoles. Los días previos a la aprobación y ulterior publicación del Real Decreto-Ley fueron testigo de numerosas especulaciones sobre la posibilidad de un serio recorte a las transferencias que, desde la Hacienda del Estado, reciben las corporaciones locales. En nuestro caso hubo quien habló de una severa disminución de la cuantía de la compensación por el IPSI, principal fuente de financiación de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Estas posibilidades no se han materializado, de forma que cabe esperar que la compensación continúe en los términos previstos hasta ahora.
Lo que sí se han recortado han sido los sueldos de los funcionarios de la Ciudad Autónoma y, por lo visto, solamente los ingresos de los funcionarios que no las retribuciones de los trabajadores de las empresas municipales, cuyo número ha sido el que más ha crecido en los últimos años. En el fondo es una gran noticia para el ahogado consejero de Hacienda de Ceuta, ya que se le obliga a hacer una disminución en los sueldos (algo de lo que siempre podrá culpar a otros) y los ingresos, por ahora, no se los tocan.
El consejero ha anunciado que se van aminorar algunas subvenciones, especialmente la de la AD Ceuta, aunque solamente en una cuantía del 40%. Y digo concientemente que es solamente un 40% porque la reducción debiera haber sido mucho mayor e incluso alcanzar la totalidad. No tiene sentido financiar algo que interesa cada vez a menos personas, que no tiene ninguna utilidad para la ciudad en su conjunto y que no revierte de ningún modo sobre la economía real de nuestra ciudad ni sobre la sociedad ceutí.
Creo, hasta donde sé, que el consejero Paco Márquez ha anunciado una revisión de otras subvenciones y de las partidas de gasto corriente. No me parece una mala idea, sinceramente, siempre que la revisión de las subvenciones no se hagan sobre criterios partidistas y/o electoralistas, sino teniendo en cuenta lo que con cada una de ellas se consigue y que servicio se presta a la sociedad ceutí, no perdiendo de vista que hay servicios más importantes que otros, aunque beneficien a menos personas.
Paco Márquez, para disminuir el gasto corriente, puede repasarse las interpelaciones y las notas de prensa de la oposición en los dos últimos mandatos. La oposición se ha cansado en decir que se está despilfarrando el dinero poniendo maceteros carísimos para sustituir a otros maceteros que estaban en perfectas condiciones; gastando una millonada para invadir el centro de muñecos de Disney hechos de seto; tirando millones en flores de temporada que se plantan una y otra vez. Lo tiene fácil el consejero Márquez si realmente quiere reducir el gasto corriente de la Ciudad y, si lo tiene a bien, de las sociedad municipales.
Evidentemente la parte fea de todo esto van a asumirla Paco Márquez, Yolanda Bel o el que pase por allí, porque el máximo responsable de la política financiera de la Ciudad, Juan Vivas, no comparece para dar explicaciones, no dice nada y se mantendrá callado todo el tiempo posible, ya que él solamente está para lo bueno y abrazar a todo el que se encuentre.