Categorías: Opinión

Pablo Iglesias

Me refiero al actual, no al histórico. Al de carne y hueso. El grupo Prisa, con toda la mala intencionalidad del mundo, habla de él como del no verdadero.

Sin duda prefieren al fundador del Partido Socialista. Es un hombre de mirada penetrante y semblante firme. Dicen que es el líder de Podemos. Para esta formación, simplemente es la persona que han elegido, de forma asamblearia, como su representante, de momento. Hace muy poco, en las elecciones al Parlamento Europeo, sorprendió a propios y extraños cuando su grupo obtuvo más de un millón de votos y cinco eurodiputados, quedando a solo un escaño de Izquierda Plural y con uno más que el partido de Rosa Díez, UPyD. Desde entonces, lo que tenía que haber sido una causa de reflexión para los partidos políticos tradicionales, sus aparatos lo han convertido en una especie de caza de brujas o “causa general” contra este joven político y, de paso, contra su grupo.
Pero qué es Podemos. Si accedemos al manifiesto de apoyo internacional que han recibido, entre otros muchos, del filólogo del MIT Noam Chomsky, de la filósofa de la Universidad de California Judith Butler o del escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, veremos que se trata de una iniciativa política que ha conseguido el 8% de los votos y se ha convertido en la tercera fuerza política en 23 de las 40 ciudades principales de nuestro país. Una formación dispuesta a dar la batalla por la democracia, los derechos sociales y la soberanía popular, y a hacer política de una forma nueva. Aunque aún está por ver qué consiguen, como dicen los intelectuales que les apoyan, Podemos ha sabido recoger la herencia de las movilizaciones populares que se vienen produciendo desde 2011 en todo el planeta, para reivindicar democracia. Y lo han hecho mediante la participación política de los ciudadanos en unas elecciones primarias abiertas y elaborando un programa colaborativo a través de círculos de apoyo y asambleas populares.
Y qué nos dicen de Pablo Iglesias. Pues que ideológicamente es estalinista, que apoya la República Bolivariana de Venezuela y recibe subvenciones de ese país; que también es procastrista y que tiene contactos con la banda terrorista ETA. Hasta el Irán de los Ayatolas parece que tiene relaciones con él.
Se trata de desprestigiar y difamar, por aquello de que algo queda.  
La verdad es que no he entrado en profundidad en el programa de esta formación. Pero me gusta y agradan muchas de las cosas que dicen y hacen. Sobre todo, porque en sus decisiones participa mucha gente. Pero también por la frescura de sus planteamientos y lo utópico de algunas de sus propuestas. Esta es la clave de la ideología y de la política. La utopía. Para mí es sinónimo de movimiento. Lo que sí he hecho es documentarme acerca del currículum de Pablo Iglesias. Y lo que he encontrado es a un joven licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Políticas, profesor de la Universidad Complutense, con varios másteres y premios académicos a sus espaldas, y una treintena de artículos publicados en revista científicas. Que no oculta su pasado militante en las Juventudes Comunistas de España, o en el movimiento antiglobalización. Que es miembro de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales, y defensor de la desobediencia civil como forma de lucha (este fue precisamente el tema de su tesis doctoral), además de escritor, presentador de programas de televisión, y algunas otras cosas más.
Bueno. Seguro que habrá cosas de él que no me agradan. Como de otros. Incluso de amigos. Pero considero que es un hombre honrado y honesto, que ha sabido canalizar el descontento de muchos ciudadanos y que ha contribuido como nadie a construir una alternativa de participación política democrática para aquellos que, desgraciadamente, cada vez creen menos en la política. Aunque solo fuera por eso, merecería un mayor respeto de muchos de los que se dedican a insultar y a mentir de forma infame. Quizás esté haciendo por la pervivencia de nuestro sistema democrático mucho más que algunos de los políticos que han convertido el Parlamento español en una especie de “cementerio de elefantes”. Y es que aquel eslogan del mayo del 68 francés de ¡la imaginación al poder!, sigue estando de plena actualidad. Mis mejores deseos a esta joven formación política. Mi respecto a la figura de Pablo Iglesias y a todos sus compañeros. Y mi más absoluto desprecio a los se dedican a difamar a los demás sin compasión ni consideración de ningún tipo.

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